Wotan y las Runas
Y Wotan
dice:
“Yo sé que
he estado pendiendo nueve largas noches
del árbol,
helado por el viento del norte.
Por la lanza
herido, en el sacrificio de Wotan.
En el mí
mismo, en el Sí-mismo.
En el
soberbio árbol, del que los hombres nada saben,
ni de que
raíz brotó.
No se me
ofreció alimento, ni hidromiel en cuerno,
para
consolarme.
Hacia abajo
vigilaba mi ojo.
Quejándome
proyecté las runas.
Entonces caí
a tierra.
Nueve cantos
aprendí del Guerrero-Avatar,
el guerrero
de la Bestla,
el hijo de
Bölthorn.
Del más
noble brebaje bebí un sorbo.
Y a florecer
comencé, también a madurar.
Sabio llegué
a ser.
La palabra
me guiaba, de palabra en palabra.
La obra, de
obra en obra.”
Otro poema:
aprendí por fin quien en realidad era.
Herido por la lanza a Wotan consagrada,
hice de mí mismo un sacrifico a mi Ser.
Colgaba del árbol, cuna de los hombres,
que a la raza humana se esconde,
y mientras lo hacía, ni vino
ni pan se me ofrecía.
Y así, colgado, hacia adelante
me incliné y las runas aparecieron ante mí
y gritando de dolor las poseí.
Del árbol bajé.
Y me hice grande en sabiduría,
crecí en estatura, sané en bienestar,
y palabra tras palabra, nacieron las palabras,
y las hazañas le dieron forma a las hazañas.
Ahora conozco los cantares
como ningún sabio o hijo
del hombre lo hizo antes.
A las runas he dominado
y si alguna vez caen en tus manos,
¡Agárralas, sostenlas, úsalas
mientras escuchas sus cánticos!
¡Gloria a ti, si logras retenerlas!."