… no hay
retorno.
… el viaje
comenzó y nadie se ha dado cuenta.
… la
penta-dimensión aguarda hasta el llamado final, cuando ya no haya escape.
… y se van
todos… ricos y pobres, malvados y justos, los que quieren y los que no…
… hay algo
de injusticia, lo sé… Pero ¿qué se puede hacer?
Caerán
profecías en el intertanto, profetas elevados a niveles de “dioses”… caerán
videntes y libros antiguos… la verdad será reducida y compacta… y saldrá a la
luz.
No hay
retorno tampoco para mi viaje.
Busco entre
los espacios mi lugar…
… a veces… he divisado algo más allá de la conciencia, y agradezco esos
flashes llenos de sensaciones donde las palabras para describir lo visto no
existen.
El cuerpo no
está preparado aún para romper el velo… las frecuencias saturan los oídos y la
mente, y de pronto… un viaje lejos, estadía corta en lo indescriptible.
… no hay
retorno. Lentamente Gea avanza a su evolución. Un salto cuántico lleno de
misterios, un ajuste, una sintonía universal, un rompecabezas que se arma en el
eterno puzzle cósmico.
Lo que una
vez falló podrá ser reajustado.
Ya tuvimos una primera muerte.
¿Retornamos
a línea real del tiempo para in sécula?
Murmullos, y
cantos. Sintonía radial numérica desde el Cor de la vida.
… el viaje
ya está en marcha…
Juego con mi
mente para encontrar más rápido el camino.
… no hay
vuelta atrás, lo sé.
¿Qué rostros
veremos cuando hayamos saltado la valla del tiempo y del ajuste?,
¿Qué
sucederá con los negadores?,
¿Habrá algún
tipo de justicia universal?
Mi mente es
mi Taam. Los bosques mi templo. Mi soledad el encuentro. La enfermedad mi
montaña. El mundo mi enemigo.
Suenan los
tambores entre el frío de discordia y el abandono espiritual de Moenia.
“La
indiferencia es el profundo opositor”.
“La
indiferencia es el enemigo”.
Nadie
observa con detenimiento. Nadie quiere mirar.
Se escuchan
los tacones marchando por las calles y avenidas al son del que todo lo ve. Un
desfile que él organiza para beneficio del caos, él es la enfermedad y la cura…
todos ellos cambiando y mudando de piel. La justicia no existe.
El cielo ya
no le concierne a nadie… solo es la ruta de pájaros y miradas.
… no hay
retorno de la ceguera.
Phi estalla
en mis oídos cada noche, es como una linda adicción. Es el sonido de la nieve…
y la realidad cambia, y mis ritmos vibracionales también… es un profundo
suspiro en el cuerpo del único Dios.
… el viaje
comenzó y nadie se ha dado cuenta.
El Martillo
cae desde lo alto, y se sacuden los conocimientos…. Y en la soledad del frío
estiro la mano para tomar la vieja manzana… y morderla como ayer…