Lo que gran parte de la humanidad está ignorando con el
proyecto del gran reseteo, del transhumanismo, de la posmodernidad, del nuevo
orden mundial, de la cuarta revolución industrial, del desarrollo sostenible,
es que una élite mundial pretende asumir el control total del pensamiento
humano, e imponer una dictadura digital, en la que las personas son manejadas
como cualquier sistema de inteligencia artificial, desde una nueva versión del
comunismo, tal como lo vio de manera brillante George Orwell; todo esto, dentro
de la falsa idea que quieren evitar que el ser humano se destruya a sí mismo, y
al planeta tierra; pero su esfuerzo, a través de organismos como el Foro
Económico Mundial, o Foro de Davos, La Organización de Naciones Unidas, ONU, el
grupo Bilderberg, entre otras instituciones y organizaciones creadas por falsos
filántropos, como Bill Gates y George Soros, es controlar las mentes de las
personas, y también imponerle una religión universal de carácter ecuménica,
como lo promueve el Papa Francisco, profeta de este proyecto.
Nunca, ninguno de los apóstoles del desarrollo sostenible
propondrá que para cuidar la tierra y evitar que el hombre se destruya a sí
mismo haya que suprimir internet, que tanto daño le hace al planeta y a las
personas, pues esta es la tecnología que haría posible el plan de intentar
controlar totalmente la economía, la política, la cultura e incluso la mente de
cada ser humano. Resetear es borrar e introducir nueva información, programas y
aplicaciones; estamos a las puertas de la creación del homo digitales, parte
hombre parte máquina. Ya se habla de metaverso, y eso es parte de la idea de
una nueva creación hecha por el hombre, en otras palabras, el hombre creándose
a sí mismo, que es el equivalente cristiano a nacer de nuevo.
En estos momentos estamos en la cima del internet de las
personas, pero la entrada en el metaverso significa ingresar al ser humano en
el internet de las cosas, donde los mismos seres humanos no podrán identificar
que es real y que no, y donde las personas se reducen a cosas para otros. De
hecho, el principal propósito de la ideología LGTBI es que las personas pierdan
la identidad como ser humano, y esto significa estar preparados a ser tratados
como cualquier cosa. No puede olvidarse que un esclavo desde que la esclavitud
existe es tratar a las personas como cosas, negándole el alma y la mente.
Este es un proyecto de la francmasonería mundial, manejada
por un puñado de judíos, que juegan a ser dioses y hacer que Satanás su padre,
reine. Por eso, el principal enemigo de ese plan es el cristianismo, de los
protestantes no arrodillados a ese nuevo orden, y de todos los católicos
disidentes, como el arzobispo Carlo María Viganó, quien ha denunciado al actual
papa, por todas las blasfemias sobre Jesucristo, pues también Francisco va en
camino de crear una religión universal, ecuménica, basada en «la madre tierra» y
en otras deidades.
Es tal la pérdida de la racionalidad debido a la perversión
humana, que muchos legisladores defienden el derecho de las cosas, comenzando
con el derecho de la tierra. Obviamente eso es prueba del derrumbe de la
civilización, pues donde no hay razón todo vale y nada vale.
La principal guerra que existe en el mundo es la mental,
como lo dice el coronel Pedro Baños, experto en geopolítica, quien habla de
geopolítica de la mente; no es sólo que los medios de comunicación inyecten
desinformación, y que los colegios y universidades para nada contribuyan al
desarrollo del pensamiento autónomo, sino precisamente en impedirlo, y castrar
el pensamiento crítico; el asunto va más allá, pues implica el intento de
modificación del ser humano a través de inyectar dispositivos digitales que
controlen la mente de las personas.
La denuncia de muchos científicos sobre las falsas vacunas
contra el COVID 19, que introducen grafeno, información genética, y partículas
extrañas en las personas, no están siendo atendidas, ni discutidas en las
universidades y comunidades científicas, lo que viola normas internacionales
sobre la salud, mientras que gobiernos títeres se someten a las nuevas bestias
del llamado nuevo orden mundial; por eso está abierto un nuevo juicio de
Nuremberg, si es que la élite genocida y/o vacunicida no lo impide.
Si se quiere ver de manera filosófica o teológica, el gran
reseteo significa que la élite mundial al controlar la mente humana, que es lo
único libre en el universo, y por disposición de Dios, tal élite usurpa el
lugar de Dios, o intenta reemplazarlo, también en cabeza de tres personas,
entre ellas un falso mesías o anticristo; ya el mismo Papa marxista habla del
fracaso de Cristo; éstos implantarían el comunismo del nuevo orden mundial, tal
como esa élite lo planeó muchas décadas atrás, como se relata en el famoso
libro Los Protocolos de los Sabio de Sión.
Lo que obviamente pocos dicen, y pocos entienden, es que el
gran reseteo, el nuevo orden mundial y el comunismo marxista es el mismo
gobierno del anticristo, y pretenden implantarlo para el 2030 según el Foro de
Davos. Obviamente lo que sigue después de su aparente triunfo, si lo logran en
este tiempo, también lo debe saber todo cristiano.
La élite capitalista mundial ha depredado el planeta con su
sed de riqueza, y luego culpa a la misma humanidad de ser una plaga que debe
exterminarse; ya lo tienen casi todo, así que lo único que les falta es obtener
el alma de las personas; obviamente no es lo mismo controlar casi 8000 millones
de personas, que lo que quede después de despoblarla, al peor estilo
maltusiano, que incluyen hoy el aborto, la eutanasia, vacunas, enfermedades
generadas por la mala alimentación, destrucción de la agricultura, quiebra de
las economías para generar hambre, homosexualismo, control natal, guerras,
entre otras. Los restantes deben ser reprogramados, pero para lograrlo no sólo
requiere quitarle todo, sino impedir que piensen y llenarle la mente de basura
informativa.
Hace poco hablaba sobre el tema del decrecimiento y decía
que la élite del nuevo orden mundial le está vendiendo la idea a la humanidad
que el ser humano es una plaga, y una estudiante dijo que así era; lo peor no
fue eso, sino que nadie se lo refutó. Obviamente, cuando se carece de sentido
de la vida todo vale y nada vale.
La sociedad de consumo llevó a destruir la movilidad social
e impedir que la gente piense en cosas trascendentes. En un salón de clases
buena parte del curso tiene sus ojos puestos en los teléfonos celulares y no en
la clase; si se le pide que lean para la próxima clase pocos lo hacen, a menos
que se les obligue a hacerlo a partir de un examen; el debate en clases es bien
extraño; el nivel de comprensión lectora es muy bajo; así que la humanidad está
llegando a sus límites, porque pensar autónomamente es bastante escaso, y en la
medida que se piense menos la civilización se quebrará en pedazos.
Estoy seguro que este texto que me tomó varios días de
reflexión será leído por un puñado de personas, y no es tanto porque yo escriba
mal, sino porque la mayoría de gente no lee, y si lee no entiende, y no
entiende porque desde la escuela a la universidad no se le enseñó a pensar sino
a repetir, que es cosa que hacen bien las máquinas.
El caos inducido del mundo actual es la condición para que
aparezcan los salvadores y pacificadores de la ONU, los banqueros
internacionales, la corriente religiosa del actual papa, los grandes
conglomerados de las comunicaciones y del comercio electrónico, con las redes
sociales, las grandes corporaciones transnacionales, y sus títeres en los
gobiernos del mundo, a proponer la paz total, con esa consigna, que «en el 2030
no tendrás nada y serás feliz»; en ese contexto surgiría un gobernante
universal, de la que ya algunos han hablado; pero si alguien quiere ver en
forma de novela lo que tienen preparado, pueden leer «Un Mundo Feliz», de
Alduos Huxley, hermano de Julian Huxley, quien también lidera la propuesta
transhumanista, y no por casualidad fue el primer director de la UNESCO.
Si llegaste hasta aquí, así sea para estar en desacuerdo
con todo lo que he escrito, podemos decir que estás entre los que piensan; y
mientras eso suceda, la civilización tendrá un cuarto de hora más.
FIN
Fuente:
Artículo que encontré en: Después de la tormenta