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miércoles, 16 de octubre de 2024

Rezyklon presenta: Cuentos de payasos diabólicos

 


Muchos hombres, mujeres y niños les temen a los payasos, ya sea por algo íntimo y desconocido, por una mala experiencia del pasado, por las películas o simplemente porque un humano maquillado de esa forma trae recuerdos de algo traumático.

Este miedo irracional se llama Coulrofobia.

Aquí rezyklo dos cuentos sobre payasos, espero que sus hijos o hermanos pequeños lo disfruten. [Risa de payaso diabólico de fondo]

 

INTRO

Había una vez una pequeña ciudad llamada Willow Creek, donde la tranquilidad y la paz reinaban entre sus habitantes. Sin embargo, todo eso cambió en el año 2023, cuando un payaso siniestro emergió de las sombras para sembrar el terror en sus calles.

 

EL PAYASO SINIESTRO



Su risa estridente resonaba en las noches, haciendo que los niños se escondieran bajo sus camas y los adultos temblaran de miedo. Sus ojos fríos y vacíos parecían penetrar en el alma de aquellos que se atrevían a cruzarse en su camino. Nadie sabía de dónde había salido aquel ser, ni cuál era su objetivo, pero todos sabían que su presencia traía consigo un rastro de caos y destrucción.

Una noche, un grupo de valientes decidió enfrentarse al payaso siniestro y poner fin a su reinado de terror. Armados con antorchas y palos, se adentraron en las sombrías calles de Willow Creek en busca de la criatura que había sumido a la ciudad en el miedo.

 

I

La Cacería Comienza

El viento soplaba frío aquella noche, y las sombras parecían cobrar vida a su alrededor. Los valientes avanzaban con paso decidido, con el corazón latiendo con fuerza en sus pechos. De repente, una risa estridente rompió el silencio de la noche, haciendo que todos se detuvieran en seco.

 

- ¿Lo escucharon? -susurró uno de los valientes, con la voz temblorosa.

 

- Sí, viene de allí -respondió otro, señalando hacia un callejón oscuro.

 

Sin pensarlo dos veces, se adentraron en el callejón, con la esperanza de encontrar al payaso siniestro y poner fin a su reinado de terror de una vez por todas.

 

II

El Encuentro

A medida que avanzaban, la risa del payaso siniestro se hacía más fuerte, más estridente. Finalmente, llegaron a un callejón sin salida, donde una figura oscura se recortaba contra la luz de la luna. Era el payaso siniestro, con su maquillaje macabro y su sonrisa siniestra.

 

- ¿Qué quieren de mí? -preguntó el payaso, con una voz que helaba la sangre.

 

- Queremos que dejes de sembrar el terror en nuestra ciudad -respondió uno de los valientes, con valentía.

 

El payaso soltó una carcajada escalofriante, haciendo que los valientes retrocedieran un paso.

 

- Yo soy el terror, el miedo encarnado. No pueden detenerme, soy invencible -dijo el payaso, con una mirada fría y despiadada.

 

III

La Batalla Final

Los valientes se prepararon para la batalla final, sabiendo que estaban en peligro de perder sus vidas. El payaso siniestro se abalanzó sobre ellos, con una agilidad sorprendente, esquivando los golpes que intentaban detenerlo. Uno a uno, los valientes caían ante la fuerza sobrenatural del payaso, hasta que solo quedaba uno en pie.

 

- ¡Detente, monstruo! -gritó el valiente, con la esperanza de detener al payaso siniestro.

 

Pero el payaso no mostraba signos de detenerse, su risa resonaba en los oídos del valiente, llenándolo de terror y desesperación. Con un último esfuerzo, el valiente logró clavar su antorcha en el corazón del payaso siniestro, haciendo que este se desvaneciera en una nube de humo y sombras.

 

IV

La Consecuencia

La ciudad de Willow Creek volvió a la calma, pero el recuerdo del payaso siniestro permaneció en la mente de todos sus habitantes. Nadie sabía de dónde había salido aquel ser, ni cuál era su objetivo, pero todos sabían que su presencia había dejado una marca imborrable en sus corazones.

Y así, la pequeña ciudad de Willow Creek volvió a la normalidad, pero el miedo y la desconfianza se habían instalado en sus calles para siempre. El payaso siniestro había sido vencido, pero su sombra seguía acechando en las sombras, recordándoles a todos que el mal podía manifestarse en las formas más inesperadas.

 

LA CARPA ENCANTADA



Bajo la luz de la luna, se alza la Carpa Encantada, un lugar misterioso y siniestro que ha sido testigo de innumerables horrores a lo largo de los años. En el corazón de un bosque oscuro y frondoso, la carpa se alza majestuosa, con sus colores brillantes y sus luces parpadeantes que atraen a los desprevenidos que se aventuran a entrar en su interior.

 

I

La invitación

Era una noche oscura y tormentosa cuando Laura y su grupo de amigos decidieron adentrarse en el bosque en busca de emociones fuertes. Habían escuchado rumores sobre la Carpa Encantada y, desafiando el peligro, decidieron investigar por sí mismos si las leyendas eran ciertas.

Al llegar al borde del bosque, se detuvieron frente a la imponente carpa, iluminada por la luz de la luna llena. Los colores brillantes y los sonidos de risas estridentes se filtraban a través de las telas de la carpa, creando una atmósfera inquietante y perturbadora.

 

- «¿Creen que deberíamos entrar?» preguntó Laura, mirando a sus amigos con una mezcla de emoción y miedo en sus ojos.

 

- «¡Claro que sí! ¡Será una aventura increíble!» exclamó Alex, el más valiente del grupo.

 

Sin pensarlo dos veces, se adentraron en la carpa, sin saber que estaban a punto de enfrentarse a un terror más allá de su imaginación.

 

II

El espectáculo macabro

Una vez dentro, se encontraron rodeados de payasos sonrientes y coloridos, que los miraban fijamente con sus ojos fríos y vacíos. Las risas estridentes resonaban en sus oídos, envolviéndolos en una atmósfera de locura y terror.

«Esto es increíble», murmuró Laura, tratando de ocultar el miedo que sentía en su interior.

Pero a medida que avanzaban por los pasillos laberínticos de la carpa, se dieron cuenta de que algo no estaba bien. Los payasos parecían seguirlos con la mirada, moviéndose de un lado a otro en un baile macabro y perturbador.

De repente, una risa malévola resonó en la oscuridad, haciendo que el grupo se detuviera en seco.

 

- «¿Qué fue eso?» preguntó nervioso Juan, el más callado de todos.

 

Antes de que pudieran reaccionar, los payasos comenzaron a acercarse lentamente, rodeándolos con sus sonrisas siniestras y sus ojos vacíos.

 

III

La persecución mortal

Sin pensarlo dos veces, comenzaron a correr por los pasillos de la carpa, tratando desesperadamente de encontrar una salida. Pero los pasillos parecían moverse y cambiar a su alrededor, como si la carpa misma estuviera viva y los persiguiera.

 

- «¡No podemos seguir así!» gritó Laura, sintiendo el pánico apoderarse de ella.

 

De repente, se encontraron en una habitación oscura y lúgubre, con una puerta al final que parecía ser la única salida. Sin embargo, al acercarse, se dieron cuenta de que estaba bloqueada por una figura alta y espeluznante.

Era el payaso principal de la carpa, con su maquillaje grotesco y su sonrisa retorcida que parecía desafiar a la muerte misma.

 

- «¡No podrán escapar de mí!» exclamó el payaso, con una voz que helaba la sangre.

 

IV

El giro inesperado

En un último acto de desesperación, el grupo decidió enfrentarse al payaso, sabiendo que su vida estaba en peligro. Con valentía, se abalanzaron sobre él, luchando con todas sus fuerzas para derrotarlo.

Pero el payaso era más fuerte de lo que parecía, y en cuestión de segundos, los había inmovilizado a todos, mirándolos con sus ojos fríos y vacíos.

 

- «Ahora son míos», susurró el payaso, con una sonrisa macabra en su rostro.

 

De repente, la habitación comenzó a girar a su alrededor, envolviéndolos en una vorágine de colores y risas estridentes. El grupo se aferraba desesperadamente entre sí, sabiendo que estaban a punto de enfrentarse a un destino peor que la muerte.

Y en medio de la oscuridad y el caos, la risa del payaso resonó una vez más, marcando el final de su aventura en la Carpa Encantada.

 

 

EL CIRCO DE LAS PESADILLAS



Había una vez un circo abandonado en las afueras de un pequeño pueblo. El Circo de las Pesadillas, como lo llamaban los lugareños, era un lugar oscuro y siniestro que había sido olvidado por el paso del tiempo. Se decía que en ese circo habitaban seres malignos disfrazados de payasos, cuya única misión era sembrar el terror entre aquellos que se atrevieran a entrar en sus dominios.

 

I

La llegada al circo

Una noche de luna llena, un grupo de amigos decidió aventurarse en el Circo de las Pesadillas. Intrigados por las historias que habían escuchado, se adentraron en el terreno baldío donde se alzaba la carpa del circo. A medida que se acercaban, podían sentir una presencia inquietante que los envolvía en un aura de miedo y suspenso.

 

- «¿Están seguros de que queremos hacer esto?» preguntó Laura, la más temerosa del grupo.

 

- «Vamos, no seas cobarde. Será una experiencia emocionante», respondió Alex, el líder del grupo, tratando de infundir valor en sus amigos.

 

II

La carpa del terror

Al entrar en la carpa del circo, los amigos se encontraron con un espectáculo macabro. Las luces parpadeantes iluminaban a los payasos que se movían de forma espeluznante por el escenario. Sus sonrisas pintadas en los rostros parecían más siniestras que alegres, y sus ojos brillaban con una malicia insondable.

 

- «Esto es demasiado ‘creepy’ para mi gusto», murmuró Carlos, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

 

De repente, uno de los payasos se acercó al grupo y les ofreció un globo en forma de corazón.

 

- «¡Bienvenidos al Circo de las Pesadillas! ¿Les gustaría ver un truco de magia?», preguntó con una voz chillona y perturbadora.

 

III

El truco de magia

Los amigos asintieron con cautela, sin saber qué esperar. El payaso sacó un pañuelo rojo de su bolsillo y lo agitó en el aire. En cuestión de segundos, el pañuelo se convirtió en una serpiente venenosa que se deslizaba amenazadoramente hacia ellos.

Gritos de terror llenaron la carpa mientras los amigos intentaban huir de la serpiente. Sin embargo, todas las salidas estaban bloqueadas y se encontraron atrapados en medio del espectáculo macabro de los payasos.

 

IV

La revelación

De repente, las luces se apagaron y una voz grave resonó en la carpa.

 

- «Bienvenidos al Circo de las Pesadillas, donde la diversión se convierte en pesadilla y la magia en horror», dijo la voz.

 

Cuando las luces se encendieron de nuevo, los amigos vieron a los payasos rodeándolos, con sonrisas malévolas en sus rostros. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que los payasos no eran humanos, sino seres demoníacos que habían estado esperando por ellos.

 

V

La lucha por la supervivencia

El pánico se apoderó del grupo mientras los payasos los rodeaban, listos para llevar a cabo sus macabros planes. Laura, la más valiente de todos, sacó un encendedor de su bolsillo y prendió fuego a la carpa en un intento desesperado por escapar.

El fuego se propagó rápidamente, envolviendo a los payasos en llamas y permitiendo a los amigos abrirse paso hacia la salida. Corrieron a través de las llamas y finalmente lograron escapar del Circo de las Pesadillas, con el sonido de risas diabólicas persiguiéndolos en la oscuridad de la noche.

 

VI

La reflexión

A medida que se alejaban del circo en llamas, los amigos se detuvieron para recuperar el aliento y procesar lo que acababan de vivir. Se miraron unos a otros, con los ojos llenos de horror y asombro.

 

- «Nunca más volveré a subestimar las historias de terror», dijo Laura, temblando de miedo.

 

- «Creo que hemos aprendido la lección de la peor manera posible», agregó Carlos, con la voz temblorosa.

 

Y así, los amigos continuaron su camino de regreso al pueblo, con el recuerdo del Circo de las Pesadillas grabado en sus mentes para siempre. Sabían que nunca más se atreverían a adentrarse en un lugar tan oscuro y siniestro, donde la diversión se convertía en pesadilla y la magia en horror.

 

 

 

 

 

 

Fuentes:

cuentomania.net

Edición final: V.D.M.

martes, 5 de marzo de 2024

Rezyklon en un día lluvioso en la Patagonia.



Esta vez rezyklo 3 historias; que, aunque parezcan infantiles; son de una reflexión importante.

Sin más preámbulos, comencemos:

 

LA SOPA DE PIEDRA



Había una vez un viajero errante que, tras días de caminar sin descanso, llegó a un pequeño pueblo perdido entre colinas. Exhausto y hambriento, golpeó puertas buscando algo para comer, pero la gente del lugar era reacia a compartir con un extraño.

Ante la negativa, el viajero sonrió con calidez y dijo que podía hacer una sopa deliciosa con una piedra mágica que llevaba consigo. Intrigados por la extraña propuesta, los aldeanos permitieron al viajero preparar su sopa de piedra. Llenó una olla con agua y la colocó sobre el fuego, mientras la comunidad observaba con escepticismo.

Con gran teatralidad, sacó una piedra lisa y la sumergió en el agua hirviendo. Mientras esperaba, comentaba sobre la deliciosa sopa que estaba a punto de cocinar. Los aldeanos, curiosos, empezaron a aportar ingredientes: zanahorias frescas, papas tiernas, cebollas aromáticas.

 

El aroma tentador se apoderó del aire, y la comunidad, olvidando sus reticencias iniciales, comenzó a colaborar con entusiasmo, añadiendo más y más ingredientes a la olla burbujeante. El viajero probó la sopa y exclamó que estaba casi perfecta, pero le faltaba un toque especial. Uno a uno, los aldeanos ofrecieron especias y hierbas de sus propios hogares, contribuyendo con generosidad.

 

La sopa, gracias a la colaboración de todos, se volvió exquisita, y el viajero retiró la piedra con una sonrisa agradecida. Con una expresión de asombro y gratitud, los aldeanos compartieron la sopa entre sí, saboreando el fruto de su trabajo conjunto. La lección quedó grabada en sus corazones: la verdadera magia estaba en la colaboración y la generosidad.

 

El viajero se despidió agradecido, dejando tras de sí un pueblo más unido y comprensivo. La lección de la sopa de piedra se extendió por generaciones, recordando a todos que cuando se comparte y colabora, incluso una simple piedra puede convertirse en algo maravilloso. Y así, el pequeño pueblo aprendió que la verdadera riqueza no se encuentra en lo que se posee, sino en la capacidad de compartir y contribuir juntos.

 

EL MONJE Y LA TENTACIÓN DEL HELADO DE CHOCOLATE



El joven Li Mu Bai había llegado hacía ya varios años a una de las más famosas comunidades budistas en la región norte del Tibet. Desde pequeño, soñaba con convertirse en un respetado maestro del budismo. En aquella pequeña comunidad, ansiaba convertirse en un monje ejemplar, el mejor... Sin embargo, lo que no sabía el aspirante a monje es que se encontraría un desafío inesperado en su camino.

 

Cada día, a la hora de comer, le preguntaba a su maestro cuánto le faltaba para convertirse en un verdadero monje budista.

 

«Todavía no estás preparado, Li Mu Bai. Primero debes trabajar en la humildad. Para ser un monje budista, debes dominar tu ego», le respondía su maestro.

 

¿Humildad y ego? El joven no entendía por qué el maestro hacía referencia a la humildad como una carencia. Siempre se humillaba ante su maestro y asentía diligentemente a las enseñanzas de los monjes. Él creía que merecía ascender en su camino espiritual. Meditaba sin descanso y leía a diario las enseñanzas del Buda más que cualquiera de sus compañeros.

 

Pocos días después, el maestro les propuso a los discípulos un ejercicio para darles la oportunidad de mostrar sus avances. Antes de comenzar la meditación, el monje les dijo: «Quien medite mejor tendrá como premio un helado de chocolate».

 

Tras unos minutos de revuelo, los jóvenes comenzaron a meditar. Li Mu Bai estaba seguro de que lo lograría; se propuso ser el mejor de todos sus compañeros.

 

«Le demostraré al maestro que estoy preparado para la ordenación como monje, y, además, me comeré el helado de chocolate».

 

Li Mu Bai cerró los ojos y se centró en su respiración. Sin embargo, cada vez que comenzaba, visualizaba un gran helado de chocolate que subía y bajaba, se acercaba y alejaba, tentándole.

 

«Tengo que dejar de pensar en el helado, o alguien más lo ganará», pensaba ansioso.

 

Con gran esfuerzo, Li Mu Bai meditaba durante varios minutos, concentrándose en su respiración. Pero, sin aviso, le llegaba la imagen de un monje saboreando el helado de chocolate. «¡No! ¡Debo ser yo quien lo consiga!», se angustió el discípulo.

 

La sesión finalizó y el maestro dijo: «Todos lo hicieron muy bien, salvo un monje que pensó demasiado en el helado de chocolate, es decir, en el futuro».

 

Li Mu Bai, acongojado, dijo:

 

«Maestro, estuve pensando en el helado y no pude concentrarme. Lo admito. ¿Pero cómo puede saber que fui yo quien pensó demasiado?»

 

«No lo sabía... Pero sí puedo ver que te has sentido tan aludido como para levantarte e intentar situarte por encima de tus compañeros. Así es como actúa el ego: se siente atacado, cuestionado, ofendido... y pretende tener razón en el juego de ser superior a los demás».

 

Li Mu Bai entendió que todavía le quedaba mucho por aprender... y que la verdadera maestría budista residía no sólo en la meditación, sino también en el control del ego y la búsqueda constante de la humildad.

 

¿QUIÉN ES EL SER MÁS PODEROSO DEL MUNDO?



Mientras paseaba un mago indio por el bosque al caer la noche, una lechuza se acercó con un pequeño ratón en su pico. Sin embargo, al llegar cerca del mago, la lechuza se asustó y dejó caer a su presa.

Movido por su compasión innata, el mago se apresuró a socorrer al roedor, sólo para descubrir que se trataba de una ratoncita. Después de sanarla con su magia, decidió otorgarle un regalo adicional: la transformó en una deslumbrante joven. Admirado por su obra, el mago le ofreció buscarle esposo.

 

La joven, con astucia, pidió casarse con «el ser más poderoso del mundo».

 

«¿El ser más poderoso, dices? Entonces tendría que ser el sol. No creo que haya nadie más poderoso que él», sugirió el mago.

 

Sin embargo, al solicitarle al sol que se casara con la joven, el astro rey respondió:

 

«No soy el más poderoso. De hecho, una simple nube puede cubrirme por completo», confesó humildemente.

 

«¡La nube! De acuerdo, se lo pediré a ella», decidió el mago.

 

Pero la nube, sorprendida, replicó:

 

«Estás equivocado, mago. Yo no soy el ser más poderoso. El viento es capaz de arrastrarme donde quiera», reveló con modestia.

 

Determinado, el mago buscó al viento, ansioso por encontrar un esposo adecuado para su protegida. Sin embargo, el viento también se negó:

 

«No es que no desee casarme con la joven, pero yo no soy el más poderoso. La montaña es capaz de detenerme», expresó con sinceridad.

 

Finalmente, el mago se acercó a la montaña, esperanzado en encontrar al ser supremo que aceptaría la mano de la joven. Pero la montaña lo sorprendió con una verdad inesperada:

 

«No creas que yo soy el más poderoso, amigo. ¿Ves ese pequeño ratón que ha cavado una madriguera en mi roca? Él es más poderoso que yo, pues sin pedirme permiso, creó en mí su hogar», admitió con cierto recato.

 

Con esta revelación, el mago regresó a la joven y compartió la sabiduría de la montaña. Con humildad, la joven aceptó volver a su forma de ratona y se casó con el ratón de la montaña, encontrando la felicidad en la sencillez y la sinceridad de su nuevo hogar y recordando que, sin importar cuánto intentemos cambiar, nuestra esencia siempre nos define.

 

Moraleja: «En la búsqueda del poder, descubrimos que la verdadera fuerza reside en nuestra esencia más profunda».

 

 






 

Fuentes:

psicologia.com

shutterstock

Edición final: V.D.M.