domingo, 4 de diciembre de 2022

Abre los Ojos: «Homo Digitalis: Gran reseteo y fin de la civilización» [Parte 2]



Las complejidades de los elementos más simples de la naturaleza, desde un virus, requieren una estructura, organización y funcionamiento inteligente, que es imposible ser entendida sin que haya un creador. Ya no se trata de religión contra ciencia como dice el Doctor Thomas Woodward, historiador de la ciencia, quien es uno de los contradictores de Darwin, al referirse al trabajo acertado del bioquímico Michael Behe, sobre la complejidad irreducible, pues quitarles las partes estructurarles de un sistema, y pretender que este funcione, o que una inteligencia ciega coloque todo en su lugar, es salirse de la ciencia, como le ocurrió al paleontólogo y filósofo jesuita Teilhard de Chardin.

El código natural y el código cultural son distintos, ya que el primero posee una inteligencia o diseño que no puede explicarse desde sí mismo; es decir es creado y controlado, lo que lleva a esta disyuntiva: O aceptamos que existe un creador o no negamos la mínima posibilidad y probabilidad de entender la extrema inteligencia que subyace al universo. Así que no hay la posibilidad de negar a Dios desde la filosofía y la ciencia, y lo único inteligente es guardar silencio frente al orden natural, por no tener otra explicación.

La inteligencia en la naturaleza está fuera de ésta; la naturaleza no piensa, pero obedece a un diseño inteligente. Sería imposible pensar en la ciencia sin que su objeto fuese incapaz de ser explicado, o explicado a partir del desorden; a pesar de eso, hay una religión secular de filósofos de la complejidad que así lo proponen, y muchos que ignoran lo mínimo de la ciencia le siguen sus disparates.

Más bien la naturaleza muestra lo inverso, va del orden al desorden como fue planteado por Newton, con la ley de la entropía. Hasta temas de moda, como la resiliencia, evidencian esa ley de Newton, que muestra que el universo va del orden al desorden y no a lo inverso; y a pesar que la homeostasis evidencia la tendencia de los sistemas a mantener el orden, prima la desorganización, que en el caso de la vida implica la inevitabilidad de la muerte; esto se sabía seis siglos antes de Cristo, como lo propuso el médico y filósofo griego Alcmeón de Crotona sobre cómo se genera la enfermedad, y esta misma explicación se asume desde la epistemología de la medicina oriental, donde la salud es vista como el equilibrio natural, y la muerte como el desequilibrio o desorden del sistema. Obviamente, hay una explicación teológica para esto, como está consignado en la segunda epístola universal del Apóstol Pedro.

Incluso en biología puede evidenciarse la entropía con el tema de las mutaciones, pues la genética demuestra que las mutaciones son negativas, es decir implican desorganización, lo que es una prueba más de la inconsistencia del evolucionismo. 

La existencia de la ciencia es la mayor prueba que a los objetos de investigación y a toda la realidad le subyace una inteligencia, que busca entenderse a través de leyes y de probabilidad, como también por interpretación desde la hermenéutica, o de la comprensión fenomenológica, o de los enfoques sistémicos, que en lenguaje epistemológico se consideran paradigmas científicos.

No hay ideas propias en la naturaleza, eso sólo lo puede hacer el ser humano; así que controlar al ser humano desde su mente es contrario a cómo Dios creó al hombre, con la capacidad de decisión y de construir cultura.

Toda la filosofía que intenta explicar o entender el orden a partir del azar es contraria a la existencia misma de la ciencia y a sus evidencias históricas. Explicación e impredecibilidad se oponen, así que explicar implica que se puede entender que las cosas tienen causas y efectos; pero suponer que el universo se formó desde lo micro a lo macro, o lo inverso, por el azar, es insostenible filosófica y científicamente, hasta el punto de negar la razón de ser de la filosofía y la ciencia misma. La idea de descubrimiento científico es un concepto carente de significado, si no se tiene en cuenta una lógica o relación de variables que subyace a la realidad.




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente:

Después de la tormenta