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viernes, 13 de junio de 2025

El Bosque de la Discordia [Mini cuento]



El aire nocturno cortaba como un cuchillo. La fogata, un débil desafío a la oscuridad omnipresente, chisporroteaba agonizante. Javier, Christian y Viviana, tres amigos que se conocieron en el sendero de la vida, se habían adentrado en el Bosque de la Discordia buscando una escapada de la rutina, ignorando las advertencias de los estancieros.

 

«Es solo una leyenda, chicos», había insistido Javier, el líder del grupo, un hombre corpulento y alto con una sonrisa burlona. Christian, el más callado, había expresado sus dudas, pero la insistencia de Javier y el deseo de aventura de Viviana lo habían convencido.

 

De repente, un silencio sepulcral cayó sobre el entorno. Los sonidos del bosque callaron, el viento dejó de susurrar entre los árboles. Solo el crepitar de la fogata rompía el silencio, un sonido ahora amplificado y amenazante.

 

Fue entonces cuando la vieron. Una luz, no como ninguna que hubieran visto antes, se movía entre los árboles, danzando con una velocidad antinatural, de color violeta. No era un farol, ni un fuego fatuo. Era algo... diferente.

 

«¿Qué mierda es eso?», murmuró Viviana, con la voz temblorosa. Javier, aunque intentaba mantener la compostura, tragó saliva con dificultad.

«Es-es un ¿OVNI?», responde con duda.

«¡Javier, vámonos, puede ser peligroso!», agrega con voz temblorosa Christian, que al tiempo toma la mano de Viviana. Ella lo mira, suelta su mano y avanza con lentitud hacia la oscuridad.

 

La luz se acercó, aproximándose cada vez más al claro donde estaban acampando. Se detuvo al borde del bosque, brillando con una intensidad cegadora. Luego, se desvaneció.

 

El silencio volvió a reinar, pero esta vez era un silencio cargado de anticipación, de terror latente. Christian, pálido como un fantasma, señaló hacia el río que corría cerca del campamento.

«Allí... hay algo allí», susurró, con los ojos muy abiertos.

 

Una figura de unos 4 o 5 metros se alzaba junto al río, difuminada, como una sombra, muy alta y delgada, irradiaba una sensación de maldad pura, de algo ajeno a la realidad que conocían, algo extraterreno.

 

Javier, impulsado por una mezcla de miedo y arrogancia, tomó su linterna y se dirigió hacia la figura.

«¡Quién mierda anda ahí! ¡Muéstrate!», gritó, con la voz intentando sonar firme.

 

La figura no respondió. Simplemente se quedó allí, observándolos con una mirada que parecía penetrarles el alma. El aire se vuelve casi eléctrico y un zumbido extraño resuena en la cabeza de Javier.

 

De repente, Javier gritó. Un alarido gutural, desgarrador, que heló la sangre a Christian y Viviana. La figura junto al río se había acercado a él, y ahora Javier se retorcía en el suelo, agarrándose la cabeza, sus ojos ensangrentados eran una manifestación de algo horrible que destruía su cuerpo, desde adentro...

 

«¡Javier! ¿Qué te pasa?», gritó Viviana, corriendo hacia él. Christian, paralizado por el miedo, observaba la escena con horror.

«¡Vámonos de aquí Vivi, vamos, huyamos!», gritaba aterrorizado Christian.

 

La figura se movió de nuevo, esta vez hacia Viviana. Antes de que Christian pudiera reaccionar, Viviana también cayó al suelo, gritando y convulsionando. La figura parecía absorber algo de ellos, una energía vital que los dejaba vacíos y rotos.

 

Christian, presa del pánico, huyó hacia el bosque, tropezando y cayendo entre las raíces de los árboles. No sabía a dónde iba, solo quería escapar, alejarse de esa entidad maligna, presa del pánico, jadeando con dificultad.

 

Corrió durante lo que pareció una eternidad, hasta que cayó exhausto al pie de un árbol. Se acurrucó allí, temblando y sollozando, esperando la muerte.

«¡Esto no está pasando, esto no está pasando, Dios, Dios, ayúdame!», murmuraba entre lágrimas Christian.

 

Pero la muerte y la ayuda no llegaron. En cambio, la figura apareció frente a él, observándolo con su mirada penetrante. Esta vez, sin embargo, no sintió miedo. Sintió... entendimiento.

La figura le mostró visiones. Vio sus mayores miedos, sus inseguridades más profundas, sus deseos más oscuros. Vio la envidia que sentía por Javier, la atracción reprimida hacia Viviana, el resentimiento por una vida que sentía mediocre e injusta.

 

La figura le ofreció una solución. Le ofreció poder. Le ofreció la oportunidad de ser algo más que el cobarde y el perdedor que siempre había creído ser.

«Debes tomar una decisión», le dice con furia la entidad desconocida.

 

Christian aceptó. No hubo palabras, no hubo contrato. Simplemente, un entendimiento tácito, una comunión de almas corrompidas.

 

Cuando Christian regresó al campamento, Javier y Viviana yacían inmóviles en el suelo, sus ojos vacíos. La figura había desaparecido entre los árboles en medio de una nube violeta que se dispara hacia el cielo negro y estrellado de la Patagonia.

 

Christian se acercó a sus amigos y, sin sentir remordimiento, extendió sus manos hacia ellos. Sintió una energía oscura fluir a través de él, absorbiendo la esencia de Javier y Viviana.

 

Se sintió más fuerte, más poderoso. Ya no era el Christian cobarde y asustado que había entrado en el bosque. Era algo diferente, algo... más.

 

A la mañana siguiente, un estanciero encontró el campamento vacío. Solo quedaban las cenizas de la fogata y un silencio sepulcral, y junto a las piedras que rodeaban la extinta fogata se hallaban dos formas humanas hechas con cenizas.

 

Las autoridades nunca pudieron entregar respuestas sobre lo sucedido.

 

Christian nunca fue encontrado. Su familia nunca supo más de él.

Los estancieros de los alrededores juran que, en las noches oscuras, se puede ver una luz violeta danzando entre los árboles del Bosque de la Discordia, y una sombra oscura que busca nuevas almas para consumir.

 

Escrito por: CristiAn Pablo TotIevaseb.

Basado en una idea de: Jarl Asathørn.

El bosque y los personajes son reales. La historia es ficticia.

Imagen de la portada: es.pngtree.com

Imagen editada por: Jarl Asathørn.

Edición final: Jarl Asathørn. 

miércoles, 4 de junio de 2025

Rezyklon presenta: «Black Plasma Armour» (Membaris)

 


ARMADURA DE PLASMA NEGRA

 

Fase I – Depresión

Una vez más, me paro sobre el suelo helado. Mis dedos se congelan en la fría noche. Una lágrima cae y se cristaliza en el suelo. Deseo irme de aquí, por encima de toda existencia humana. 

Para mí, «más allá de la existencia humana» significa escapar por fin de la batalla de los sentimientos.

Y aunque me encanta sentir, el dolor crece constantemente.

 

Fase II: Conclusión

Cuando muera físicamente, mi recuerdo se desvanecerá cada vez más, hasta que mi vida anterior solo tenga un significado fugaz en los pensamientos de los demás. Esa no es la solución.

El camino debe ser otro. 

Mi cuerpo adornado con piedras y cadenas. Desgarrando la carne, agotador al espíritu. Y, sin embargo, nunca me derrumbé.

Todas estas experiencias de ser humano, inmortalizadas en las piedras más duras.

Por mi mano y mi fuerza, por una fuerza contundente.

 

Fase III - Solución

Un hombre con razón - El Filósofo

Hay momentos en la vida que no puedes negar.

Momentos en los que piensas en incinerar toda vida humana y olvidar.

Pero ¿de qué sirve esta claridad y escrupulosidad si uno solo permanece inmóvil? 

He perdido mi rostro en un mundo lejano.

Ahora por fin he llegado espiritualmente.

Aquí, donde el oro del sol de la tarde lentamente da paso a la pesadez del ánimo oscuro.

 

Fase IV – Tomar acción

Ahora emergí lentamente de la tierra negra.

Obras y pensamientos, como barro negro de antaño, me envuelven y se desmoronan.

¡Mi camino para construir mi armadura ha terminado!

Nunca se extingue realmente el fuego del pasado.

Mi voluntad nunca se desvanecerá.

¡Arderé en negro!



Fuente:

Tema musical: Membaris.

Edición lírica: Viking Ted.

Portada creada con AI por Jarl Asathørn.

Edición final: Jarl Asathørn.

 

viernes, 21 de marzo de 2025

Rezyklon presenta: «Oscuridad» [Poema de Lord Byron]



«Tuve un sueño, que no era del todo un sueño.

El brillante sol se apagaba, y los astros vagaban apagándose por el espacio eterno, sin rayos, sin rutas, y la helada tierra oscilaba ciega y oscureciéndose en el aire sin luna; la mañana llegó, y se fue, y llegó, y no trajo consigo el día, y los hombres olvidaron sus pasiones ante el terror de esta desolación; y todos los corazones se congelaron en una plegaria egoísta por luz; y vivieron junto a hogueras - y los tronos, los palacios de los reyes coronados - las chozas, las viviendas de todas las cosas que habitaban, fueron quemadas en los fogones; las ciudades se consumieron, y los hombres se reunieron en torno a sus ardientes casas para verse de nuevo las caras unos a otros; felices eran aquellos que vivían dentro del ojo de los volcanes, y su antorcha montañosa:

Una temerosa esperanza era todo lo que el mundo contenía; se encendió fuego a los bosques - pero hora tras hora fueron cayendo y apagándose - y los crujientes troncos se extinguieron con un estrépito - y todo estuvo negro.

Las frentes de los hombres, a la luz sin esperanza tenían un aspecto no terreno, cuando de pronto los haces caían sobre ellos; algunos se tendían y escondían sus ojos y lloraban; otros descansaban sus barbillas en sus manos apretadas, y sonreían; y otros iban rápido de aquí para allá, y alimentaban sus pilas funerarias con combustible, y miraban hacia arriba con loca inquietud al sordo cielo, el sudario de un mundo pasado; y entonces otra vez con maldiciones se arrojaban sobre el polvo, y rechinaban sus dientes y aullaban; las aves silvestres chillaban, y, aterrorizadas, revoloteaban sobre el suelo, y agitaban sus inútiles alas; los brutos más salvajes venían dóciles y trémulos; y las víboras se arrastraron y se enroscaron entre la multitud, sisando, pero sin picar - y fueron muertas para ser alimento:

Y la Guerra, que por un momento se había ido, se sació otra vez; - una comida se compraba con sangre, y cada uno se sentó resentido y solo atiborrándose en la penumbra: no quedaba amor; toda la tierra era un solo pensamiento - y ese era la muerte, inmediata y sin gloria; y el dolor agudo del hambre se instaló en todas las entrañas – hombres morían, y sus huesos no tenían tumba, y tampoco su carne; el magro por el magro fue devorado, y aun los perros asaltaron a sus amos, todos salvo uno, y aquel fue fiel a un cadáver, y mantuvo a raya a las aves y las bestias y los débiles hombres, hasta que el hambre se apoderó de ellos, o los muertos que caían tentaron sus delgadas quijadas; él no se buscó comida, sino que con un gemido piadoso y perpetuo y un corto grito desolado, lamiendo la mano que no respondió con una caricia - murió.

De a poco la multitud fue muriendo de hambre; pero dos de una ciudad enorme sobrevivieron, y eran enemigos; se encontraron junto a las agonizantes brasas de un altar donde se había apilado una masa de cosas santas para un fin impío; hurgaron, y temblando revolvieron con sus manos delgadas y esqueléticas en las débiles cenizas, y sus débiles alientos soplaron por un poco de vida, e hicieron una llama que era una burla; entonces levantaron sus ojos al verla palidecer, y observaron el aspecto del otro - miraron, y gritaron, y murieron - de su propio espanto mutuo murieron, sin saber quién era aquel sobre cuya frente la hambruna había escrito Enemigo. El mundo estaba vacío, lo populoso y lo poderoso - era una masa, sin estaciones, sin hierba, sin árboles, sin hombres, sin vida - una masa de muerte - un caos de dura arcilla.

Los ríos, lagos, y océanos estaban quietos, y nada se movía en sus silenciosos abismos; los barcos sin marinos yacían pudriéndose en el mar, y sus mástiles bajaban poco a poco; cuando caían dormían en el abismo sin un vaivén - las olas estaban muertas; las mareas estaban en sus tumbas, antes ya había expirado su señora la luna; los vientos se marchitaron en el aire estancado, y las nubes perecieron; la Oscuridad no necesitaba de su ayuda - Ella era el universo».



 

Fuentes:

Poema de Lord Byron (1788-1824)

leereluniverso.blogspot.com

Portada: i.ytimg.com

seaart.ai

Edición final: V.D.M. 

viernes, 1 de noviembre de 2024

Casi un Editorial [Necropolíptico]



«El mundo es una necrópolis llena de muertos vivientes, solo que ellos aún no lo saben».

[Jarl Asathørn]


Mucha gente hoy hace peregrinaciones a los cementerios para rendirle tributo a sus muertos, una costumbre que es parte de las mecánicas humanas, muchas veces son fragmentos de procesos internos, ‘meas culpas’, pagar —de alguna manera—, cosas que no fueron resueltas en vida, … en fin.

Los «camposantos» son lugares de retribución obligada, lugares, a veces, peligrosos, que albergan entidades parasitarias que se adhieren a seres que vibran bajo. En lo personal no es un lugar que me agrade ni que visite... y no es por miedo, es porque para mí no significan nada más que ciudades de huesos y recuerdos que ya no están.

Es paradójico que los humanos le rindan un culto a la muerte, pero no le rindan culto a la vida… las leyes propician sacrificios fetales (aborto), eutanasia (Canadá), inyecciones venenosas (vacunas), alimentos GMO’s (genéticamente modificados), guerras religiosas y dictatoriales, guerras por recursos naturales, etc.

 

Mientras esto sucede hoy, sigue golpeando con fuerza al gobierno de Gabriel Boric el caso Monsalve y todas sus aristas, lo que tiene a la coalición de gobierno preocupada, y sumemos a eso otra denuncia que aparece hoy, de una diputada llamada Marcela Riquelme —abogada, activista de la comunidad LGBTQA, lesbiana y pertenece al frente amplio— que niega las acusaciones en su contra, bueno, eso dicen todos.

 

En España, región de Valencia, se siguen sumando muertos, 140 hasta el momento, y hay desaparecidos por culpa de este frente extraño de temporales, lo que es curioso de este caso en particular es que en los lugares afectados se preparaban para las cosechas y estas inundaciones han destruido el abastecimiento de verduras y otras cosas... lo que se suma a las políticas de destruir a los campesinos en Europa, toda esta «coincidencia» abre las especulaciones sobre teorías que hablan de que la agenda ex2030 sigue su curso.

También hay fallecidos en las comunidades de Castilla-La Mancha y Andalucía... esto es alrededor de 200 muertos en total.

 

En Estados Unidos la pelea por el sillón presidencial está en llamas, hace unos días el actual mandatario Joe Biden trató de «basura» a los seguidores de Donald Trump, palabras fuertes de este tipo que al parecer no se da cuenta que la «basura» que sigue a Trump es casi la mitad de los ciudadanos de su país, esta frase de Biden hizo que Kamala Harris se desmarcara en silencio. Al mismo tiempo se descubre que las máquinas de votación digital están manipuladas para que cuando se pinche para votar por Trump o no funcione el botón para marcar o se marque a Harris en vez de a Trump. La manipulación de votos no solo ocurre en países tercermundistas. Imaginen que todo esto ocurre en el país «santo de la democracia» ... con todo esto, ¿Qué le espera a los demás?

 

Hablemos de hipócritas:

Leonardo DiCaprio, pseudoactivista que lucha por las causas ambientales fue fotografiado en un yate (¿Propio?) que usa miles de litros de combustible diésel contaminante que «daña el ambiente», y él queda de manifiesto que no practica lo que predica, otro diablo vendiendo cruces. De paso hay que subrayar que en la foto aparece con una chica «bastante joven», con pinta de adolescente en bikini a su lado, recordemos que DiCaprio tiene 50 años y aparece en las 2 listas más terribles del último tiempo en materia de abuso sexual de menores, tráfico de mujeres, etc., lista de Jeffrey Epstein y ahora en la Puff Daddy... y al parecer este tipo es intocable, puede ser porque trabaja con los creadores de la agenda 2030 que mienten y manipulan la información sobre un supuesto «cambio climático».

 

Esto es noviembre... bienvenidos.





 

jueves, 31 de octubre de 2024

Rezyklon presenta: «El Lago del Bosque» de Shawn Badolian.

 


Me gustaba ir a explorar el bosque. Ya no. Mi nombre es Jake Somersville. Mi mamá y mi papá tienen títulos avanzados en ciencias agrícolas, sea lo que sea que eso signifique. Examinarían la tierra, los cultivos y, a veces, incluso la vida silvestre local. No estaba seguro de qué era exactamente lo que hacían, pero sabía que era por eso que nos movíamos tanto. Sin embargo, no me importaba, después de todo, me gustaba explorar, a veces fingiendo que era Indiana Jones en busca de alguna civilización antigua y perdida. Claro, he tenido una buena cantidad de situaciones cercanas, pero nunca me pasó nada grave... al menos, no hasta que nos mudamos a un pequeño pueblo en Missouri.

 

No recuerdo el nombre debido al trauma mental que experimenté, o eso dice mi psiquiatra, pero sí recuerdo a Zach Mayes. Zach tenía nueve años ese verano; la misma edad que yo. A él le gustaban muchas de las mismas cosas que a mí, especialmente explorar. Lo conocí cuando mis padres se mudaron a esta masía. No era grande ni elegante ni ordenada como las casas habituales que alquilamos, pero tenía una especie de encanto rústico. Los padres de Zach eran dueños del terreno en el que estaba la casa y de la propiedad de al lado, donde vivían. Fueron bastante amables e incluso se ofrecieron a ayudar a mis padres a instalarse. Mientras les entregaban las llaves de la casa a mis padres, Zach dobló la esquina, extendió la mano y anunció quién era. Nunca fui yo quien hacía amigos, con los constantes movimientos y todo eso, pero algo en Zach simplemente hizo clic.

 

Nos mudamos al comienzo de las vacaciones de verano, por lo que Zach y yo tuvimos mucho tiempo para jugar. Principalmente íbamos a explorar, capturar animales pequeños y devolverlos a la naturaleza.

Teníamos cuatro acres para nosotros solos, excepto el área cerca del borde de la propiedad; Ese fue el comienzo del bosque. Naturalmente, nuestros padres nos prohibieron entrar allí, pero lo hicimos de todos modos. Limpiaríamos nuestros propios senderos, fingiendo que estábamos en una jungla exuberante. Una vez, Zach juró haber visto una cabeza de cobre, pero nunca la encontramos. Al principio, nos manteníamos relativamente cerca del borde, pero a medida que pasaba el tiempo, nos relajamos más. Al poco tiempo, nos adentrábamos en el bosque y pudimos encontrar el camino de regreso con “marcadores” a los que les habíamos dado nombres. Un día, en el límite de la propiedad, nos encontramos con un trozo de bosque que era algo diferente, más oscuro… Los arbustos espinosos eran comunes en el bosque, pero este lugar estaba completamente cubierto de ellos. De hecho, era tan espeso que no podíamos esperar poder entrar. Caminamos alrededor de él durante lo que parecieron horas, pero nunca encontramos un camino para pasar esas espinas. Con el paso del tiempo nos fuimos olvidando de ese lugar en el bosque, después de todo, quedaba mucho por explorar.

 


Para mi deleite, mis padres me dijeron que íbamos a estar aquí por un tiempo, algo que tenía que ver con anomalías en el bosque circundante. Zach y yo terminamos en las mismas clases y, antes de darnos cuenta, nos acercábamos rápidamente a Halloween. El bosque, que alguna vez fue verde y hermoso, tan lleno de vida, se había convertido en un cementerio de hojas caídas y garras que se elevaban desesperadamente hacia el cielo. Era como si estuvieran rogando al cielo que les devolviera las hojas.

 

El 30 de octubre, Zach se quedó a pasar la noche en mi casa. Éramos solo nosotros dos en medio de la nada. Nuestros padres habían ido a una aburrida fiesta de baile para adultos donde no se permitían niños. Estábamos sentados en el suelo frente al televisor, viendo películas de terror, cuando de la nada Zach me dio un codazo en el costado. Frunciendo el ceño, le pregunté cuál era el problema y su rostro se iluminó.

 

“¿Recuerdas esa parte espinosa del bosque?” preguntó.

 

"Sí", respondí. "¿Por qué?"

 

“¡Entremos ahí! ¡Todo está seco! Ahora podemos cortar esas espinas fácilmente”.

 

Al principio dudé; algo en esa idea parecía fuera de lugar... parecía mal. Pero no quería que Zach pensara que yo era una gallina, así que acepté de mala gana. Agarramos nuestras mochilas y las llenamos con suministros para nuestra aventura. Zach colocó un par de tijeras de podar y una linterna de repuesto en la suya, mientras yo cogía un mapa de la zona, algunas pilas y una linterna extra para la mía. Luego tomamos nuestras chaquetas y un par de linternas, luego salimos por la puerta hacia el bosque.

 

La luna estaba roja y llena esa noche, bañando todo en ese tono espeluznante. Era casi como si la misma tierra estuviera manchada de sangre. Había pasado un tiempo desde que ninguno de los dos había estado en el bosque, con la escuela y todo, pero encontramos nuestros puntos de referencia con facilidad. No lo sabía en ese momento, pero esos puntos de referencia me salvarían la vida. En poco tiempo, estábamos en el borde de la propiedad, contemplando esa parte del bosque a la que nunca antes habíamos podido entrar.

 

"¡Mira, se han ido!" exclamó Zach.

 

Efectivamente, los espinos habían desaparecido. Era casi como si el bosque mismo quisiera que entremos. Había algo inquietante en esta parte del bosque. Mientras que los árboles circundantes extendían sus ramas hacia afuera en todas direcciones, los árboles frente a nosotros crecían muy juntos y sus ramas se extendían hacia adentro en la oscuridad. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda y de repente ya no quise entrar más allí. Zach debió sentirlo también, porque se estremeció por un momento.

Encendimos nuestras luces y miramos hacia la oscuridad. Tras una inspección más cercana, las espinas todavía estaban presentes, solo que fueron despejadas para formar un camino hacia el bosque. Zach se arrodilló, con una expresión de perplejidad en su rostro.

 

"No veo ninguna huella, ni humana ni animal, que se adentre en el bosque". dijo Zach.

 

Llegamos a la conclusión de que alguien, o algo, debió haber despejado ese camino hace algún tiempo.

Fuera lo que fuese, no parecía que todavía existiera o que hubiera regresado en bastante tiempo. No me gustó. La forma tan anormal en que los árboles estaban curvados me hizo sentir como si el bosque estuviera esperando para tragarnos enteros. Por más espantoso que sonara, esa no fue la parte más inquietante. Lo inquietante fue que me sentí obligado a internarme en ese bosque.

 

Zach y yo nos miramos antes de seguir adelante. Caminamos entre los espesos árboles, nuestras linternas proporcionaban la única fuente de luz en los bosques que de otro modo serían completamente negros. La noche estaba en silencio, libre del sonido que hacían las hojas mientras caminábamos sobre ellas. No pude evitar pensar que sonaban como huesos crujiendo bajo nuestros pies. De vez en cuando, los árboles se partían, permitiendo que el tono rojo de la luna goteara sobre ellos como sangre. Me sentí aliviado cuando por fin salimos del bosque a un claro.

 

Los árboles se abrieron a un campo llano que tenía que tener al menos un acre, tal vez más. El terreno estaba árido, salvo algunos árboles aquí y allá. En el medio había lo que parecía ser un lago. Antes había cogido un mapa y lo saqué de mi bolso. Hice dibujar nuestra propiedad con el bosque rodeado por un círculo. No había cuerpos de agua cerca de nuestra propiedad en el mapa. Le entregué el mapa a Zach, tratando de deshacerme de la sensación de que algo andaba mal.

 

"No podríamos haber caminado más de cinco minutos". Yo dije.

 


Zach parecía tan confundido como yo. Intentamos ubicarnos en el mapa, pero aparte del lago, no había otras características definitorias. En ese momento, mi instinto me decía que regresara, que saliera de allí, pero entonces Zach comenzó a caminar hacia el lago, así que lo seguí. Lo alcanzó antes que yo y dejó escapar un grito ahogado.

 

"¡Amigo, ven a ver esto!" Dijo, casi en un susurro. "Es... no está bien".

 

Esas palabras me perseguirían por el resto de mi vida. Casi sentí como si mis piernas tuvieran mente propia y se movieran por sí mismas. Al poco tiempo, estaba junto a Zach al borde del agua. No me tomó mucho tiempo entender lo que quería decir. Nuestros reflejos no estaban en el agua, pero todo lo demás sí, sólo que... diferente. Algunos árboles crecieron a lo largo de la costa, pero lo que se reflejó fue, bueno, no sé cómo llamarlo. Los árboles, en lugar de estar estériles, estaban cubiertos de lo que parecía carne. Fue entonces cuando me di cuenta de que no éramos los únicos que no se reflejaban en la superficie del agua. El cielo, con la luna de sangre y todo, también estaba ausente. En su lugar había un vacío negro aparentemente interminable.

 

"Eso es tan extraño..." murmuró Zach.

 

La voz de Zach me liberó de mi trance. Caminó por la orilla hasta que encontró lo que buscaba: un palo.

 

"No creo que debamos estar aquí". Le dije a Zach, pero él simplemente me ignoró.

 

Era como si algo le hiciera coger ese palo. Cuando Zach se acercó a la superficie, vi que el agua se movía como si hubiera algo justo debajo de la superficie. Intenté pronunciar su nombre, pero ningún sonido salió de mi boca. Me quedé allí, congelado en el lugar, mientras él se arrodillaba y pinchaba la superficie del agua con el palo. Hizo esto varias veces y luego se levantó y me miró.

 

"Es sólo agua." dijo, dando un paso adelante.

 

Fue entonces cuando perdió el equilibrio y cayó de espaldas al agua, con una expresión de sorpresa en su rostro. Esperaba que saliera a la superficie una vez que la salpicadura hubiera disminuido, pero nunca lo hizo. Al principio pensé que estaba bromeando, pero los segundos se convirtieron en minutos y me di cuenta... que no me estaba bromeando. Corrí hacia el lugar donde había caído al lago, disminuyendo la velocidad a medida que me acercaba al borde, no queriendo tocar la superficie. Dirigí mi luz hacia las turbias profundidades, buscando cualquier señal de mi amigo.

 

Cuando estaba a punto de rendirme, lo vi: la linterna de Zach estaba encendida, excepto que estaba cerca de la entrada al bosque que se reflejaba en el agua. Miré hacia donde habíamos entrado y no vi ninguna linterna, pero cuando volví a mirar el lago, allí estaba. Nunca se me pasó por la cabeza volver corriendo y llamar a la policía, y aunque así fuera, ¿qué les diría? ¿Que mi amigo cayó a un lago y fue transportado a alguna realidad alternativa de pesadilla? Sí, claro, como si me creyeran. No me hubiera creído si no lo hubiera visto con mis propios ojos.

 

Empecé a temblar incontrolablemente. No era que hiciera mucho frío esa noche, sino pensar en lo que tenía que hacer. Saqué mi teléfono de mi bolsillo y lo coloqué en el suelo a unos metros del banco antes de quitarme el bolso. Abrí la cremallera, metí la mano dentro de la abertura y saqué la linterna de repuesto. Lo encendí y lo puse junto a mi teléfono, su haz se vertía en el agua. No tenía señal aquí, pero podía conseguir una cerca del granero y la quería lista porque, bueno, tenía una sensación muy inquietante. Me acerqué lentamente a la orilla del agua, sin saber qué esperar. Inspiré profundamente y salté, con los pies por delante.

 

Lo que sentí después es difícil de describir. Hacía frío, mucho frío, como si hubiera saltado al agua helada, y sentí como si me desgarraran las entrañas. Era como vértigo, pero no exactamente lo mismo.

Era como si hubiera perdido todos los sentidos, incluida la dirección. Cuando salí del lago, tomé una gran bocanada de aire seco y viciado. Salí del agua y miré a mi alrededor. Yo estaba allí, en el bosque de la pesadilla. Más adelante, pude ver la linterna de Zach abandonada en el suelo junto a su mochila.

 

Estaba a punto de gritar su nombre cuando los vi: las tijeras de podar que traía yacían rotas en dos en el suelo, y cada hoja estaba cubierta de sangre espesa.

 

Los recogí porque no quería quedarme aquí indefenso. El bosque no se parecía a nada que hubiera visto jamás. Los árboles estaban cubiertos de zarcillos de carne, húmedos y palpitantes, como si estuvieran vivos. El mundo estaba débilmente iluminado, pero no podía decir de dónde venía. Miré al cielo, pero sólo vi oscuridad; No hay luna, ni estrellas, sólo oscuridad total. Sentí como si saltara, sería consumido por esa oscuridad, y nuevamente la sensación de ser tragado entero se apoderó de mí.

 

Mientras caminaba, el suelo del bosque producía una mezcla de un sonido aplastante seguido de un golpe sordo, como si hubiera metal debajo de la carne. Seguí el camino hacia el bosque y me dirigí de regreso a mi casa. Aquí y allá había trozos de ropa de Zach pegados a los árboles; Parecía como si estuviera huyendo de algo. Salí del bosque más espeso y volví a territorio familiar, si se le puede llamar así. Todos nuestros puntos de referencia estaban allí, aunque algo difíciles de distinguir debido a la carne.

 

Estaba casi al borde cuando escuché un grito espeluznante; Era Zach. Corrí más rápido de lo que pensé que podría hacerlo, el aire viciado quemaba mis pulmones mientras respiraba entrecortadamente.

Reduje la velocidad cuando llegué al claro, incapaz de respirar. Partes de los pantalones de Zach yacían hechos jirones en el suelo, con una gran cantidad de sangre que conducía hacia el granero. El granero contrastaba marcadamente con el bosque. No estaba hecho de madera, sino de metal oxidado, y aunque los zarcillos trepaban por el perímetro, no se extendían más de quizás un metro.

 

Me acerqué a las puertas con cautela, sosteniendo una espada en cada mano, y las abrí. Lo que vi a continuación, nunca lo olvidaré. El cuerpo de Zach estaba colgado de un gancho para carne, cuyo borde dentado sobresalía a través de la parte superior derecha de su pecho. Su camisa estaba empapada de sangre, que le corría por las piernas. Tenía los pantalones destrozados y, donde solían estar sus pies, había trozos de carne destrozados con trozos de hueso que sobresalían en ángulos extraños. Parecía como si algo los hubiera arrancado y me estremecí al pensar en qué le había causado esto.

 

Debajo de él había un charco de sangre que crecía constantemente. Lo habría pensado muerto si no me hubiera mirado. Lentamente, metió la mano izquierda en el bolsillo, sacó su teléfono y me lo tendió.

Mientras su brazo se estiraba, articuló las palabras, aunque todo lo que salió de su boca fue un gorgoteo seguido de sangre. Dejé las cuchillas y las tomé, luego vi cómo mi amigo respiraba por última vez. Miré su teléfono y vi que había tomado una fotografía de lo que lo había atacado. Era parecido a un humano, pero distorsionado.

 

Sus piernas y brazos eran largos y larguiruchos, la piel estirada finamente sobre el hueso. Tenía una cola pequeña, como la que verías en un renacuajo. Sus pies y manos terminaban en cuatro dedos, cada uno con garras largas y afiladas. Su columna sobresalía de su espalda y parecía como si fuera a romperse en cualquier momento. Tenía un cuello dos veces más largo que el de un humano normal, con una cabeza redonda al final. Estaba mirando hacia abajo en la imagen, así que no podía ver cómo era su cara. Miré hacia arriba y noté que Zach no era el único colgado en el granero. Había varios cuerpos, cada uno en distintos estados de descomposición, colgados de ganchos. Algunos eran huesos despojados de carne, mientras que otros parecían haber estado colgados allí durante meses.

 

En ese momento me doblé y vomité, y cuando levanté la cabeza, lo vi: la criatura. Su rostro parecía sacado directamente de una pesadilla. Donde debería haber estado su cara había una boca llena de dientes afilados, hundidos en la cabeza. Me recordó un poco a las fauces gigantes del Kraken mientras devoraba uno de los barcos de Odiseo. A cada lado había dos pequeños ojos negros y brillantes, ojos tan oscuros como el cielo nocturno. Mientras se abalanzaba hacia mí, caí hacia atrás y mi pulgar presionó el botón de la cámara. Una luz brillante brilló en el teléfono y la criatura tropezó hacia atrás, emitiendo un horrible chirrido que sonaba como el de una docena de pájaros atravesando una picadora de carne.

 

Me puse de pie y corrí, saliendo corriendo del granero hacia el bosque, la criatura todavía chillaba locamente. Escuché múltiples chillidos que resonaban dentro del bosque mientras corría. No quería saber cuántas de esas cosas había ahí fuera. Mi cuerpo se movía en piloto automático, siguiendo los marcadores que Zach y yo habíamos seguido tantas veces antes. En un momento vi uno corriendo hacia mí a cuatro patas desde mi lado derecho. Instintivamente tomé su foto, feliz de verlo tropezar y caer.

Corrí hacia la espesura de árboles que conducen al lago, corriendo lo más rápido que pude sin caerme.

Cuando llegué al claro, me caí y sentí un dolor punzante que bajaba desde mi pierna izquierda hasta mi pie; Una de las criaturas me había clavado sus garras y me estaba arrastrando de regreso al bosque. El teléfono de Zach se había caído a unos metros de mí y no podía alcanzarlo. A mi derecha estaba su bolso con una linterna de repuesto sobresaliendo de la parte superior. Lo agarré. Nunca oré tanto en mi vida como lo hice esa noche en el bosque.

 

“¡Por favor Dios, que funcione! ¡Por favor, Dios, déjalo funcionar! Murmuré mientras apuntaba hacia la criatura y encendía el interruptor.

 

Inmediatamente, un rayo de luz brilló desde la linterna directamente hacia la cara de la criatura. Me soltó y retrocedió hacia la oscuridad, aullando de dolor. Medio corrí, medio cojeé hasta la orilla del agua, mientras los chillidos de las criaturas crecían en volumen detrás de mí.

Reflejado en él estaba mi mundo; Árboles sin carne, un cielo iluminado por estrellas y un bosque desprovisto de esas... cosas. No lo dudé; Salté al agua, sin importarme el regreso de esa sensación de vértigo.

 

Salí de la superficie y aspiré una profunda bocanada de aire que no sabía a muerte. Me arrastré hasta la orilla y me desplomé, jadeando. Me quedé allí, escuchando a esas criaturas salir a la superficie, pero nunca lo hicieron. Apagué la linterna junto a mi teléfono, los metí en mi bolso y comencé a cojear hacia el bosque. Mientras avanzaba entre la oscura espesura, escuché el chillido de una de esas criaturas. Me di vuelta, jugueteé con la linterna y la dejé caer, provocando que la bombilla se rompiera. Me di la vuelta y eché a correr, sin notar el dolor en la pierna y sin detenerme hasta llegar al granero. Con la adrenalina disminuyendo, me desplomé bajo la luz sobre las puertas. Por un segundo, podría haber jurado que vi una de esas cosas acechando en el bosque.

 

No perdí el tiempo. Saqué mi teléfono del bolsillo y llamé a la policía y les dije que habían matado a mi amigo. No sé cuánto tiempo estuve allí sentado; se sintió como una eternidad. Estaba más que feliz de escuchar las sirenas mientras se acercaban. No recuerdo mucho más de esa noche. Sé que mis padres estaban allí, pálidos como fantasmas cuando vieron mi pierna mientras estaba sentado en la ambulancia. También vi a los padres de Zach allí. Su madre estaba de rodillas, con el rostro enterrado entre las manos, llorando. Su padre se quedó allí, con un brazo sobre su esposa llorando, su rostro carente de cualquier emoción.

 

En ese momento todo se volvió borroso. Me desperté a la mañana siguiente en el hospital, mis padres dormían en la cama junto a la mía. Al parecer había perdido mucha sangre por la herida y me había desmayado. Recuerdo sentirme incómodo ante la idea de tener la sangre de otra persona dentro de mí.

La policía me interrogó y les conté todo. Les hablé del bosque, del lago, de los mundos de pesadilla y de las criaturas. Incluso les dije cómo encontrarlo. No me creyeron, por supuesto, y había dejado el teléfono de Zach junto al lago. Supusieron que Zach y yo fuimos atacados por un animal, y después de verlo matar a mi amigo, mi mente, influenciada por las películas de Halloween, creó ese mundo para afrontar el trauma. No obstante, la policía formó un grupo de búsqueda y se adentró en el bosque en busca de lo que quedaba del cuerpo de Zach. Nunca lo encontraron, ni encontraron ese trozo de bosque que conduce al lago. Era como si esa parte del bosque simplemente desapareciera.

 

Tuve que hacer fisioterapia y hablar con un psiquiatra con regularidad. Mi pierna se recuperó, pero nunca dejé de tener pesadillas a partir de esa noche, a pesar de que han pasado años desde que sucedió. Mis padres no se quedaron mucho tiempo en ese pueblo y yo me alegré. Odiaba las miradas que me lanzaban los otros niños de la escuela, o cómo seguían preguntando qué pasó realmente allí, en el bosque. Ahora, cada vez que mis padres tienen trabajo, se aseguran de alquilar una casa en la ciudad, lejos de los bosques cercanos. A veces, sin embargo, a altas horas de la noche, puedo escuchar a esa criatura en el bosque distante, chillando en una mezcla de ira y hambre. Hambre… de mí.





 

Fuente:

creepypasta.com

Crédito: Shawn Badolian.

Edición final: V.D.M.

sábado, 13 de abril de 2024

El Martillo de Asathørn [Mundo de Bestias]



«Si quieres hacerte una idea de cómo será el futuro, imagina una bota aplastando un rostro humano incesantemente»

[George Orwell]

 

«El mundo se cae a pedazos y la bestialidad cabalga por las ciudades.

La humanidad; cada vez más deshumanizada; por las guerras, por las organizaciones mundiales, por los mega millonarios, por los sionistas, por el comunismo, el homosexualismo, por la ignorancia, la desesperanza y la manipulación de los medios... se encuentra en una vorágine de locura desatada, el respeto por el otro casi no existe y vemos seres envueltos en un sadismo bestial y con esquizofrenias que no son dignas de los otrora, y casi extintos, homosapiens.

 

Vemos como Israel justifica una violencia demoníaca en contra de un pueblo que quieren hacer desaparecer sin que ningún organismo de derechos humanos haga ni diga nada, organismo que supuestamente vela porque se respeten derechos a víctimas de torturas y vejámenes... pero sí aparecen en Chile cuando Carabineros «supuestamente» «viola» los derechos de delincuentes y otras basuras, ahí están presentes y hablan tipejos que critican a nuestros gobiernos por labores propias de la seguridad nacional frente a la delincuencia... pero han callado con lo que pasa en las guerras, lo que pasa en Haití; país de bestias; y lo que pasa, como ya dije, en esta «guerra» entre Hamás e israelíes... cuando en la práctica el gobierno sionista de Israel está llevando a cabo un genocidio brutal en medio oriente, y no se escuchan las voces de quienes deben proteger a la humanidad, ¿Dónde están? o ¿Los sionistas son los únicos que pueden asesinar a miles sin ser cuestionados?

Ellos han usado la palabra genocidio desde antes de la segunda guerra mundial como pretexto para alcanzar el poder mundial, aprovechándose de cada nación y trayendo ruina, inmoralidad y mentiras en beneficio propio. Desangran al mundo con sus planes satanistas y llevan cabo una degradación moral en todos los países con su pornografía... para destruir la esencia espiritual del hombre.

Por otra parte, sabemos, que sus textos de oscuridad son la base fundamental del odio que sienten hacia todos los no judíos.

 

Haití vive una catástrofe asquerosa donde esos negros repugnantes tienen en ruina un país que vive entre asesinatos en masa, calles llenas de muertos masacrados por grupos armados, pandillas y locos que a machetazos, fuego, palos y ultra violencia masacran a sus propios congéneres de piel oscura, bestias llenas de rabia mefistofélica que no tienen alma ni misericordia. Un país que hoy está sin gobierno y donde un grupo terrorista liderado por un esclavo del gobierno profundo masónico quiere ser el líder de esta isla repugnante que resuelve sus problemas con muerte, caos, hambre, brutalidad y descontrol.

 

Todo es un asco... la gente asesina por nada, mata por celos, envidias, ambiciones, egos, dinero... y lo peor de todo es que este tipo de bestias negras llegan de países que hoy están bajo regímenes izquierdistas o controlados por socialistas que lo único que buscan en sus países es enriquecerse a costa de sus ciudadanos torpes, ignaros e ingenuos. 

Chile vive rodeado de países inferiores y tenemos un «vecindario» corrupto y amoral. Mi patria, una vez orgullosa se ve enfrentada a diario con el mal que trajeron monos venezolanos, colombianos, haitianos, etc. Las toxicidades de estos aires inferiores expelidos por negros ácratas nos ahogan a todos.

 

No puedo entender tanta bestialidad de esta maldita especie, ‘homoplebs’ de baja estirpe... no imagino a una especie superior tratando de salvarnos cuando ya ésta humanidad está al borde del colapso absoluto, ad portas de ser dominados por entidades satanistas que sueñan con un gobierno mundial, con un líder total, con una religión única y falsa que va a adorar a un dios falso... todo un gran montaje para que los poderosos de almas oscuras puedan tener el dominio total de esta extensa tierra abandonada de la mano de Dios o de los viejos dioses. En todo caso, ya no necesitamos dioses... porque ya estamos perdidos, buscando nosotros mismos la extinción, creando en silencio un infierno donde ya se mueven demonios que quieren destruir lo antiguo, veraz y sagrado: los dos géneros, hombre y mujer... y ya están reemplazando todo por sus idioteces inmorales de multi-géneros que pretenden destruir a la especie. El homosexualismo es la degradación máxima de la humanidad y todo lo otro es una especie de adoración a Baphomet, impulsada por judíos, pederastas y depravados que hoy tienen el poder. Adoran lo ambiguo, sacrifican niños en sus mansiones y templos para usar el adrenocromo para mantenerse vivos por más tiempo, tal vez, para escapar del infierno que les espera o para seguir destruyendo esta naturaleza humana en pos de dioses negros hasta el fin de los días.

 

Todo es brutal.

Todo es repugnante.

 

Grandes líderes siguen jugando a quién tiene las pelotas más grandes y quién tiene la verga más larga, y se preparan, amenazan a sus «enemigos» con bombas nucleares, con movimientos de tropas, todo en un contexto de poder mundial llevado a cabo por las Naciones Unidas, la OTAN, Estados Unidos e Israel... tironeando la oreja de Rusia y engordando la ira del dictador Vladimir Putin, mientras apoyan a Ucrania, país títere de los globalistas y que tiene como mandamás a un payaso prostituto que se vende por dinero a los más poderosos, engordando de paso su billetera personal, nunca soñó que una guerra le traería tantos beneficios monetarios, cuando antes de ser puesto en el poder solo hacía el ridículo bailando, payaseando y jugando al travestismo en la televisión... y hoy tiene a ese pueblo sumergido en la guerra y en la muerte.

 

La brutalidad es la nueva religión.

El mundo colapsa, se cae a pedazos mientras los monstruos crean enfermedades, unas reales otras ficticias y solo para crear nuevas vacunas llenas de venenos que luego los borregos usarán sin cuestionar.

 

La despoblación mundial debe ser derecho de la naturaleza y no del hombre, no pueden jugar a ser DiOS.

 

Si hay algo que merecemos es ser acabados por nuestra Tierra... porque la están ahogando en sangre, con venenos y contaminación.

Si hay algo que merecen los perversos es la muerte total. La pena de muerte es justicia.

Si hay algo que merecen las personas buenas; que no dañan a nadie; es la protección de alguna raza exterior, de las que habitan los otros mundos en esta extensión o de algún Dios de buen corazón que habita sobre las aguas de arriba, para que cuando se acabe todo… no paguen justos por pecadores».

 

«Lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano».

[George Orwell]