Los sueños oscuros (pesadillas) que relato son
parte de mi vida, los he tenido de siempre y me llevan a deambular por
distintos «mundos» distópicos de horror, misterio y suspenso. Me acostumbré
tanto a esto que con los años dejé de sentir incomodidad o miedo; y hablo de
cuando era muy niño; eran algo intrigante para mí, por esa razón me dediqué a
estudiar y a investigar todo lo relacionado al tema.
Para la mayoría son pesadillas, hoy para mí son
aventuras excitantes que me exigen al máximo mi capacidad de soportar cuanta
bestia o monstruo aparecen en ellas.
He aquí otro de mis sueños que comparto con
ustedes.
«Abro los ojos, estoy en otro lugar... siempre
comienzan así estos sueños oscuros, como si me hubieran puesto ahí. Es mi
ciudad, por ubicuidad me daba la impresión de que estaba más allá de Zona Franca,
calle Bulnes.
Había muchos edificios de habitaciones, se
notaba que eran de gama alta, sector muy acomodado... era tarde-noche, las
calles estaban vacías. Camino despacio, viendo hacia todos lados, siempre cauto
y tratando de escuchar algo que me diera indicios de lo que pasaba.
Nadie en las avenidas.
Todo en absoluta quietud.
Avanzo hacia unas calles que subían... de
pronto veo a lo lejos 2 figuras que caminaban a unos 20 metros, no se
distinguen bien... me escondo detrás de un auto. Siento un pequeño gruñido...
lo que me temía, son muertos vivientes. Desde una casa veo movimientos de
cortinas, les hago señas. Nada. Se esconden.
Ahora lo único que pienso es: encontrar armas
para defenderme.
Ruidos a mis espaldas, vienen de una calle
aledaña... varios muertos me ven y vienen por mí. Corro, intentando no hacer
mucho ruido. Los muertos no corren, caminan lento... salto una cerca e intento
ingresar a una casa, pero primero me cercioro de que no haya nadie dentro que
me pueda disparar.
No hay nadie.
Empujo fuertemente la puerta... todo está
oscuro... voy al comedor. Nadie.
Entro a una sala de estar, todo ordenado... no
hay nada, ni armas, ni almas.
Subo al segundo piso... lo hago casi a gatas.
Nada.
Ingreso a una habitación... registro todo.
Me voy.
Cruzo la cerca y me voy calles abajo y me
detengo de golpe... en una calle hay cientos de muertos de pie, quietos... como
esperando.
Uno me mira, gruñe y todos comienzan a cazarme
y acelero mi paso a toda velocidad, ya no era tan necesario correr, debía
mantener energías.
Camino y camino, desesperanzado... porque no
tenía nada para defenderme y lo único que deseaba era una arma.
Todo se diluye y estoy en otra parte... y ahí
están mis camaradas de la vida, me acerco, los abrazo y los saludo, me
preguntan si estaba bien, les contesto que sí. Con ellos habían otras personas
que no conocía, y ellos me cuentan que eran algunos sobrevivientes que se
habían encontrado en el camino. Su meta era llegar al ferry para salir de la
ciudad e ir a Tierra del Fuego.
Avanzamos zigzagueando por pasajes y calles
para evitar a los muertos y entonces vimos algunos autos militares en llamas, y
nos acercamos y para nuestra felicidad había armas, escopetas, fusiles de
asalto y otras cosas, yo tomé una mochila militar y la llené de municiones
mientras mi camarada Christian hacía lo mismo, Víctor, su hermano recogía todo
lo que pudiera servir, chaquetas, etc. Una vez que terminamos seguimos
caminando hacia nuestro objetivo, y en eso aparecen varios zombis y nos atacan,
yo comencé a disparar tratando de utilizar las municiones lo mejor posible, las
cabezas explotaban, y uno a uno los muertos van cayendo... y comenzamos una
carrera a toda prisa porque era obvio que con tanto disparo esto ya habría
alertado a otras hordas de hambrientos zombis.
Estábamos exhaustos... y a la vista estaba el
lugar donde se suponía habría ferris rescatando gente... pero allí no había
nada.
Miramos al estrecho y todo era desolación,
ningún barco o barcaza en el horizonte. El sueño de la gente que andaba con
nosotros se desmorona y muchos se ponen a llorar y a enloquecer. Las mujeres de
más edad se derrumban en el suelo como dando todo por perdido. Yo los insto a
seguir y a dirigirnos por la orilla del mar hacia la ciudad nuevamente para
encontrar el puerto. Ir al aeropuerto era un viaje demasiado largo y cansador.
Mientras cargábamos las armas alguien nos
alerta de lo inevitable... miles y miles de zombis se acercan, adonde mirabas
habían muertos vivientes, y en grupos se desplazaban más rápido... se
acercaban, y las mujeres que nos acompañaban eran lentas y estaban agotadas.
Miro a mis camaradas y les digo:
- Víctor, Christian... sigan ustedes, yo los
cubro, yo me quedo. Voy a intentar retrasarlos lo más que pueda... ¡Váyanse!
Christian, mi hermano y camarada se pone a
llorar y grita de rabia negándose a que yo
me quedara solo a morir. Su hermano lo instaba a cumplir mis deseos.
Ellos - los zombis - están a 12 metros y vienen
hambrientos y furiosos...
Apunto y disparo, caen decenas... mi arma
escupe metralla a nivel de las cabezas y muchos disparos dan en el blanco, los
zombis que caen hacen tropezar al resto y esto comienza a retrasar a las
hordas.
- ¡Váyanse! ¡Rápido! - les grito.
Christian escupe el suelo y le grita a su
hermano y le dice que se vaya y que cuide al grupo de supervivientes...
- Yo me quedo con él - le dice.
Víctor se enoja y lo agarra del brazo
intentando obligar a su hermano de sangre a desistir de su decisión.
- ¡Lárgate mierda! ¡Lárgate mierda! – le grita
llorando.
El grupo se aleja corriendo.
Ambos sacamos todas las armas que nos quedaban
y nos preparamos para la pelea final, era nuestra muerte segura, pero queríamos
irnos peleando.
Lanzamos granadas, los cuerpos volaban en
pedazos por los aires, tripas, sesos, brazos y sangre por doquier.
- ¡Vengan hijos de puta! ¡Vengan! - gritaba
Christian mientras se fumaba un cigarrillo. Sus lágrimas ensuciaban su empolvada
cara, pero su sonrisa era la de un hombre que estaba decido a morir.
- Fue un gusto haberte conocido hermano - le
digo.
- Para mí también hermano - me responde.
Una lluvia de balas cayó sobre las hordas... a
3 metros... a 2 metros... a 1 metro».
Me despierto de golpe, cansado y sollozando,
como si hubiera llorado. Y días después le cuento este sueño a mi camarada
Christian y él me dijo que no tendría ninguna duda de hacer lo que él hizo en
mi sueño.
Extraído de mis múltiples sueños oscuros. Muchos
de ellos los tengo escritos.
Logo creado por: Aghy Purakusuma para
la banda Firienholt.
Logo fue editado para este artículo.