«En la guerra, la verdad
es la primera víctima».
(Esquilo)
La única
noticia de estos días es la guerra entre Israel y Palestina, aunque en rigor es
entre Hamas e Israel, porque si vamos a ser sinceros... Palestina no tiene
mucho con qué pelear, y menos soñar con ganar.
Para
entender algo de este conflicto no hay que ir tan lejos en el tiempo... sabemos
que esto se remonta de siglos... pero más puntualmente en la mitad del siglo
20, cuando le dieron derechos de Estado a Israel en 1948, eso solo acentuó las
diferencias abismales que existen en esa región. También hay que puntualizar
que Israel no ha hecho nada para mantener la paz y que las excusas de «hemos
sido atacados» ya suenan a cuento viejo que termina legitimando cualquier
barbarie que emprendan las fuerzas israelíes.
Siempre
ellos (israelíes) se jactaron de tener las fronteras más seguras del planeta,
con un sistema infalible de defensa... y esto se acabó el día en que el grupo
terrorista de Hamas sorteó y vulneró toda defensa de ese país, y aquí entra la
suspicacia... hoy ya se sospecha que esto es una falsa bandera impulsada por
Benjamín Netanyahu para seguir en el poder, y para que Israel tome de una vez
por todas esa zona que tanto problemas les causa, esto significa que, todo fue
orquestado para que Israel quedara como una víctima y que, con ese argumento,
pudiera atacar con todo la franja de Gaza, bombardeando a población indefensa y
desplazando a la fuerza a los habitantes.
Como en
todo conflicto de estos 2 siglos, las noticias falsas son parte de los
ingredientes principales, y al final, nadie sabe con certeza qué es verdad o
qué es mentira. Fotos trucadas de niños muertos, bebés supuestamente
asesinados, etc., son la guinda asquerosa que adorna esta torta bélica donde los únicos que
están perdiendo son los civiles.
Si hay
algo cuestionable a los palestinos es que hayan celebrado la muerte de tantos civiles del bando contrario y no hayan levantado sus voces para condenar la
masacre… eso solo le dice al mundo que todos los palestinos son terroristas, y
este argumento se valida en pro de los israelíes.
Lo otro
que se puede cuestionar y criticar es que todavía queden estos absurdos
religiosos que llevan y mueven a grupos de desquiciados a justificar que por el
dios que sea, se puede matar impunemente a cualquiera que no profese su fe ni
su religión, y no solo lo hacen los dementes talibanes o los grupos terroristas
que aman la muerte en pro de su devoción, sino que también, a todos los países
que siguen bajo este hechizo ancestral de soñar con un mundo bajo sus leyes
dictatoriales pro Dios, pro religare.
Como
bloguero no tomo partido por ningún bando, porque las guerras son la muestra de
la incapacidad de dialogar, y siguen demostrando que la sapiencia humana
siempre queda en el entredicho, y no podríamos cuestionar nada que pudiera
sucederle a esta especie cada vez más barbárica. Mark Twain dijo una vez que
«la guerra es lo que ocurre cuando fracasa el lenguaje».
Si hemos
de ser inteligentes no podemos elegir bandos: ni ser pro rusos, pro ucranianos,
ni pro palestinos ni pro israelíes.
Las
guerras no solucionan nada, quienes pierden somos todos.
Quienes
incitan la guerra y que la promueven, dejando atrás el diálogo, deberían ser
llevados a la horca, y las grandes organizaciones como la ONU, en vez de seguir
suscitando el genocidio deben ser duramente castigadas y eliminadas como
representantes de los países del mundo, pero esto no sucederá porque quienes
están detrás son los mismos que ganan millones con la maquinaria de guerra. La
paz no es un bien necesario en este mundo mientas sigan en el poder los mismos
monstruos de siempre.
La única
guerra justificable es en contra de organismos como la ONU, la OMS, la OTAN...
que viven de la podredumbre, de la muerte... son ellos los verdaderos enemigos
de la humanidad, y si los pueblos no se levantan para luchar contra estas
serpientes seguiremos en este torbellino que han creado para nosotros.
«La guerra es solo un
escape cobarde al problema de la paz».
(Thomas Mann)
«La guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido».
(Friedrich Nietzsche)