jueves, 2 de octubre de 2025

Devoured by Darkness [A horror story created by Jarl Asathørn in honor of the writer H.P. Lovecraft]

 



«El frío viento aullaba entre las ruinas del orfanato, un lugar que una vez fue un hogar, pero ahora parecía más un relicario del horror. A medida que caía la noche, las sombras danzaban a través de los arcos y pasillos, como si en ellos habitaran secretos inconfesables y susurros de locura. Anatoly Bychkov, a sus doce años, ya había cruzado umbrales que ni siquiera los adultos soportarían.

 

Anatoly era un niño con ojos que reflejaban un abismo sin fondo. Su pasado era un oscuro eco de rituales prohibidos, de gritos ahogados y sacrificios en nombre de seres que no pertenecían a este mundo. Sus padres, miembros de una secta extrema, habían sido encarcelados por crímenes atroces, pero el daño ya estaba hecho. El pequeño Anatoly fue arrojado a un orfanato en las afueras de Arkham, donde las risas infantiles se extinguieron bajo la pesada sombra de un destino maldito.

 

Su llegada no pasó desapercibida. Los otros niños, con sus miradas inocentes, pronto aprendieron a temerle. Anatoly, aterrado en su propia piel, adoptó un comportamiento salvaje; ofrecía mordiscos como respuesta a cualquier interacción humana. En los oscuros rincones de su mente, murmuraba un canto escalofriante: 

Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn”. 

Nadie entendía el significado de aquellas palabras, pero el terror se apoderaba de ellos al escucharlo. Era un mantra, un abrigo para sus pesadillas, y lo recitaba como si invocara a una fuerza más allá de la comprensión humana.

 

Los cuidadores intentaron ayudarlo, pero cada intento se tornaba en un fracaso grotesco. Anatoly devoraba su cena con frenesí, sus pequeños dientes marcando un rastro de sangre que helaba la piel. Las noches eran peores; a menudo, se le encontraba de pie junto a la ventana, observando al cielo estrellado, murmurando sin cesar. Las estrellas parecían llorar ante su presencia, incapaces de salvarlo del horror que lo habitaba.

 

Una noche particularmente oscura, mientras una tormenta rugía en el horizonte, sucedió lo inesperado. Un grupo de niños, intrigados pero aterrados, decidieron acercarse a su habitación para escuchar los ecos de su canto. Lo encontraron allí, sentado en el suelo, rodeado de juguetes desechados y sombras de pesadilla. Su cuerpo temblaba, y sus ojos, normalmente vacíos, brillaban con una luz antinatural.

 

—¿Por qué cantas ese tipo de cosas? —preguntó uno de los niños, temblando.

 

Atacó con un grito animal, las palabras de su canto resonaron con un fervor creciente. Los demás huyeron, dejando atrás solo el eco de sus pasos asustados.

 

Esa noche, el orfanato estaba envuelto en un silencio inquietante. Las horas pasaban lentas, y los cuidadores trataban de calmar la atmósfera densa con luces parpadeantes. La tormenta afuera se intensificó, haciendo que los muros de piedra crujieran. Fue entonces cuando, en un giro perverso del destino, el grito desgarrador de un niño rompió el silencio: un llanto que heló la sangre de quienes estaban de guardia.

 

Corrieron hacia la habitación de Anatoly, pero la puerta estaba entreabierta. Lo que vieron a continuación les dejó paralizados. Anatoly estaba en medio de una escena digna de una pesadilla infernal. Su cama era un mar de sangre, y él, en un instante de locura, se devoraba a sí mismo, arrancando pedazos de su propia carne con una sonrisa sobrehumana.



 

—¡Anatoly! —gritaron los cuidadores, horrorizados, sin entender cómo algo tan monstruoso podía originarse de un niño tan frágil.

 

El niño giró su cabeza hacia ellos, sus ojos llenos de una tristeza abismal. Bajo el horror y el sufrimiento, un rayo de comprensión pareció atravesar su mente destrozada, y antes de sucumbir en la absurda autoinmolación, sus labios formaron un susurro postrero lleno de un terror primordial:

 

Iä Hastur cf'ayak'vulgtmm, vugtlagln vulgtmm, los dioses oscuros volverán.

 

Con esas palabras, Anatoly cayó hacia atrás, sumergiéndose en la oscuridad que tanto había anhelado. Los cuidadores, paralizados, presenciaron cómo su cuerpo se desplomaba en su cama, en un silencio absoluto, dejando tras de sí un eco de una advertencia fatídica.

 

El orfanato de Arkham nunca más volvió a ser el mismo. La historia de Anatoly Bychkov se convirtió en una leyenda de horror que se susurraba entre aquellos que sobrevivieron a la tormenta. Y mientras los cielos continuaban su danza estelar, una sombra se cernía sobre el orfanato, recordando a todos que la oscuridad siempre acecha, esperando su oportunidad para devorar la luz».

 

«No está muerto lo que puede yacer eternamente, Y con eones extraños hasta la muerte puede Morir».

H. P. Lovecraft

 

 

Un cuento creado por Jarl Asathørn.

El nombre del niño es la suma de de un nombre y de un apellido de dos asesinos caníbales rusos.

El Orfanato de Arkham y su ubicación es una idea propia. De un mundo alterno.

Basado en el mundo de H.P. Lovecraft.