Otra cosa es que el ser humano intente explicar el
mundo de muchas maneras y eso es precisamente obra de la inteligencia humana.
Las culturas pueden concebirse como la infinidad de relatos o maneras de
entender la realidad. Imponer formas únicas de ver la realidad es un atentado
contra la razón, cosa que ni siquiera Dios, siendo soberano del universo, lo
impuso, pues de lo contrario satanás no hubiese podido convertirse en
adversario de Dios, como tampoco hubiesen podido pecar Adán y Eva. Si lo
queremos ver desde otro ángulo, la maravilla más grande del amor de Dios es que
le hubiese otorgado razón a una sola especie de su creación, pues en lo único
que el hombre se parece a Dios o es semejante a Él es en la razón. Hasta los
griegos entendieron eso con la palabra Logos, y eso se asocia a Palabra, Verbo
y conocimiento. Así que sólo el hombre tiene lenguaje y conocimiento.
Para decirlo de otra forma, sólo aplica hablar de
inteligencia cuando hay un autor, o ser autónomo, o un sujeto de conocimiento.
Las llamadas máquinas inteligentes no piensan, pues responden a una
programación, y a pesar que pueden adquirir información y procesarlas, para
incluirlas en el sistema, y corregir información, esto de ninguna forma es
inteligencia, por más sofisticada que sean las relaciones entre variables de
diversos campos de información.
Las llamadas máquinas inteligentes están cercanas a
cualquier otra máquina, de tipo mecánicas, e incluso biológicas, porque la
inteligencia realmente se encuentra en quien las diseñó, es decir es externa al
mecanismo, por tanto, toda cosa en el mundo carece de autonomía, a excepción
del ser humano. Lo contrario es ciencia ficción, como lo reconoció el mismo
Isaac Asimov, pues toda máquina responde al diseño, o estructura, organización
y funcionamiento para la que fue creada; es decir, la maquina está programada
para hacer lo que su diseñador piensa. Por eso quienes pretenden controlar el
mundo a través de la mente trabajan en evitar que las personas piensen por sí
mismas, y ser manipuladas como máquinas.
No existen máquinas inteligentes, ya que en sentido
estricto no pueden pensar, porque pensar no es sólo escoger una opción entre
muchas, sino la imposibilidad que otro sea quien controle el pensamiento; la
mejor forma de entender que el hombre piensa fue haberse rebelado contra Dios,
pues eso significa que utilizó su libertad contra quien lo creó. Si el hombre
no fuese libre, o no pensara por sí mismo, no hubiese podido irse en contra de
su creador. Así que libertad, razón y autonomía son atributos de lo humano,
nunca de las cosas. Otros ejemplos, es el suicidio, y las acciones heroicas
hasta la muerte, como evidencia de que es imposible controlar al ser humano,
así sea con la peor tortura, porque es libre en su esencia.
No existe en la naturaleza objetos o seres que decidan
ser distintos a lo que son en el orden natural; sólo el ser humano decide eso,
como los que adoptan la ideología LGTBIz, tratando de negar su naturaleza, cosa
que es imposible, por más modificaciones que hagan al cuerpo humano.
Una máquina es controlada por alguien, de igual forma
que todo el orden natural está sujeto a leyes, y carente de autonomía. El único
ser autónomo en el mundo es el hombre, y esa autonomía es fundamentalmente
moral, pues esta debe entenderse como la capacidad de decidir entre el bien y
el mal, y entre lo falso y verdadero, de allí que no es posible separar la
ciencia de los valores, como lo pretendió Augusto Comte y su nueva versión
maléfica de Klaus Schwab.
De otra parte, esta autonomía sólo se entiende como
una condición racional frente a sí mismo y el exterior; así que el ser humano
elige, pero el contexto de su elección es la cultura y la dimensión espiritual;
es en ese contexto donde emerge la diferencia entre un humanista y un
cristiano, ya que un humanista piensa que como construcción humana la cultura
no puede contemplar que el orden moral pueda tener como referente las leyes de
Dios, en tanto aceptar la existencia de Dios trasciende lo humano; en el caso
del cristiano, su manera de pensar tiene como referente su vínculo con Dios, y
por tanto es una esfera independiente de la cultura.
Dicho sea de paso, que algo común en toda la historia
de la humanidad es creer en Dios o en dioses, y por más que algunos afirmaron
que la creencia sobre Dios desaparecería con la ciencia, y el progreso humano,
la historia ha mostrado que no es así. Pese a esto, gran parte del mundo desde
la modernidad hasta hoy está consciente o inconscientemente permeado por el
cristianismo, de allí que todo el proyecto posmoderno tiene como blanco para
promover el irracionalismo acabar con el cristianismo, que es el principal
defensor de la racionalidad moderna, forjada en gran parte por la Reforma
protestante.
Es evidente que la lucha cultural es el terreno en la
que se producen los encuentros y desencuentros con sistemas de creencias, y por
tanto entre sistemas de racionalidades.
Toda cultura es un entramado de racionalidades, y toda
racionalidad es la manera cómo se entiende la realidad, a la que le subyace una
lógica, o inteligencia, que es lo que da origen a la filosofía y la alimenta
hasta hoy, pese a que los postmodernos pretenden volver irracional al ser
humano.
Todo lo creado por el hombre es un producto cultural,
cuando esta creación tiene como insumos ideas que recibe de otros, que
modifica, recrea, desecha, y/o transmite, y perdura en los otros, desde que
nace hasta que muere. No toda idea es parte de la cultura, sin que esta idea
sea compartida; por lo tanto, la cultura tiene un sujeto individual y otro
social, pues si la idea de alguien no es valorada o conservada por otros, no se
convierte en producto cultural.
La imaginación de las personas en parte es
influenciada por la cultura y en parte es creación individual. Es creación
individual porque el ser humano es libre de darle infinitas formas a sus
pensamientos, conscientes e inconscientemente, y no depende de otros, en
últimas, qué piensa, qué sentido, e incluso significado tiene su propio
pensamiento; pero es cultural, porque desde que nacemos estamos sujetos a
muchos códigos sociales, o racionalidades, que de alguna forma intentan
modelarnos a imagen y semejanza del tipo de sociedad donde nos enmarcamos.
Nunca será posible hacer que las personas piensen
igual o a la imagen y semejanza de los poderes que intentan modelar el
pensamiento, pues la libertad humana escapa a todo intento de control del
pensamiento, a menos que la persona sea intervenida por hipnosis, consumo de
sustancias psicoactivas, e incluso manipulación directa de los centros
biológicos del pensamiento.
Fuente:
Después de la tormenta