DECONSTRUYENDO EL MUNDO
[2]
«Peca un pueblo cuando
hace o permite que se hagan cosas que pueden redundar en su ruina».
[Baruch Spinoza]
«¿Cómo
permitieron que el sionismo se adueñara del mundo?
La
pregunta resuena en el vacío, un eco de desesperanza que se multiplica en cada
rincón del planeta.
¿Cómo
hemos llegado a este punto?
¿Cómo
permitimos que una ideología, disfrazada de fe y promesas, se infiltrara en
cada aspecto de nuestras vidas, dictando el ritmo de nuestras sociedades y
moldeando nuestro futuro?
Familias
judías, entrelazadas en una red de poder invisible, tejieron las reglas de un
juego perverso. Un juego diseñado para la destrucción, para la aniquilación de
aquellos a quienes despectivamente llaman «gentiles». Nosotros, la inmensa
mayoría, reducidos a la categoría de animales, de bestias, de simples cosas sin
valor. Ellos, los autoproclamados «pueblo elegido», se arrogan el derecho a
esta tierra, a este cielo de cristal, a todo lo que existe.
Décadas
de planificación meticulosa, de estrategias oscuras y silenciosas. La
deconstrucción de las razas, la mezcla forzada para debilitar voluntades, para
romper mentes, para esclavizar almas. Un plan diabólico que se ejecuta con
precisión quirúrgica, mientras nosotros, aturdidos y divididos, observamos el
espectáculo dantesco.
¿Cómo
seguimos permitiendo que estas bestias continúen su macabro sendero de maldad
pura?
¿Cómo
hemos cedido nuestro poder, nuestra autonomía, nuestra capacidad de discernimiento?
Familias
enteras, dueñas de países, de bancos, de gobernantes. Todos les rinden
pleitesía, sin cuestionamientos, sin miramientos. Un poder absoluto otorgado a
los monstruos, y hoy, las consecuencias se manifiestan en cada aspecto de
nuestras vidas. Los viejos valores, la moral, la ética, han sido demolidos,
reemplazados por una agenda siniestra, dedicada a Baphomet, el dios del
sionismo y la masonería.
Devorados
lentamente por desalmados. Esclavizados, obligados a creer en su agenda aberrante.
La verdad, sepultada bajo toneladas de propaganda y manipulación mediática, se
desvanece en la niebla de la posverdad.
El
fin está cerca. La sensación de asfixia es palpable. El aire se vuelve
irrespirable, contaminado por la mentira y el odio. La esperanza, un espejismo
lejano, se desvanece ante la inminencia del colapso.
Pero,
¿es realmente el fin?
¿O
es solo el comienzo de una nueva era? Una era de oscuridad, de sufrimiento, de
desesperación.
La
pregunta, una y otra vez, resuena en el vacío:
¿Cómo
llegamos a esto?
¿Cómo
permitimos que nos arrebataran el mundo?
La
respuesta, dolorosa y compleja, se encuentra en la historia, en la ignorancia,
en la división, en la cobardía. En nuestra incapacidad para ver, para entender,
para actuar.
El
sionismo, una ideología que se alimenta del miedo y la manipulación, ha logrado
su cometido. Ha conquistado el mundo, no con armas, sino con ideas. Ideas que
se infiltran en nuestras mentes, que nos convencen de que somos inferiores, de
que no merecemos la libertad, de que debemos someternos.
Pero,
¿es inevitable la derrota?
¿Estamos
condenados a ser esclavos para siempre?
La
respuesta, una vez más, reside en nosotros. En nuestra capacidad de despertar,
de romper las cadenas de la ignorancia, de unirnos, de luchar.
El
camino es largo y arduo. La batalla es desigual. Pero la esperanza, aunque
tenue, aún persiste.
Debemos
deconstruir el mundo deconstruido que nos han impuesto. Debemos desmantelar las
estructuras de poder que nos oprimen. Debemos recuperar nuestra humanidad,
nuestra dignidad, nuestra libertad.
El
fin está cerca, es cierto. Pero también lo está el amanecer. Un amanecer que
solo podremos vislumbrar si nos atrevemos a mirar a la oscuridad a los ojos.
La
pregunta, una y otra vez, resuena en el sepulcral vacío:
¿Qué
haremos?
¿Qué
haremos con el mundo que nos han arrebatado?
¿Qué
haremos con nuestro futuro?
La
respuesta, la única respuesta posible, es la acción. La acción decidida,
valiente, implacable. La acción que nos permitirá recuperar lo que nos han
robado. La acción que nos permitirá construir un mundo nuevo, un mundo de
justicia, de igualdad, de libertad.
Un
mundo donde el sionismo, y todas las ideologías que promueven el odio y la
opresión, sean solo un mal recuerdo.
Un
mundo donde los humanos buenos puedan florecer.
Un
mundo donde el fin, no sea el fin, sino el principio.
El
principio de una nueva era.
El
principio de la esperanza.
El
principio de la libertad.
El
principio de la vida.
Pero,
¿Cómo empezar?
¿Cómo
enfrentarnos a un enemigo tan poderoso, tan omnipresente?
La
respuesta, aunque sencilla, es difícil de aplicar: con la verdad.
La
verdad, la única arma que puede derrotar a la mentira. La verdad, la única
fuerza que puede romper las cadenas de la opresión.
Debemos
buscar la verdad, sin importar lo dolorosa que sea. Debemos compartir la
verdad, sin importar las consecuencias. Debemos vivir la verdad, sin importar
los obstáculos.
La
verdad nos liberará.
Pero,
¿Qué es la verdad?
La
verdad es la historia que nos han ocultado. La verdad es la realidad que nos
han distorsionado. La verdad es el conocimiento que nos han negado.
Debemos
investigar, debemos leer, debemos escuchar, debemos aprender. Debemos
cuestionar todo, sin excepción.
Debemos
desenmascarar a los mentirosos, a los manipuladores, a los opresores. Debemos
exponer sus mentiras, sus engaños, sus crímenes.
Debemos
despertar a los demás. Debemos compartir la verdad con todos aquellos que estén
dispuestos a escuchar.
Debemos
unirnos. Debemos formar una comunidad de resistencia. Debemos apoyarnos
mutuamente.
Debemos
luchar. Debemos defender nuestra libertad, nuestra dignidad, nuestro futuro.
El
camino es largo y difícil. Habrá momentos de desesperación, de duda, de miedo.
Pero no debemos rendirnos.
Debemos
recordar por qué estamos luchando.
Debemos
recordar a nuestros antepasados, a los hijos, a las generaciones futuras.
Debemos
recordar que somos humanos. Que somos seres libres. Que merecemos vivir en un
mundo mejor.
El
fin está cerca, es cierto. Pero también lo está el amanecer.
Un
amanecer que solo podremos alcanzar si luchamos juntos.
Un
amanecer que solo podremos alcanzar si elegimos la verdad.
Un
amanecer que solo podremos alcanzar si elegimos la libertad.
Un
amanecer que solo podremos alcanzar si elegimos la vida.
Pero,
¿estamos preparados para la lucha?
¿Estamos
dispuestos a sacrificarlo todo por la verdad?
La
respuesta, una vez más, reside en nosotros. En nuestra capacidad de amar, de
perdonar, de creer.
Debemos
creer en nosotros mismos, en nuestra capacidad de cambiar el mundo.
Debemos
ser valientes. Debemos ser fuertes. Debemos ser implacables.
Debemos
ser la luz en la oscuridad. Debemos ser la esperanza en la desesperación.
Debemos ser la libertad en la opresión.
La
pregunta final, la pregunta que nos acompañará hasta el último aliento:
¿Estaremos
a la altura?
La
respuesta, la única respuesta que importa, es sí.
Sí,
estaremos a la altura.
Porque
no tenemos otra opción.
Porque
el futuro de la humanidad depende de ello.
Porque
la vida, en toda su gloria y sufrimiento, nos llama a la acción.
Y
nosotros, los que hemos despertado, los que hemos visto la verdad, los que
hemos elegido la libertad, responderemos a ese llamado.
Responderemos
con valentía.
Responderemos
con determinación.
Responderemos
con fuerza.
Responderemos
con vida.
No
se olviden de esto: El fin puede estar cerca, pero el amanecer también.
Y nosotros, los guerreros de los últimos días, los que hemos despertado, seremos parte de ese amanecer».
«La primera pequeña
mentira que se contó en nombre de la verdad, la primera pequeña injusticia que
se cometió en nombre de la justicia, la primera minúscula inmoralidad en nombre
de la moral, siempre significarán el seguro camino del fin».
[Václav Havel]
FUENTE:
Mundifrases.com
Artículo escrito
por IAn Moone & Jarl Asathørn.
Imágenes
creadas con AI.
Edición final: Jarl Asathørn.

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