domingo, 4 de diciembre de 2022

Abre los Ojos: «Homo Digitalis: Gran reseteo y fin de la civilización» [Parte 3]




Otra cosa es que el ser humano intente explicar el mundo de muchas maneras y eso es precisamente obra de la inteligencia humana. Las culturas pueden concebirse como la infinidad de relatos o maneras de entender la realidad. Imponer formas únicas de ver la realidad es un atentado contra la razón, cosa que ni siquiera Dios, siendo soberano del universo, lo impuso, pues de lo contrario satanás no hubiese podido convertirse en adversario de Dios, como tampoco hubiesen podido pecar Adán y Eva. Si lo queremos ver desde otro ángulo, la maravilla más grande del amor de Dios es que le hubiese otorgado razón a una sola especie de su creación, pues en lo único que el hombre se parece a Dios o es semejante a Él es en la razón. Hasta los griegos entendieron eso con la palabra Logos, y eso se asocia a Palabra, Verbo y conocimiento. Así que sólo el hombre tiene lenguaje y conocimiento.

Para decirlo de otra forma, sólo aplica hablar de inteligencia cuando hay un autor, o ser autónomo, o un sujeto de conocimiento. Las llamadas máquinas inteligentes no piensan, pues responden a una programación, y a pesar que pueden adquirir información y procesarlas, para incluirlas en el sistema, y corregir información, esto de ninguna forma es inteligencia, por más sofisticada que sean las relaciones entre variables de diversos campos de información.

Las llamadas máquinas inteligentes están cercanas a cualquier otra máquina, de tipo mecánicas, e incluso biológicas, porque la inteligencia realmente se encuentra en quien las diseñó, es decir es externa al mecanismo, por tanto, toda cosa en el mundo carece de autonomía, a excepción del ser humano. Lo contrario es ciencia ficción, como lo reconoció el mismo Isaac Asimov, pues toda máquina responde al diseño, o estructura, organización y funcionamiento para la que fue creada; es decir, la maquina está programada para hacer lo que su diseñador piensa. Por eso quienes pretenden controlar el mundo a través de la mente trabajan en evitar que las personas piensen por sí mismas, y ser manipuladas como máquinas.

No existen máquinas inteligentes, ya que en sentido estricto no pueden pensar, porque pensar no es sólo escoger una opción entre muchas, sino la imposibilidad que otro sea quien controle el pensamiento; la mejor forma de entender que el hombre piensa fue haberse rebelado contra Dios, pues eso significa que utilizó su libertad contra quien lo creó. Si el hombre no fuese libre, o no pensara por sí mismo, no hubiese podido irse en contra de su creador. Así que libertad, razón y autonomía son atributos de lo humano, nunca de las cosas. Otros ejemplos, es el suicidio, y las acciones heroicas hasta la muerte, como evidencia de que es imposible controlar al ser humano, así sea con la peor tortura, porque es libre en su esencia.

No existe en la naturaleza objetos o seres que decidan ser distintos a lo que son en el orden natural; sólo el ser humano decide eso, como los que adoptan la ideología LGTBIz, tratando de negar su naturaleza, cosa que es imposible, por más modificaciones que hagan al cuerpo humano.

Una máquina es controlada por alguien, de igual forma que todo el orden natural está sujeto a leyes, y carente de autonomía. El único ser autónomo en el mundo es el hombre, y esa autonomía es fundamentalmente moral, pues esta debe entenderse como la capacidad de decidir entre el bien y el mal, y entre lo falso y verdadero, de allí que no es posible separar la ciencia de los valores, como lo pretendió Augusto Comte y su nueva versión maléfica de Klaus Schwab.

De otra parte, esta autonomía sólo se entiende como una condición racional frente a sí mismo y el exterior; así que el ser humano elige, pero el contexto de su elección es la cultura y la dimensión espiritual; es en ese contexto donde emerge la diferencia entre un humanista y un cristiano, ya que un humanista piensa que como construcción humana la cultura no puede contemplar que el orden moral pueda tener como referente las leyes de Dios, en tanto aceptar la existencia de Dios trasciende lo humano; en el caso del cristiano, su manera de pensar tiene como referente su vínculo con Dios, y por tanto es una esfera independiente de la cultura.

Dicho sea de paso, que algo común en toda la historia de la humanidad es creer en Dios o en dioses, y por más que algunos afirmaron que la creencia sobre Dios desaparecería con la ciencia, y el progreso humano, la historia ha mostrado que no es así. Pese a esto, gran parte del mundo desde la modernidad hasta hoy está consciente o inconscientemente permeado por el cristianismo, de allí que todo el proyecto posmoderno tiene como blanco para promover el irracionalismo acabar con el cristianismo, que es el principal defensor de la racionalidad moderna, forjada en gran parte por la Reforma protestante.

Es evidente que la lucha cultural es el terreno en la que se producen los encuentros y desencuentros con sistemas de creencias, y por tanto entre sistemas de racionalidades.

Toda cultura es un entramado de racionalidades, y toda racionalidad es la manera cómo se entiende la realidad, a la que le subyace una lógica, o inteligencia, que es lo que da origen a la filosofía y la alimenta hasta hoy, pese a que los postmodernos pretenden volver irracional al ser humano.

Todo lo creado por el hombre es un producto cultural, cuando esta creación tiene como insumos ideas que recibe de otros, que modifica, recrea, desecha, y/o transmite, y perdura en los otros, desde que nace hasta que muere. No toda idea es parte de la cultura, sin que esta idea sea compartida; por lo tanto, la cultura tiene un sujeto individual y otro social, pues si la idea de alguien no es valorada o conservada por otros, no se convierte en producto cultural.

La imaginación de las personas en parte es influenciada por la cultura y en parte es creación individual. Es creación individual porque el ser humano es libre de darle infinitas formas a sus pensamientos, conscientes e inconscientemente, y no depende de otros, en últimas, qué piensa, qué sentido, e incluso significado tiene su propio pensamiento; pero es cultural, porque desde que nacemos estamos sujetos a muchos códigos sociales, o racionalidades, que de alguna forma intentan modelarnos a imagen y semejanza del tipo de sociedad donde nos enmarcamos.

Nunca será posible hacer que las personas piensen igual o a la imagen y semejanza de los poderes que intentan modelar el pensamiento, pues la libertad humana escapa a todo intento de control del pensamiento, a menos que la persona sea intervenida por hipnosis, consumo de sustancias psicoactivas, e incluso manipulación directa de los centros biológicos del pensamiento.




 

 

 

 

 

 

 

Fuente:

Después de la tormenta