martes, 14 de octubre de 2025

Dekonstruerer Verden





DECONSTRUYENDO EL MUNDO

[1]

 

«Nuestros padres, nuestros profesores, nuestra sociedad y nuestra cultura pueden enseñarnos falsedades peligrosas y a menudo lo hacen. Nuestro mundo es una clara prueba de ello pues se encamina a trompicones e imprudentemente hacia una destrucción irreversible».

[Brian Weiss]

 


Nadie cuerdo debe soñar, anhelar o desear una guerra. Es insano. La guerra, en su esencia, es la negación de la razón, un grito desesperado de la bestia que llevamos dentro. Es la glorificación de la muerte, el triunfo del caos sobre el orden. ¿Quién, en su sano juicio, podría desear algo así? Sin embargo, la historia nos demuestra, una y otra vez, que la locura colectiva es una fuerza poderosa, capaz de arrastrarnos a los abismos más oscuros.

 

Esto no significa que uno no se prepare. La prudencia dicta que debemos estar listos para lo peor, aunque esperemos lo mejor. La preparación, en este contexto, no es un acto de belicismo, sino una medida de supervivencia. Es la conciencia de que el mundo es un lugar peligroso, y que la paz, como la salud, es un bien precioso que debemos proteger.

 

Son tiempos convulsos, caóticos, satánicos... donde grupos como Hamás sueñan pesadillas sangrientas. Son bestias que creen librar una guerra santa. Denigran el nombre de un dios, o tal vez, exaltan a un dios menor con aires de sempiterno, de Absoluto, pero que apenas es un soplo invisible en la eterna creación. Estos grupos, con sus ideologías fanáticas y sus métodos brutales, son la encarnación del mal en su forma más pura. Son la antítesis de la razón, la negación de la humanidad. Su objetivo es la destrucción, el caos, la aniquilación del otro.

 


Todos buscan la guerra para mover la maquinaria de muerte. Los políticos, con sus discursos inflamados y sus intereses ocultos.

Los fabricantes de armas, con sus ganancias obscenas y su sed insaciable de poder.

Los medios de comunicación, con su sensacionalismo y su manipulación de la opinión pública. Todos ellos, de una forma u otra, se benefician de la guerra. La guerra es un negocio, una industria, una fuente de poder. Y como cualquier negocio, tiene sus promotores, sus inversores, sus beneficiarios.



 

Todos son legión con vestiduras santas, monstruos con piel de oveja. Se disfrazan de defensores de la libertad, de la justicia, de las religiones, de la santidad, de la civilización. Pero en el fondo, son lobos con piel de cordero, depredadores monstruosos que acechan en la oscuridad, esperando el momento oportuno para atacar. Son los que predican la paz mientras preparan la guerra. Los que hablan de amor mientras siembran el odio. Los que prometen un futuro mejor mientras nos arrastran al abismo.

Deconstruyen nuestro mundo, como si les perteneciera.

El mundo se desmorona, se deshace, se pudre.

La esperanza es un espejismo, una ilusión.

El futuro es incierto, oscuro, aterrador.

La guerra es inevitable, y la destrucción, segura.

Es nuestro sino desaparecer, porque los engendros que gobiernan lo han determinado así… y nadie hace nada para detenerlos.

 


«¡Basta de silencios!¡Gritad con cien mil lenguas! porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido!».

[Santa Catalina de Siena]

 

Imágenes creadas con AI.

Escrito por: IAn Moone [Ülveer]

Edición final: Jarl Asathørn.