LA TIERRA DE HELA,
EL PRINCIPIO DE RAGNARÖK
«Tyr mastica la vida
y la escupe en un cofre.
Perder una mano por
nada.
La llama de Balder
no ha servido para los cambios.
La humanidad solo es
una mutación de laboratorio.
¿Dónde está el alma
del sapiens?
¿Escondida, tal vez,
en el abismo del genoma?
¿Perdida en los
intrincados caminos de la mente?
Humanidad… solo un
pequeño paso.
Apenas gatea sobre
las piedras nebulares.
Apenas balbucea una
letra en el Bifrost que lleva al Libro Existencial.
¿Dónde están esas
cualidades que nos hacen semidioses de la creación?
¿En el alma
sanguínea?
¿Sepultadas en el
no-tiempo?
¡¿Dónde!?
Forseti yace herido
sobre las borrascas que cubren las ciudades.
Sapiens…
… más allá de las
esferas del tiempo… Bragi ríe… mientras bebe el dulce néctar.
¿Qué pasa con esta
seudo tierra que cada día se parece más a Helheim?
¡Hela reina en este
lugar!
… pronto una playa
de cadáveres bajo el signo rojo. Cielos pintados con saetas, una nueva-vieja
tierra en llamas.
Cabalgarán los
infames y fecundos hijos lunares.
Nada pueden hacer
Eir o Sjöfn.
¿Por qué no vuelven
viejos dioses vikingos a limpiar el desastre que domina este mundo servil y
esclavo?
Es entropía…
Se oyen truenos al
este de Walhalla
y el hijo de Wodenaz
permanece en silencio,
en lo alto del cielo
vikingo divino,
absorto entre
susurros, pensativo entre sombras.
Se oyen voces y el
viento llora,
se escucha el gemir
de los dioses mayores,
una rebelión se
escribe en las esferas,
Son las sombras, los
cantos,
los ojos del
contrario, son los hijos de Fenriz,
los monstruos de la
paranoia, las lenguas del deseo y de la muerte,
los ojos de la
blasfemia.
Se oyen relámpagos
al oeste de Walhalla,
cerca del manzano
donde el olvido se volvería condena,
allí donde los
bosques se moverían entre piernas,
donde la ofidia que
murmura en las noches gime,
no una, sino muchas
veces,
donde la llama de
tormento te consume
y donde afloran las
tristezas,
¡Cuántas serpientes!
puedo oírlas hablar
entre ellas,
se cuentan las
viejas historias que son de hoy,
hablan de los
imperios que derrumbaron
y del tártaro sexual
que cuelga del cuello de Hela.
Se oye el atronador
silbido de lujuria
brotando del pantano
inframundano
que se dibujaba en
los sueños de Loki.
Y comenzó a crearse
un templo,
lejos del primero,
en lo último del espacio.
Para los hijos de
Miðgarðsormr.
Para los hijos de la
locura.
Puedo sentir el
latir de la angustia,
el hambre de los
pobres.
Puedo ahogarme con
tus lágrimas mientras
la entropía se
transforma en Ragnarök».