martes, 3 de octubre de 2023

Rezyklon presenta: 3 historias de misterio y terror



GOLPES EN EL AUTO



Una familia, compuesta por dos pequeños y sus padres, viajaba por carretera hacia Puerto Natales cuando el auto se les averió. Los padres salieron a buscar ayuda y, para que los niños no se aburrieran, les dejaron con la radio encendida. Cayó la noche y los padres seguían sin volver cuando escucharon una inquietante noticia en la radio: un asesino muy peligroso se había escapado de un centro penitenciario cercano a Punta Arenas y pedían que se extremaran las precauciones porque era un sujeto muy peligroso. Había sido encerrado por una masacre múltiple en la Patagonia chileno argentina.

El frío golpeaba con fuerza, y esto sumado al miedo y preocupación habían tensado el ambiente entre ambos niños que discutían qué o no hacer.

Las horas pasaban y los padres de los niños no regresaban. De pronto, empezaron a escuchar golpes sobre sus cabezas. “Track, track, track”. Los golpes, que parecían provenir de algo que golpeaba la parte de arriba del auto, eran cada vez más rápidos y más fuertes. “TRACK-TRACK-TRACK”. Los niños, aterrados, no pudieron resistir más: abrieron la puerta y huyeron a toda prisa por la carretera.

Solo el mayor de los niños se atrevió a girar la cabeza para mirar qué provocaba los golpes. No debería haberlo hecho: sobre el auto había un hombre de gran tamaño, que golpeaba la parte superior del vehículo con algo que tenía en las manos: eran las cabezas de sus padres.

 

EL DESAFÍO DEL CEMENTERIO



Varias adolescentes habían ido a pasar la noche en casa de una amiga, aprovechando que sus padres estaban de viaje. Cuando apagaron las luces se pusieron a hablar de un viejo al que acababan de enterrar en un cementerio cercano. Se decía que lo habían enterrado vivo y que se le podía escuchar arañando el ataúd, intentando salir.

Una de las chicas se burló de aquella idea, así que las otras la desafiaron a que se levantara y fuera a visitar la tumba. Como prueba de que había ido, tenía que clavar una estaca de madera sobre la tierra de la tumba. La chica se fue y sus amigas apagaron la luz otra vez y esperaron a que volviera.

Pero pasó una hora, y otra más, sin que tuvieran noticias de su amiga. Se quedaron en la cama despiertas, cada vez más aterradas. Llegó la mañana y la chica no había aparecido. Aquel mismo día, los padres de la chica regresaron a casa y, junto al resto de padres, acudieron al cementerio. Encontraron a la chica tirada sobre la tumba… estaba muerta. Al agacharse para clavar la estaca en el suelo, había atrapado también el bajo de su falda. Cuando intentó levantarse y no pudo, creyó que el viejo muerto la había agarrado. Murió del susto en el acto.

[De Tened miedo… Mucho miedo. El libro de las leyendas urbanas de terror, de Jan Harold Brunvand].

 

VEN A JUGAR CONMIGO



Hace un tiempo, una amiga mía y yo decidimos hacer espiritismo por primera vez, ya que nunca antes nos habíamos atrevido a hacerlo. Llamamos a otras dos amigas para que nos acompañaran, ya que a mí me habían dicho que probablemente con solo dos personas sería más difícil que pasara algo. Nos costó trabajo convencerlas, pero al final cedieron. Lo preparamos todo y, un poco asustadas, comenzamos a hacer la ouija.

Durante la sesión, una de las compañeras a las que habíamos llamado dijo: “Yo me voy de aquí, es una tontería esto de la ouija”. Nosotras nos asustamos un poco y decidimos dejarlo para otro momento.

Al cabo de unos días, la compañera que se había ido me llamó aterrorizada, diciéndome que, de camino a casa después de haber ido a estudiar a la biblioteca, al pasar por delante de una casa en ruinas que hay cerca de su hogar, una niña vestida de blanco le había pedido que jugara con ella. Mi amiga le dijo que no podía ya que tenía prisa por llegar a su casa, y acto seguido, la niña comenzó a llorar con lágrimas de sangre. Mi amiga salió de allí corriendo y al llegar a casa fue cuando me llamó. Hasta ahí fue lo que me contó mi amiga. En un principio me lo tomé a broma, pero algo me hacía pensar que mi amiga hablaba muy en serio.

En mi habitación comencé a darle vueltas al asunto y me acordé del día en que habíamos hecho espiritismo y de las malas maneras con las que mi amiga se había retirado. Pensé que no tendría nada que ver y me dormí. Al día siguiente esa misma amiga me llamó porque iba a quedarse sola en casa estudiando y tenía miedo, así que decidí acompañarla ya que yo tenía también que estudiar. Cogí un autobús y, ya en su casa, nos pusimos a estudiar. De repente, oímos a nuestra espalda un ruido como de arañazos. Las dos miramos y comprobamos horrorizadas que la niña que ella me había descrito estaba sentada sobre la cama de mi amiga, arañando la pared. Salimos corriendo de la habitación y al llegar a la puerta observé que mi amiga no estaba, pero yo estaba demasiado asustada para esperarla.

Un rato después, la policía llamó a mi casa informándome de que mi amiga había muerto de un ataque de asma. La habían encontrado en las escaleras de su casa, con una expresión de terror en su cara. Yo estuve en tratamiento psiquiátrico unos meses y ya me estaba recuperando, pero el otro día, en mi buzón apareció una nota escrita con letra de niña pequeña que decía: “Tu amiga murió por no jugar conmigo. Tengo una muñeca nueva…”. Yo creo que es una broma, ya que nuestra historia se ha hecho bastante popular en el pueblo, pero por otra parte tengo miedo… ¿vendrá por mí?

[Del apartado Historias de miedo para campamentos de la web de cultura popular oral Anecdonet].

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente:

Verne.elpais.com

Edición final: VDM.