DECONSTRUYENDO EL MUNDO
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«Nuestros padres,
nuestros profesores, nuestra sociedad y nuestra cultura pueden enseñarnos
falsedades peligrosas y a menudo lo hacen. Nuestro mundo es una clara prueba de
ello pues se encamina a trompicones e imprudentemente hacia una destrucción
irreversible».
[Brian Weiss]
Nadie cuerdo
debe soñar, anhelar o desear una guerra. Es insano. La guerra, en su esencia,
es la negación de la razón, un grito desesperado de la bestia que llevamos
dentro. Es la glorificación de la muerte, el triunfo del caos sobre el orden.
¿Quién, en su sano juicio, podría desear algo así? Sin embargo, la historia nos
demuestra, una y otra vez, que la locura colectiva es una fuerza poderosa,
capaz de arrastrarnos a los abismos más oscuros.
Esto no significa
que uno no se prepare. La prudencia dicta que debemos estar listos para lo
peor, aunque esperemos lo mejor. La preparación, en este contexto, no es un
acto de belicismo, sino una medida de supervivencia. Es la conciencia de que el
mundo es un lugar peligroso, y que la paz, como la salud, es un bien precioso
que debemos proteger.
Son tiempos
convulsos, caóticos, satánicos... donde grupos como Hamás sueñan pesadillas
sangrientas. Son bestias que creen librar una guerra santa. Denigran el nombre
de un dios, o tal vez, exaltan a un dios menor con aires de sempiterno, de
Absoluto, pero que apenas es un soplo invisible en la eterna creación. Estos
grupos, con sus ideologías fanáticas y sus métodos brutales, son la encarnación
del mal en su forma más pura. Son la antítesis de la razón, la negación de la
humanidad. Su objetivo es la destrucción, el caos, la aniquilación del otro.
Todos buscan
la guerra para mover la maquinaria de muerte. Los políticos, con sus discursos
inflamados y sus intereses ocultos.
Los
fabricantes de armas, con sus ganancias obscenas y su sed insaciable de poder.
Los medios
de comunicación, con su sensacionalismo y su manipulación de la opinión
pública. Todos ellos, de una forma u otra, se benefician de la guerra. La
guerra es un negocio, una industria, una fuente de poder. Y como cualquier
negocio, tiene sus promotores, sus inversores, sus beneficiarios.
Todos son
legión con vestiduras santas, monstruos con piel de oveja. Se disfrazan de
defensores de la libertad, de la justicia, de las religiones, de la santidad, de
la civilización. Pero en el fondo, son lobos con piel de cordero, depredadores monstruosos
que acechan en la oscuridad, esperando el momento oportuno para atacar. Son los
que predican la paz mientras preparan la guerra. Los que hablan de amor
mientras siembran el odio. Los que prometen un futuro mejor mientras nos
arrastran al abismo.
Deconstruyen
nuestro mundo, como si les perteneciera.
El mundo se
desmorona, se deshace, se pudre.
La esperanza
es un espejismo, una ilusión.
El futuro es
incierto, oscuro, aterrador.
La guerra es
inevitable, y la destrucción, segura.
Es nuestro
sino desaparecer, porque los engendros que gobiernan lo han determinado así… y
nadie hace nada para detenerlos.
«¡Basta de
silencios!¡Gritad con cien mil lenguas! porque, por haber callado, ¡el mundo
está podrido!».
[Santa Catalina de
Siena]
Imágenes
creadas con AI.
Escrito por:
IAn Moone [Ülveer]
Edición final: Jarl Asathørn.