viernes, 3 de noviembre de 2017

Campamento Nebuloso (Parte 2)





¿Es posible que la neblina que cubrió los bosques sean un indicio, un mensaje, una visión de lo que somos hoy?

Puede ser.

¿Pueden las cosas cambiar?

Yo creo que no. Es un rotundo no.

Los cambios requieren de una fuerza volitiva extraordinaria, algo que se acumula con el paso del tiempo. No es algo implícito, es algo que se moldea, que se recubre con fortaleza mental, con hambre profunda de recordar quién eres.

 

¿Por qué ir a perderse a los bosques con gente normal?

Tal vez porque los agregados no importan cuando lo que buscas no está en ellos, está en la naturaleza, en su frío, en su desolación, en su silencio, en su calma.

 

¿Sirvió de algo ir?

Por supuesto. Tengo los ojos más abiertos. Sé quién es quién.

A ratos sentí ese perfume nostálgico ancestral, me reencontré con mi naturaleza primigenia, aquella que te mantiene atento, ese canto de caos que nos trajo hasta esta época.



Creo, sinceramente, que cada segundo debe abrazarse hasta el hostigamiento. El tiempo nos devora como lobo hambriento (o como empresario tragaldabas) y tampoco puedo vivir aguardando que renazcan los viejos vikingos, me saldrían canas multicolores esperando.

El auto, una vez más, fue la mesita de centro... y tuvimos que bajar kilómetros a pata. Cuando llegamos al retén de Carabineros, estaba más cansado que actor porno, más cansado que correr una maratón con las botas de Robocop... las patas me ardían y estaba muerto de sed. Lo bueno es que no sobró nada de vodka... imaginemos este panorama:

- Antes de venir Boromhyrr seguro se ponía a chupar (del verbo beber), y yo igual me hubiera tomado unos tragos.

- El auto se empantana (lo que sucedió) y tenemos que bajar a pata como pico... nooooooooooo. De solo imaginarlo me enroncho entero.



¿Volveré a otro campamento?

Mmm, no creo. Ya no es lo mismo. No se disfruta a plenitud. Siempre termina en «pudo ser mejor».

Para terminar esta bitácora de viaje quiero putear a los hijos de perra que ensucian, afean y contaminan los bosques.

¡Púdranse!... van hasta el kilómetro 36 para tirar basura.

¡Agüeonaos!... ¿Por qué no van al vertedero y tiran sus mierdas ahí?

 

Vean esto:



Es por esta razón que la Madre Tierra castiga a los humanos, y estos mismos imbéciles lloran y se quejan de lo que sucede en estos tiempos.

«Sus ojos brillaron con la luz que resplandece en los centros más oscuros del planeta, y vio el modo en que la madre cuida de sus hijos: los gusanos, las raíces de las plantas, los ríos que forman cascadas de kilómetros entre las grandes rocas de enormes cavernas, las cortezas de los árboles. Una vez más fue llevado al seno de la gran madre Tierra y comprendió la alegría que representaba la vida de ésta». 

(Harlan Ellison)



«Nuestra madre Tierra es una profunda memoria. Inscribe en su rostro devastado todos los acontecimientos que sufrió desde la noche de los tiempos».

(Michel Tournier)



Reflexionemos...

«Cuando digo Madre... pienso en 3... La Madre que fue parte de mi existencia, la Madre que me alimenta (Gea) y la Madre que me cuidó y crió». 

(Jarl Asathørn)