El clima se
mantiene invariablemente bipolar, como la humanidad.
Algo hay en
el aire que me mantiene alerta, tal vez sea una paranoia sensible, un mordisco
a la intimidad estelar, al futuro incierto que nos acecha mientras las sociedades
siguen derrumbándose rápidamente entre vicios anti-humanos y en secretismo.
Las
sombras del mal cobijan como un padre a los confiados humanos que viven
turbados y de rodillas en el presente.
Avanza una
diosa antigua oculta en siglas, y la media luna la sigue. El arte de la muerte da
para todo, incluso para justificar a un dios falso cualquiera… la fe es
prostituida, las creencias se vuelven corruptas.
Los valores
han sido reemplazados por leyes.
La sombra del némesis sentada en una butaca,
observando el espectáculo mientras desayuna almas.
Llegó noviembre atáxico, sombrío, especulativo.
Y aparece diciembre entre flamas vomitadas por el pútrido sol; el maldito astro rey agoniza
y nos destruye en silencio.
Son olas de infierno nuclear cabalgando sobre el vacío
hacia la insondable noche de lo infinito.
La
humanidad, ¡Oh, humanidad! ¡Cuántas loas y cantos se han hecho en tu nombre, y
te intentan perpetuar… cuando no mereces existir!... humanos siniestros que
viven su locura entre el “amor”, la pasión y la fe.
Nada vale la
pena.
Todo es una
fantasía infantil.
Los humanos todavía viven del placer anal.
La
destrucción es un buen maestro, despierta la conciencia, hierven los sentidos, vulnera
el alma, pisotea el ego humano, y destruye a dios. Solo el caos trae algo
nuevo, la anarquía es para los débiles, para los cobardes… la entropía tiene
dos caras: o aniquila lo creado o da pie para una nueva creación, para un nuevo
comienzo… pero cabe hacerse una pregunta: ¿Necesitamos un nuevo comienzo?
Los ciclos
no sirven. La voluntad de esos dioses tampoco.
Todo es una
mentira, una cobarde manipulación.
Estamos en
medio de una guerra, y esa guerra es por nuestras almas, por nuestros espíritus.
Son
esclavos, borregos, entes desalmados, plagas inconscientes, bacterias que contaminan
todo lo que tocan, bestias amargas llenas de placeres secretos, sueños desquiciados,
ambiciosos, envidiosos… gárgolas descansando sobre la cumbre de sus creencias…
en el pináculo de la civilización-incivilizada.
Las balas
resuenan en todas partes del mundo. Miles mueren por la infamia.
El imperio
de la serpiente y el águila invade con placenta espesa las calles y su testamento
está lleno de hojas blancas por la cual vale la pena matar sin piedad. Las cabezas
ruedan, los cuerpos se amontonan en fosas que aúllan con el fragor de la muerte
sin sentido.
Esta es la
humanidad ¡Bienvenidos al espectáculo sin misericordia!... la paz es un lujo que
pocos tienen. Es una quimera monstruosa… y la guerra hierve en el corazón de
los hombres, el sentido de auto aniquilación golpea incesantemente las puertas
del averno; posiblemente… la guerra termine con lo malo del mundo; posiblemente
el mal pueda dividir el mal… para el bien de algunos, mientras los de arriba
miran este show en primera fila, moviendo la cabeza y riéndose de esta raza de
absurdos, y siempre bajo el hechizo de la reina del cielo.
“Luchar contra el sistema no significa
destruir el trabajo de todos, es simplemente reajustar las políticas que están
detrás del perverso movimiento corporativo, político y social.
Un nuevo
sistema implica el sostenimiento equitativo de todos. No es comunismo, es justicia,
es misericordia para todos aquellos que han sido desplazados y olvidados por jerarquías
monetarias oscuras y por el gobierno.
La rebelión
es contra los poderosos, contra el depredativo sistema neoliberal, contra las políticas
estatales que sostienen la delincuencia y a los millonarios que explotan los
recursos de la tierra en pos de unos pocos.”
Windireich
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