domingo, 19 de noviembre de 2017

La Causa Primera: Dios



Dios: ¿Un simple cuento... o solo lejanía?




¿Existe algo que sea real?

Es una pregunta válida... porque se supone que todo lo que conocemos es una ilusión creada por un Dios, que no es el verdadero Dios.

La materia viene siendo como una proyección de la antimateria invisible donde residiría el auténtico y verdadero Dios. Una copia burda de nuestro hogar no material.

El Dios del ‘Big-Bang’ es otro, algunos lo llaman el Demiurgo, y vendría siendo el Dios del pueblo de Israel, el Dios en que todos creemos (del verbo creer, no del verbo seguir), el mismo de todas las religiones, aquel que nos enseñaron a adorar y a ‘temer’ desde niños, el Dios de las potencias de la materia, de la maldita materia. Esto significaría que la materia es enemiga del espíritu. Esto expresaría que nuestros cuerpos son contenedores-prisiones del espíritu.


Vale hacerse una pregunta:

¿Los suicidas… a quién - entonces- estarían tirándole la vida en la cara?


¿Al Dios-Falso de la materia o al Dios inalcanzable y oculto de la antimateria?


La respuesta debe seguir un curso lógico: al primero, al Dios creador, al Demiurgo.

Una respuesta ilógica sería que a ambos… lo que nos llevaría a pensar que el Absoluto avalaría al segundo, en una suerte de juego de dioses y donde nosotros solo somos peones, no más importante que los insectos.


Fuimos diseñados para ser ovejas que no puedan escapar del redil de las potencias de la materia.

¿Hay alguna forma de escapar de esta matriz material?

Al parecer... sí. Pero no viene al caso.


¿Cuantas veces nos hemos preguntado si Dios existe?


¿De verdad existe o es solo una ilusión proyectada de nosotros mismos para consolarnos en la amplia vastedad del oscuro y gélido espacio?


¿Dios es una necesidad propia del ser?


¿O Dios es una creación de esas razas que cayeron o bajaron a nuestro planeta para tenernos espiritualmente amarrados al temor y a la reverencia? ¿Una imposición?


Dios (como se llame: Odin, Aten, Ahura Mazda, Alá, Jah, Shangdi, Zeus, Mitra, etc.) - si existe - está tan lejos que no creo que se dé el tiempo de estar preocupado siquiera de complacer tus plegarias, nuestras plegarias,… oraciones que se desvanecen en la nada misma luego de salir de nuestra voz mental.


¿Dios es tan necesario para nuestra vida?


Desde que nacemos hasta que envejecemos las cosas que logramos o que tenemos son provistas por: el trabajo, los negocios, la habilidad propia, el azar, el principio de correspondencia, etcétera. Dios no es un jefe que te extienda un cheque mensual para que sobrevivas en su creación.

Es fácil decir que Dios nos provee de todo... pero ¿Hasta cuándo?

¿Hasta cuándo él quiera?


Creer esto es tan estúpido como adorar y servir al jefe de E.N.A.P. sin recibir nada a cambio.

Es tan imbécil como creer que tu padre - al que no conoces - te ama y te quiere solo por haberte traído al mundo, pero al que no le interesas, que no te mantiene y que no te cuida... jamás. A final de cuentas terminamos creyendo que todo lo que hacemos, todo lo que logramos no es por mérito propio… siempre es gracias a él. Si es así: ¿Cuál sería nuestra única virtud… respirar, defecar, fornicar, destruir, contaminar?


Lo malo sí es propio, eso lo hacemos por cuenta nuestra, porque somos imperfectos… al menos eso nos enseñaron, a vivir con el sentido de la culpa, para no achacarle a Dios errores, se supone que él es perfecto, y nosotros a su vez le echamos la culpa a otro: a Lucifer-Satanás. Un Dios sin enemigo no tiene chiste. Satanás, Satán - o como se llame - es el chivo expiatorio perfecto para justificar todas las barbaries humanas, pero también las divinas.


Sigamos con Dios: 
¿Qué pasa entonces con su "protección"?

No protege a los niños en las guerras, no protege a la gente que vive desahuciada o enferma, no protege ni cuida a nadie, ni siquiera a su propia gente, y luego hay que justificarlo (porque él no se digna a hacerlo), entendiendo su desprotección como un mecanismo de enseñanza y prueba para los “justos” y solo a él se le permite esto… nosotros – la humanidad – nos atenemos a reglas que impiden que un padre corrija, encamine o enseñe maltratando a su hijo.

¿No es extraño?

A Dios se le ha entregado un rol casi de un súper héroe... y no lo es. Si existe, está lejos de nuestro alcance. Y la palabra Dios sirve solo para algunos: PARA AQUELLOS QUE VIVEN A EXPENSAS DE SU NOMBRE… y para aquellos que le temen, y termina siendo el Dios de los solitarios, de los desesperanzados, de los criminales, de los mentirosos, de los que no carecen de nada, de los desquiciados que matan en su nombre.

No es un Dios misericordioso, ni compasivo... esas características son humanas, y para intentar comprenderlo le otorgamos cualidades que son propias de nuestra especie, porque si no las tuviera sería algo muy ajeno a nosotros.

Dios podría ser hasta prescindible sin esas cualidades antropomórficas.


A las religiones les convienen vender un Dios maravilloso, si no lo hicieran y dijeran la verdad ¿Quién seguiría en la religión si no hay beneficios de un supuesto Dios "todo bondad" que te promete una salvación eterna?

La religión es un negocio basado en una palabra que mueve y conmueve, 4 letras que han movido al mundo desde siempre,... y siempre en el sepulcral misterio.


La verdad es que no sabemos si Dios existe.


La verdad es que él no interviene en el camino del hombre. Solo somos importantes - según la Biblia - para seguir comandos y mandatos, y si no lo hacemos nos pudriremos con todos sus hijos que se rebelaron.


¿De qué nos sirve seguirlo? 

¿Solo para salvarnos después de la muerte?


¿Esa muerte cruel, infernal y devastadora, solitaria, llena de demonios, sombría, oscura y eterna que nos han vendido para vivir con espanto y miedo?


La verdad es... que no sabemos nada.

No podemos comprobar si Dios existe, y si él no existe… tampoco existe Lucifer-Satanás, no existe el bien y el mal.

Debemos entender que solo existe SABIDURIA e IGNORANCIA en la existencia del ser.


Tenemos el poder, y es solo nuestro: la magia de elegir, de optar por tal o cual camino. Esa es nuestra única libertad, porque estamos a merced de Dios o los dioses.


Nosotros tenemos en nuestras manos el poder de cambiar las cosas que no son sabias… si existe Dios nadie lo sabe, si existe una fuerza absoluta que está más allá de nuestros sentidos, de nuestra intelectualidad, de nuestra sabiduría, de nuestros valores, de nuestra ética o moral… no nos corresponde manipularla con religiones que terminan dividiéndonos o que terminan ahuyentándonos hacia la ignorancia.


La totalidad se cumple con la adición, no con la resta. Un Dios que divide no es un buen Dios.


Vivimos en un mundo cruel, un mundo creado por las malas decisiones y basadas en la ignorancia, en la inoperancia y en la terquedad. Un mundo cuyos cimientos están sostenidos en el conocimiento de algunos dioses menores, hijos de un Dios,... y no sabemos de cual.


Necesitamos creer en algo superior, de enorme grandiosidad. Ese algo siempre lleva la palabra Dios. Sin Dios estamos solos viajando por el espacio material… sobreviviendo.

Sin él… somos huérfanos. Somos simples huérfanos estacionados en una tierra que ni siquiera podemos cambiar, y que apenas merecemos.

Sin él se suprime la culpa, y el hombre ¿Perdería el control? Yo creo que no, porque las leyes humanas no desaparecerían. Sin Dios, tal vez, le demos a cada quien lo que se merece.

Sin controles divinos, sin esa sobrevalorada ética espiritual que impide que exterminemos a las bestias que matan y violan la civilidad que aún no sabemos proteger.


¿Qué perdemos sin un Dios vigilante? Es muy complejo determinarlo.


Sin Dios-- ¿A quién le echarían la culpa de los males que son propios?


Dios es lejanía.


Es silencio,... no se escucha su voz.


Deus in Absentia.


Siempre hemos estado solos en este páramo de angustias auto creadas.

Tal vez, pecamos de ignorantes y sí existe… y ese ‘dios de la materia’ (el otro) logró su objetivo… que sigamos dependiendo de él… para que nos olvidemos del Dios real… para que sigamos jugando en esta ruleta cíclica, creada por ellos,... para que estemos lejos de la verdadera patria espiritual… sin esperanzas, dubitativos, carentes de fe, sin esa sabiduría invisible e inmaterial de la que estamos compuestos.


A alguien le conviene que sigamos distantes y fríos como el espacio residual.