Para
terminar este ciclo de Orwell los dejo con estos dos poemas — el primero es dirigido a la amiga de
Orwell— Jacintha Buddicom, y se refiere a un desacuerdo entre las autoridades
del instituto de Oxford y los Buddicom sobre su agnosticismo.
Jacintha
sugirió sustituir «almas desnudas» por «sin armadura».
El propio Orwell insertó el verso «Se detiene a acariciar y sigue adelante» antes de «Trayendo dulces aromas terrosos», habiéndolo escrito inicialmente después de ese verso. (1918)
«Así
que aquí estás tú, y aquí estoy yo,
donde
podemos agradecer a nuestros dioses estar,
sobre
la tierra, bajo el cielo,
almas
desnudas, vivas y libres.
El
viento otoñal susurra
y
revuelve la barba a nuestros pies;
del
oeste sopla susurrante,
se
detiene para acariciar y sigue adelante,
trayendo
sus dulces aromas terrosos.
Mira
con qué orgullo muere el sol poniente
como
un rey en oro y púrpura.
Y
como un manto de arcoíris hilado
tiñe
la tierra con tonos divinos.
Esa
luz mística está en tus ojos
y
siempre brillará en tu corazón».
«Verano
por un instante, el sol de otoño irrumpe,
y la
luz a través de los olmos que se tornan es verde y clara; se inclina por el
sendero y las caléndulas deshilachadas brillan ardiendo de nuevo, últimas llamas
del año que agoniza.
Un herrerillo común se lanza con un destello de alas, a alimentarse donde el coco cuelga del peral sobre el pozo; escarba en la carne como un pequeño pico golpeando con su pico afilado como una aguja mientras se aferra a la cáscara oscilante.
Entonces
trepa por el tronco, seguro y elegante como un ratón, y se posa para tomar el
sol; todo su cuerpo y mente se regocijan con la repentina luz del sol, creyendo
con alegría que el frío ha terminado y el verano ha vuelto.
Pero veo las nubes oscuras que se dirigen hacia el sol, y una tristeza que ningún argumento podrá disipar me recorre el corazón al pensar en el invierno que se acerca, y en la luz fugaz que brilla como el fantasma de mayo; y el pájaro inconsciente, bendiciendo el verano eterno, trabajando alegremente, orgulloso de su fuerza, de alegre plumaje, ignorando al halcón, la nieve y las noches heladas, y su muerte predestinada».
(La revista Adelphi - Mayo de 1933)
Fuentes:
orwellfoundation.com
eldiariodehuesca.com
freepik.es
Wikipedia.
Edición final: V.D.M.


