Los Estados
(Naciones) están más preocupados de
las políticas sociales y partidistas que en las políticas ambientales. No les
interesa nada que se relacione con lo verde, con la frescura del aire (sin chemtrails), con la sanidad de los
mares (sin sus sonidos de baja frecuencia que matan a miles de especies
marinas… ni hablar de su nula preocupación por el derrame petrolero cada 5
años), con la salud de ríos o lagos (contaminados
con metilmercurio y cientos o miles de contaminantes mortales que luego se depositan
en los mares gracias a las empresas que tiran sus desechos venenosos sin
compasión por el medio ambiente ).
Estos
aberrantes “líderes” de masas soslayan de plano políticas estatales que nos
hagan la vida más fácil a los civiles en pos de tributarles loas a los
extranjeros que ‘imperializan’ y ‘monopolizan’ las empresas que nos proveen la
matriz energética, sea el agua, la luz o el gas.
Para los
gobiernos la tierra es nada. Eso es seguro.
¿Por qué es tan difícil crear y compartir energías renovables que no dañen el ecosistema ni nuestro querido planeta?
¿Existe alguna ley internacional que prohíbe a los países cambiar sus estructuras energéticas?
¿La OEA o la OTAN pueden impedir el desarrollo de un país cuando se trata de energías renovables?
¿Estos acuerdos están implícitos en los tratados que se firman? Si es así… ¿Por qué los mandatarios no nos cuentan la verdad?... Y lo peor ¿Por qué aceptan estas restricciones?
¿Son libres los países para determinar que política ambiental pueden usar?
¿Qué fuerza, qué grupo, qué organización tiene tanto poder que nos niegan el acceso a esas energías que hombres como Nikola Tesla crearon? ¡Alguien en alguna parte debe saber algo! Y tenemos el derecho de conocer la siniestra tapadera que hay detrás de tanto silencio, de tantas voces que han sido acalladas en pro-beneficio de grandes corporaciones que nos roban - literalmente - el dinero del bolsillo, y que nos están arrebatando impunemente la salud.
Si desaparecen las grandes compañías que nos proveen a la fuerza de su energía, sus micros impuestos, sus redes de cables o alcantarillado o medidores ¿Quiénes aparte de ellos pierden dinero? ¿El Estado? ¡Por supuesto! Y el Estado no somos nosotros, son “ellos”. Si los poderosos pierden, pierden ellos también.
Chile no se queda atrás con la nula capacidad de crear organismos que protejan el ambiente, sobre todo la gran cantidad de bosques que poseemos en el sur. Al parecer el dinero es importante para alguien - cuyo nombre no conocemos - y que se dedica a vender, a parcelar y a hipotecar tierras que deben ser protegidas y no entregadas a manos extranjeras. Son varios los norteamericanos que tienen terrenos comprados en Magallanes y se dejan ver de vez en cuando para escapar de su “bendita tierra”… que dicen amar, pero que cuando se trata de “lucas” (dinero) prefieren invertir en nuestro país para asegurarse de sobrevivir en caso de que ocurra alguna catástrofe en su corrupto, siniestro y megalómano país.
¿Qué pasa con nuestras especies nativas? ¿Qué pasa - por ejemplo - con el pudú, el cóndor andino, la vicuña, los guanacos y pumas?
¿Hay una ley que obligue a algún organismo estatal a supervisar si estas especies están a salvo?... no tenemos idea porque son más importantes las operaciones de las momias de la farándula que saber si nuestros animalitos están bien y seguros de los cazadores ilegales. Hoy no es difícil encontrar “devoradores de la naturaleza” vendiendo carne de puma y de otros animalitos que viven en el más absoluto desamparo.
Es culpa de las autoridades que las tierras se vendan como si sobraran.
Es culpa de los gobiernos la extinción de las especies.
Es culpa de las políticas y de los políticos el no tener leyes o crear leyes severas que desanimen a los asesinos de animales.
Una mano
dura es un buen disuasivo, un buen correctivo… ¡Hasta cuando tanto desapego a
la tierra y a sus criaturas!
¿Es necesario recordarles que ellos estaban antes que las monstruosas catedrales de cemento y antes que las máquinas que destruyen su medio ambiente?
Es culpa de la sobrepoblación. Es culpa de los pobres y de sus desatinadas costumbres sexuales, porque gracias a ellos se deben construir casas y destruir tierras, construir más caminos y cementar senderos que otrora usaban nuestros hermanitos menores.