CORAZONES PERDIDOS
«Es
septiembre de 1811, y el pequeño Stephen Elliot, que acaba de quedar huérfano,
se muda con su anciano tío a Aswarby Hall, un caserón en la campiña inglesa.
Algo sorprendente, ya que los habitantes de la zona saben que ‘Abney’ es un
huraño estudioso de antiguas religiones que detesta el contacto humano.
“¿Es un buen hombre e irá al cielo?” le pregunta Elliot a la sirvienta, la señora Bunch. Ella le cuenta que es el mejor de todos, y le explica cómo hace muchos años adoptó primero a una niña, que desapareció sin dejar rastro antes de tres semanas, y más tarde, a un niño extranjero que se esfumó con tanta rapidez que dejó su *zanfona atrás.
Esa misma noche, Elliot tiene un peculiar sueño. En él está mirando a través de la puerta translúcida del baño que se encuentra al final del pasillo de su habitación. En la bañera hay una figura amortajada, con una terrorífica sonrisa en su cara y las manos sobre el corazón. De repente, la figura empieza a gemir y a moverse. Elliot se despierta y se da cuenta de que se encuentra en mitad del pasillo, pero no hay nadie en el baño.
Cuando llega el equinoccio, su tío le recomienda que cierre la ventana, y le cita después de la cena, en su estudio, a las once de la noche, porque quiere explicarle algo importante. Elliot, por la tarde, observa a su tío tomando una copa de vino tinto mientras lee unos legajos y quema incienso de una caja de plata, pero no se atreve a entrar. A las diez de la noche, antes de la cita con Abney, vuelve a mirar por la ventana de su habitación después de oír gritos extraños en el jardín. Allí ve a un niño y a una niña, los dos con las manos en su corazón. Asustado, corre a la habitación de su tío, donde tan sólo escucha gritos y sonidos guturales.
Abney
aparece muerto con una herida en su pecho que deja al descubierto su corazón, y
las autoridades locales dictaminan que su muerte se debe al ataque de un animal
salvaje que ha entrado por la ventana de la habitación. Sin embargo, cuando
Elliot investiga los papeles de su tío, se encuentra con la verdadera razón de
su muerte. Abney creía firmemente en que podía conseguir la vida eterna
consumiendo los corazones de tres niños. Para ello, debía extraerlos de las
víctimas aún vivas, quemarlas y mezclarlas con vino. El primero era el de una
niña gitana cuyo corazón había sido arrancado en 1792; el segundo, el de un
niño italiano en 1805, cuyos cadáveres había ocultado en la mansión. El corazón
de Stephen debía ser el tercero en la macabra receta».
LOS BANCOS DE LA
CATEDRAL DE BARCHESTER
(Historia de M.R.
James)
«Mientras hojea un ejemplar de alrededor de 100 años de antigüedad de 'Gentleman's Magazine', el narrador se topa con un curioso obituario. Se trata del de John Haynes, el antiguo archidiácono de la Catedral de Barchester, muerto de manera violenta alrededor de un siglo antes, quizá asesinado por alguien “inspirado por las obras de Shelley, Lord Byron y Voltaire”. La única información que existe sobre Haynes es una caja jamás abierta desde 1834 y entregada por su hermana Letitia. Gracias a las cartas y entradas del diario presentes en ella, el narrador es capaz de reconstruir la historia del archidecano.
Este llega a
Barchester en el año 1810 junto a su hermana, y pronto pasa a ocupar el puesto
que desempeñará hasta el final de su vida después de que el doctor Pulteney, su
antecesor, muerta al romperse el cuello tras caerse por las escaleras.
Las entradas del diario de Haynes muestran pagos a un tal J.L. a razón de 25 libras cada cuatro meses. Curiosamente, la doncella de Haynes se llamaba Jane Lee.
Después de tres años como archidiácono, Haynes decide, por fin, acudir a los servicios de la Catedral. Descubre en el banco reservado para él tres figuras construidas alrededor del 1700 por un tal John Austin. Un día, mientras dormita en su asiento, el archidiácono roza la escultura del gato y siente “una suavidad, como de áspero pelo, y un rápido movimiento, como si la criatura se estuviese girando para morderme”.
No es el
único encuentro extraño que Haynes tiene esas navidades.
El 1 de
enero, escucha mientras duerme en su habitación una voz que le dice “déjame
desearte un Feliz Año Nuevo”.
En febrero, alguien llama a su puerta y pregunta “¿Puedo entrar?” Pensando que es uno de sus criados, el religioso le responde que sí, pero no entra nadie… Aunque no puede dejar de sentir movimientos a su alrededor. Cuando su amigo Allen le visita, le explica que su compañía es grata, pero que no aguanta la agitación que hay en la casa, especialmente que las sirvientas salgan a pasear por los pasillos después de medianoche.
Una noche tormentosa, los sirvientes encuentran muerto a Haynes, probablemente después de que una arruga de la alfombra le hiciese tropezar por las escaleras. Sin embargo, su cara estaba completamente desfigurada después de haber sido arañada violentamente.
Un papel
encontrado en la escultura del gato da una información adicional al lector:
firmada por John Austin en 1699, este relata uno de los sueños que tuvo:
“Cuando me encontraba en el bosque en sangre fui bañado. Ahora estoy en la
Iglesia”. Una maldición amenaza a todo aquel que toque la escultura: si su mano
esta ensangrentada, morirá poco después».
*Zanfona:
f. Instrumento musical de cuerda, que se toca
haciendo dar vueltas con un manubrio a un cilindro con púas: ya solo se ven
zanfoñas en los grabados antiguos.
Fuente:
el
confidencial.com
Diccionario Espasa.
Imágenes creadas con AI.
Edición final: Jarl
Asathørn.



