martes, 24 de octubre de 2023

Tales of a Zombie Apocalypse (Part 3 - Part 4 - Part 5 & 6 - The End)

 


RELATOS DE UN APOCALIPSIS ZOMBIE

Autor: Vantriani

3

En un mundo donde los muertos caminan debes aprender que nunca puedes fiarte de nadie, incluso debes dudar de tus familiares y esa lección la aprendió nuestro protagonista anterior de mala manera, pero esto apenas comienza, así como Jorge fue tomado por sorpresa, muchas personas más se encontraban en diferentes partes de la ciudad tratando de luchar por su vida e incluso algunos de ellos luchaban por la nuestra.

 

ÚLTIMO HOMBRE DE PIE

El sargento Hernández se encontraba preparando a su equipo, se había activado la señal de emergencia, la policía local era incapaz de controlar la situación así que el ejército tuvo que entrar en acción, cuatro camionetas blindadas salieron en fila y se pusieron en marcha, sus órdenes eran encontrar sobrevivientes y llevarlos a los puntos de extracción que tenía controlados hasta ese momento la Marina.

 


Los vehículos llegaron rápidamente a una zona residencial, varias personas corrieron hacia ellos y los dejaban subir a la parte posterior de las camionetas mientras los demás soldados checaban el perímetro, ahí fue cuando tuvieron el primer contacto con lo que se enfrentaban, varios sujetos salieron corriendo de una casa que se encontraba cerca y empezaron a dirigirse hacia ellos, estaban llenos de sangre y gruñían fuertemente, Hernández dio la orden de que se detuvieran, los individuos continuaban avanzando de forma hostil, El sargento les apuntó con su arma y les pidió nuevamente que se detuvieran, cuando vio que no lo obedecían abrió fuego disparándoles en las piernas, era un excelente tirador, derribó a las tres amenazas rápidamente, pero aquellas cosas tan pronto llegaron al suelo se volvieron a incorporar y trataban de correr hacia ellos aún con las piernas perforadas, el sargento dio la orden y su equipo abrió fuego dejando aquellas cosas esparcidas por el suelo, las camionetas se llenaron y decidieron llevar a las personas a un punto de extracción. Se encontraban a mitad de camino cuando una de las camionetas se quedó atrás y empezaron a disparar, todo el convoy se detuvo y regresaron para verificar qué era lo que sucedía, el sargento Hernández se colocó frente a su equipo, los disparos continuaban, la camioneta se movía violentamente, se acercó lentamente y al llegar vio que una de las personas que habían rescatado se había convertido en uno de los muertos vivientes, varios pasajeros más se encontraban en el suelo, tenían varias mordidas en el cuello y se desangraban rápidamente, uno de los soldados de su equipo se encontraba hasta el fondo de la camioneta, lo habían mordido en un brazo, era un joven que apenas se veía de veinte años: «Ya no hay nada que hacer Sargento» - dijo aquel joven, levantó su arma y se dio un tiro en la cabeza, Hernández se quedó observándolo, tenía un extraño sentimiento recorriéndole el cuerpo, se sentía frustrado y decepcionado, por un momento se perdió en esas últimas palabras que parecían retumbar en su cabeza, tres disparos más lo regresaron a la realidad, varios cadáveres andantes se aproximaban hacia ellos atraídos por el ruido, el sargento dio las órdenes de que regresaran a los vehículos y se marcharan, pero aquella horda de muerte se acercaba cada vez más rápido, los soldados entraron en pánico y empezaron a disparar, pero eso solo los detenía por unos segundos, las personas que habían muerto en la camioneta se empezaban a levantar, tenían la mirada perdida, su piel era pálida y poco a poco su rostro se llenó de ira y empezaron a abalanzarse hacia los soldados, Hernández logró llegar junto con dos soldados más a la camioneta, la pusieron en marcha y se retiraron dejando detrás de ellos varios disparos que, poco a poco, fueron disminuyendo y se convirtieron en un mar de gritos desgarradores.

Los soldados le pedían instrucciones al Sargento, pero éste no reaccionaba, levantó la radio y trató de comunicarse con la base pero no tenía respuesta alguna, la camioneta seguía avanzando en dirección a una de las salidas de la ciudad, trataron de cortar camino por una calle privada cuando de pronto un joven salió de una de las casas, su ropa estaba llena de sangre, trataba de cubrirse de la luz, levantó sus manos: «Estoy bien» - gritó el joven, el sargento Hernández bajó de la camioneta, levantó su rifle y le disparó en el cuerpo, el joven cayó al suelo, los soldados avanzaron por la calle para verificar que no hubiera más hostiles, el sargento avanzó hasta el joven y lo remató dándole un tiro en la cabeza, varios gruñidos y alaridos se dejaron escuchar, sus hombres fueron emboscados en una de las esquinas de la calle y no les dio tiempo de respuesta, el sargento trató de regresar a la camioneta pero tres de esas criaturas ya le cortaban el camino, empezó a correr hacia la zona segura, la cual no debería estar muy lejos, estaba muy cerca, podía escuchar los vehículos civiles y a los marinos hablando por megáfonos para poner el orden, giró la cabeza para ver detrás y observó que la muerte andante venían detrás de él, cientos de esas cosas lo seguían, de pronto se empezaron a desviar atraídos por el sonido de los autos y los megáfonos, el sargento intentó llamar la atención de aquellas cosas pero ya era demasiado tarde, los marinos abrieron fuego y cada vez llegaban más de esas cosas hacia ellos.

 

4

Todo ocurrió tan rápido, las personas en ese puente fueron condenadas, nadie sobrevivió, el sargento Hernández solo contemplaba la escena desde la calle principal que llevaba al puente de extracción, varios de los cadáveres andantes empezaron a perseguirlo y continuó huyendo de ellos, llevando una marcha de muerte, poco a poco sus piernas empezaron a dar de sí y en tan solo unos minutos aquella marcha de muerte lo alcanzó dejando solo un despojo de lo que era antes.

 

Pero cambiando de escenario, unas horas antes iniciaba mi historia en este apocalipsis zombi, jamás pensé que viviría algo así, esta es mi historia, esta es mi versión del apocalipsis. No quedaba nadie más, la ciudad estaba infestada y yo estaba atrapado en el segundo piso de una casa, alrededor había miles de zombis tratando de alcanzarme, gruñían, se empujaban unos contra otros, golpeaban la puerta del cuarto en el que estaba, había colocado una barricada en las escaleras con una mesa que encontré, no aguantaría mucho pero me daría tiempo para pensar, llevaba atrapado en la habitación unas cuantas horas y es asombroso lo rápido que se acercaban al lugar, pareciera que algo les decía que había alguien, tenía una pierna lastimada, y no podía correr, ni siquiera podía mantenerme en pie, estaba condenado a morir, solo me quedaba esperar a que entren y me devoren o terminar con mi vida en un disparo, no sabía lo que pasaría…

 

ÚLTIMOS SEGUNDOS

Todo comenzó cuando acababa de cumplir veintiséis años, estábamos celebrando en la fiesta, todos comían pastel mientras reían, yo vivía en Tampico, es una ciudad pequeña de México, ese día hacía mucho calor, pero los árboles del patio refrescaban el lugar, no era una fiesta muy grande, solo habían asistido mis familiares cercanos y unos cuantos amigos, ya al final tomamos unas cervezas en el patio mientras mis primos menores jugaban videojuegos en la sala, eran cerca de las doce de la noche, al día siguiente tenía que trabajar así que los invitados poco a poco se fueron retirando, al final solo quedábamos Adrián, Gustavo y yo, quienes eran mis amigos de toda la vida, me ayudaron a recoger las cosas de la fiesta y entre plática y plática el tiempo pasó más rápido, de pronto nos dimos cuenta de que varias patrullas de policía se escuchaban a lo lejos y varios gritos se empezaban a escuchar en la calle, nos quedamos en silencio unos segundos para escuchar con atención: «Pum, Pum, Pum», un fuerte golpeteo nos tomó por sorpresa, los golpes se volvieron a repetir, era alguien que tocaba la puerta principal de la casa, pero más que un toquído parecían que eran golpes desesperados, Gustavo era el que estaba más próximo y se acercó poco a poco, volvieron a golpear la puerta fuertemente, se asomó por la ventana y me dijo que pidiera una ambulancia, Adrián estaba parado en la puerta de la cocina, tomó el teléfono y marcó, apenas pasaron unos segundos e inmediatamente lo mandó a tono de espera, la llamada a emergencias no lograba conectarse, los golpes se volvían cada vez más constantes, un fuerte crujido de cristales rotos se escuchó, Gustavo y Adrián caminaron hacia mí, los tres observamos como un sujeto trataba de entrar a la fuerza por la ventana, le pedí que se fuera o usaríamos la fuerza, pero parecía estar en un trance, otra ventana más se rompió y varios brazos luchaban por entrar en la habitación, mis dos amigos subieron corriendo las escaleras cuando vieron que varios un sujetos ensangrentados entraban por la ventana, yo subí detrás de ellos, fuertes gruñidos se dejaban escuchar, y la puerta de la entrada principal cedió, varias personas con sangre en su ropa y heridas en varias partes de su cuerpo corrían detrás de nosotros, a pesar de su estado conservaban la fuerza para seguir avanzando hacia nosotros, querían atacarnos, entramos en mi habitación y pusimos la cama contra la puerta, tratamos de tranquilizarnos, no comprendíamos que estaba pasando, todo estaba sucediendo demasiado rápido, aquellas personas golpeaban la puerta de mi cuarto, me asomé por la ventana y ahí nos dimos cuenta de la magnitud de las cosas, varios incendios iluminaban la noche, había personas corriendo por las calles atacando a todos los que se ponían en frente de ellos, algo estaba pasando con las personas, las hacía hostiles, los hacia desear la carne humana, los zombis se habían convertido en una realidad.

 


La puerta empezaba a dar de sí, pronto estarían dentro de la habitación, optamos por salir por la ventana, era tal el caos que los zombis de afuera se distraían fácilmente con los ruidos, bajamos por un costado de la casa entre dos bardas y corrimos al auto, los zombis estaban saltando por la ventana de mi habitación y varios más de la calle corrían hacia nosotros, Gustavo y yo logramos entrar rápidamente al auto, pero Adrián no corrió con la misma suerte, lo tomaron de un brazo antes de subir y lo jalaron hacía afuera del vehículo, lo empezaron a devorar frente a nosotros, aún recuerdo sus gritos de ayuda, el sonido de sus huesos rompiéndose y el gorgoteo de sangre que llenó el ambiente cuando le arrancaron un pedazo de su garganta, no había nada que pudiéramos hacer, ya estaba muerto.

 

5

Gustavo puso en marcha el automóvil, la puerta se cerró por inercia y avanzamos por la avenida principal, a lo lejos se escuchaban disparos, gritos de personas que pedían ayuda y junto con ellos también estaban los gruñidos de los no muertos, íbamos a dar una vuelta cuando varias camionetas del ejército salieron de la nada a toda velocidad, se dirigían al norte de la ciudad y no paraban de disparar a cuantas personas vieran al frente, Gustavo aceleró y varios de los soldados empezaron a dispararnos, la ley marcial estaba en acción, nada sale y nada entra, teníamos que salir de la ciudad, el lugar más próximo era el puente Tampico que conectaba con Veracruz, si lográbamos salir de ahí teníamos esperanza de sobrevivir.

 

Al parecer la mayor parte del caos se enfocaba al norte de la ciudad, en la radio se daba la alerta de emergencia, se recomendaba no salir de las casas, mantenerse alejado de cualquiera que haya tenido contacto con los hostiles y se declaraba la zona norte como una zona de emergencia, las luces de la ciudad se apagaron, estábamos en completa oscuridad, solo las luces de los autos alumbraban ocasionalmente las calles.

 

Al llegar al centro de la ciudad habían varias barricadas en las calles hechas por las camionetas del ejército, no permitían el paso a nadie, al acercarse empezaban a disparar, varios cuerpos adornaban el camino, víctimas de los disparos, seguir en auto no era una opción, bajamos del vehículo y caminamos entre las casas para evitar a los soldados, Gustavo mantenía un semblante de tranquilidad y yo trataba de seguirlo, pero en mi interior no dejaba de pensar que no lo lograríamos, nos detuvimos en un callejón, varios de los hostiles pasaron corriendo hacia un retén de soldados, los disparos se escucharon rápidamente, los hostiles empezaban a caer rápidamente, pero cada vez llegaban más y más zombis atraídos por el ruido, subimos a los techos de las casas y continuamos por ahí, cuando pasamos a un costado del retén no quedaba nadie más, solo habían grandes manchas de sangre sobre los cadáveres de los soldados y varios zombis aún arrancaban pedazos de carne de los cuerpos.

 

Logramos salir de la zona de emergencia y nos acercábamos al puente Tampico, a lo lejos podíamos ver las luces de los autos y varios vehículos de la marina que estaban en la entrada resguardando el lugar, también habían varias personas que cruzaban caminando el puente, nos acercábamos cada vez más a la zona de desalojo y empezábamos a escuchar varios gritos y quejidos, entramos al interior de la casa para poder observar con más detalle lo que estaba pasando, nos asomamos desde una ventana y la escena que contemplamos parecía sacada del mismo infierno, lo zombis habían llegado al puente y se daban un festín con todas las personas que estaban ahí atrapadas, varias de ellas no habían logrado salir de sus automóviles y las devoraban ahí dentro, otras más trataban de correr pero desde el otro lado del puente también llegaban los no muertos, estaban condenados, algunos en su desespero se lanzaban del puente, cayendo a una muerte menos dolorosa, los habían superado en número y no tenían adonde más ir, dos de los no muertos notaron nuestra presencia en la casa y se lanzaron tras nosotros, tratamos de regresar por el mismo camino de donde veníamos pero las calles estaban llenas de aquellos seres, Gustavo tomó un cuchillo de la cocina y yo tomé una silla de madera, entraron por la puerta de atrás, era un policía y una joven, el policía se veía normal pero cuando giraba su cabeza podías ver que le faltaba un gran pedazo del cuero cabelludo y tenía varias mordidas en la nuca, la joven estaba totalmente destrozada de uno de sus brazos parecía que se lo habían arrancado a tirones y le faltaba también un pedazo de su labio, el primero se lanzó sobre mí y lo golpee de lleno con la silla, Gustavo se aproximó sobre la joven y la apuñaló en la cabeza varias veces mientras yo la mantenía en el suelo, el policía se levantó lentamente y rápidamente lo regresé al suelo con un golpe, Gustavo se puso de pie y mientras yo presionaba al policía en el suelo le clavó el cuchillo en el rostro, tomé el arma que llevaba y luego de examinarla rápidamente le quité el seguro, nunca había utilizado una de verdad, pero solíamos jugar ‘gotcha’ en la playa de Miramar y siempre era el más diestro con las armas.

 

Los zombis atraídos por el ruido de la pelea lograron tumbar la puerta delantera y varios de ellos entraron, salimos por la puerta de atrás, estábamos muy cansados, no aguantaríamos una carrera contra esos seres que parecían no cansarse, llegamos a un muro y lo saltamos, varias de aquellas cosas nos alcanzaron pero no lograban saltar el muro, de pronto una horda de ellos llegó al callejón y empezaban a subir entre ellos, bajé de la barda pero me lastimé un pie, no podía caminar, Gustavo me ayudó a entrar a la casa, estaba vacía, había varias fotos familiares en el interior, con suerte aquella familia habría salido antes de que la muerte andante llegara a ellos, subía al segundo piso cuando los muertos entraron, tomaron a Gustavo entre los barrotes de la escalera y empezaron a morderlo, tiraban dentelladas al aire para tratar de alcanzar un pedazo de él, varios más empezaban a subir por las escaleras, le disparé a uno en las piernas e hice que cayera al suelo y varios más tropezaron con él, arrojé una mesa que estaba al final de la escalera y disparé una vez más a uno de los hostiles, me encerré en la habitación y puse todo lo que pude en la puerta, cada vez había más de ellos en el exterior, los golpes no dejan de azotar la puerta, un aroma a muerte empezaba a llenar la habitación…

 

6

Y ahora, la puerta se está rompiendo, «logró ver aquellos ojos sanguinolentos entre las grietas», un hueco más se hizo en la puerta, varios dedos ingresan por el agujero llevándose pedazos de la puerta, «cierro mis ojos», la puerta da de sí, «levanto el arma», los muertos caminan hacia mí, «apunto hacía mi cabeza, siento que me toman de los hombros y disparo», uno pensaría que la muerte por un disparo en la cabeza es inmediata, pero no, ahora estoy en el suelo, me desangro, no puedo moverme, pero puedo sentir todo, cada mordida, cada abertura en mi cuerpo, los veo comer mis entrañas, empiezo a tener frío, la mirada se me nubla y me pierdo con la última imagen de aquellos seres llenos de sangre, comiendo cada pedazo de carne que logran arrancar, el dolor se va y con él se van los últimos segundos de mi vida.

 

 

 

 

 

 

 

 








 

 

 

Fuente:

booknet.com

Edición final: V.D.M.