domingo, 4 de diciembre de 2022

Abre los Ojos: «Homo Digitalis: Gran reseteo y fin de la civilización» [Parte 1]

 


EL HOMO DIGITALIS: GRAN RESETEO Y FIN DE LA CIVILIZACIÓN (1)

Miguel Chajín Flórez

El único ser que construye cultura es el humano; la cultura no es otra cosa que la producción, materialización, transferencia, revisión o evaluación de las ideas y su reemplazo por otras, a través de la historia. No hay ningún otro ser cultural en el mundo, y la esencia de la cultura son las ideas, y estas no son posible sin la condición racional.

La diferencia entre la vida animal y humana es que las formas organizativas de los animales no varían como especie, y las reacciones a las circunstancias vitales del presente no pueden transmitirse a otras generaciones. Es decir, el «comportamiento» animal siempre será el mismo, y si hay alguna variación de éste no se transmite en el tiempo.

La inteligencia, que puede definirse como la diversidad de lógicas que subyace a la estructura, organización y funcionamiento de la realidad no puede depender de las cosas, aunque todo lo real es racional, en el sentido de que ha sido diseñado por alguien; en el caso de la cultura ese diseño lo hace el hombre, y en el caso de toda la realidad el diseño lo hace Dios. Lo que parece una paradoja es que siendo Dios el gran diseñador de todo, permita que el hombre haga sus propios diseños culturales.    

El comportamiento humano en lo social sí puede transmitirse a otras generaciones, y las personas están en la libertad de aceptarlo, modificarlo o rechazarlo; por tanto, sólo el ser humano puede dar cuenta por sí mismo de gran parte de su modo de ser, no así los animales, cuyo comportamiento no depende de sí mismo.

El mismo Hegel entendió el carácter racional que subyace a lo creado, y hoy la biología puede dar cuenta del orden de la vida, lo que no sorprende, porque Louis Pasteur, quien fue un Químico y bacteriólogo francés, era católico, similar a Gregor Mendel, padre de la genética, que era un sacerdote agustino. En la física pasó algo similar, por discernir la inteligencia que subyace a las cosas, como es el caso de Isacc Newton, padre de la física moderna, quien era protestante, y encontró en la Biblia razones para entender el universo. Pero mucho antes de estos científicos, los filósofos pre socráticos eran creyentes en la racionalidad que subyace a la naturaleza, como es el caso del hilozoísmo, seis siglos antes de Jesucristo; no por casualidad Werner Jaeger escribió el libro «La Teología de los primeros filósofos griegos».

Para decirlo de otra manera, la inteligencia del cosmos en general no puede entenderse desde sí misma, a menos que se quiera retroceder más de 2000 años de ciencia, hasta los presocráticos; pero es evidente que a las cosas le subyace una inteligencia, por su estructura, organización y funcionamiento, y eso debe ser explicado de alguna forma; de allí que la existencia de Dios no es como lo piensan los marxistas, un fruto de la superstición y la ignorancia; todo lo contrario, tratar de decir que la inteligencia que subyace a las cosas se origina por el azar no es ignorancia sino estupidez, ya que la sola probabilidad como herramienta de las ciencias naturales lo refuta.

Si se ve como una máquina, o como un sistema, a todo lo que existe le subyace una inteligencia, y aún desde la misma probabilidad estadística, utilizando sofisticados mecanismos de cálculo, es imposible pensar que la naturaleza sea producto del azar, como lo plantea Scott Huse, científico en computación del laboratorio Roma de Las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, quien escribió un libro llamado «El Colapso de la evolución», donde incluye un apéndice de Programa de demostración para computadores. 

Sin darse cuenta, los mismos defensores del desarrollo sostenible aceptan la existencia de una naturaleza hecha con inteligencia, cuando hablan de ecosistemas, y de equilibrio ambiental; y no hay sistemas sin inteligencia, pues todo sistema implica una estructura, organización y funcionamiento que perdura en el tiempo, aunque pueda ser destruido por acción de otros sistemas.









Fuente:

después de la tormenta