Muchos hombres, mujeres y niños les temen a los payasos, ya sea por
algo íntimo y desconocido, por una mala experiencia del pasado, por las
películas o simplemente porque un humano maquillado de esa forma trae recuerdos
de algo traumático.
Este miedo irracional se llama Coulrofobia.
Aquí rezyklo dos cuentos sobre payasos, espero que sus hijos o
hermanos pequeños lo disfruten. [Risa de payaso diabólico de fondo]
INTRO
Había una vez una pequeña ciudad llamada Willow Creek, donde la
tranquilidad y la paz reinaban entre sus habitantes. Sin embargo, todo eso
cambió en el año 2023, cuando un payaso siniestro emergió de las sombras para
sembrar el terror en sus calles.
EL PAYASO SINIESTRO
Su risa estridente resonaba en las noches, haciendo que los niños
se escondieran bajo sus camas y los adultos temblaran de miedo. Sus ojos fríos
y vacíos parecían penetrar en el alma de aquellos que se atrevían a cruzarse en
su camino. Nadie sabía de dónde había salido aquel ser, ni cuál era su
objetivo, pero todos sabían que su presencia traía consigo un rastro de caos y
destrucción.
Una noche, un grupo de valientes decidió enfrentarse al payaso
siniestro y poner fin a su reinado de terror. Armados con antorchas y palos, se
adentraron en las sombrías calles de Willow Creek en busca de la criatura que
había sumido a la ciudad en el miedo.
I
La Cacería Comienza
El viento soplaba frío aquella noche, y las sombras parecían cobrar
vida a su alrededor. Los valientes avanzaban con paso decidido, con el corazón
latiendo con fuerza en sus pechos. De repente, una risa estridente rompió el
silencio de la noche, haciendo que todos se detuvieran en seco.
- ¿Lo escucharon?
-susurró uno de los
valientes, con la voz temblorosa.
- Sí, viene de allí -respondió otro, señalando hacia un callejón oscuro.
Sin pensarlo dos veces, se adentraron en el callejón, con la
esperanza de encontrar al payaso siniestro y poner fin a su reinado de terror
de una vez por todas.
II
El Encuentro
A medida que avanzaban, la risa del payaso siniestro se hacía más
fuerte, más estridente. Finalmente, llegaron a un callejón sin salida, donde
una figura oscura se recortaba contra la luz de la luna. Era el payaso
siniestro, con su maquillaje macabro y su sonrisa siniestra.
- ¿Qué quieren de mí? -preguntó el payaso, con una voz que helaba la sangre.
- Queremos que dejes de sembrar el terror en nuestra ciudad
-respondió uno de los
valientes, con valentía.
El payaso soltó una carcajada escalofriante, haciendo que los
valientes retrocedieran un paso.
- Yo soy el terror, el miedo encarnado. No pueden detenerme, soy
invencible -dijo el payaso, con una mirada fría y despiadada.
III
La Batalla Final
Los valientes se prepararon para la batalla final, sabiendo que
estaban en peligro de perder sus vidas. El payaso siniestro se abalanzó sobre
ellos, con una agilidad sorprendente, esquivando los golpes que intentaban
detenerlo. Uno a uno, los valientes caían ante la fuerza sobrenatural del
payaso, hasta que solo quedaba uno en pie.
- ¡Detente, monstruo!
-gritó el valiente, con la
esperanza de detener al payaso siniestro.
Pero el payaso no mostraba signos de detenerse, su risa resonaba en
los oídos del valiente, llenándolo de terror y desesperación. Con un último
esfuerzo, el valiente logró clavar su antorcha en el corazón del payaso
siniestro, haciendo que este se desvaneciera en una nube de humo y sombras.
IV
La Consecuencia
La ciudad de Willow Creek volvió a la calma, pero el recuerdo del
payaso siniestro permaneció en la mente de todos sus habitantes. Nadie sabía de
dónde había salido aquel ser, ni cuál era su objetivo, pero todos sabían que su
presencia había dejado una marca imborrable en sus corazones.
Y así, la pequeña ciudad de Willow Creek volvió a la normalidad,
pero el miedo y la desconfianza se habían instalado en sus calles para siempre.
El payaso siniestro había sido vencido, pero su sombra seguía acechando en las
sombras, recordándoles a todos que el mal podía manifestarse en las formas más
inesperadas.
LA CARPA ENCANTADA
Bajo la luz de la luna, se alza la Carpa Encantada, un lugar
misterioso y siniestro que ha sido testigo de innumerables horrores a lo largo
de los años. En el corazón de un bosque oscuro y frondoso, la carpa se alza
majestuosa, con sus colores brillantes y sus luces parpadeantes que atraen a
los desprevenidos que se aventuran a entrar en su interior.
I
La invitación
Era una noche oscura y tormentosa cuando Laura y su grupo de amigos
decidieron adentrarse en el bosque en busca de emociones fuertes. Habían
escuchado rumores sobre la Carpa Encantada y, desafiando el peligro, decidieron
investigar por sí mismos si las leyendas eran ciertas.
Al llegar al borde del bosque, se detuvieron frente a la imponente
carpa, iluminada por la luz de la luna llena. Los colores brillantes y los
sonidos de risas estridentes se filtraban a través de las telas de la carpa,
creando una atmósfera inquietante y perturbadora.
- «¿Creen que deberíamos entrar?» preguntó Laura, mirando a sus amigos con una mezcla
de emoción y miedo en sus ojos.
- «¡Claro que sí! ¡Será una aventura increíble!» exclamó Alex, el más valiente del grupo.
Sin pensarlo dos veces, se adentraron en la carpa, sin saber que
estaban a punto de enfrentarse a un terror más allá de su imaginación.
II
El espectáculo
macabro
Una vez dentro, se encontraron rodeados de payasos sonrientes y
coloridos, que los miraban fijamente con sus ojos fríos y vacíos. Las risas
estridentes resonaban en sus oídos, envolviéndolos en una atmósfera de locura y
terror.
«Esto es increíble», murmuró Laura, tratando de ocultar el miedo
que sentía en su interior.
Pero a medida que avanzaban por los pasillos laberínticos de la
carpa, se dieron cuenta de que algo no estaba bien. Los payasos parecían
seguirlos con la mirada, moviéndose de un lado a otro en un baile macabro y
perturbador.
De repente, una risa malévola resonó en la oscuridad, haciendo que
el grupo se detuviera en seco.
- «¿Qué fue eso?» preguntó nervioso Juan, el más callado de todos.
Antes de que pudieran reaccionar, los payasos comenzaron a
acercarse lentamente, rodeándolos con sus sonrisas siniestras y sus ojos
vacíos.
III
La persecución
mortal
Sin pensarlo dos veces, comenzaron a correr por los pasillos de la
carpa, tratando desesperadamente de encontrar una salida. Pero los pasillos
parecían moverse y cambiar a su alrededor, como si la carpa misma estuviera
viva y los persiguiera.
- «¡No podemos seguir así!» gritó Laura, sintiendo el pánico
apoderarse de ella.
De repente, se encontraron en una habitación oscura y lúgubre, con
una puerta al final que parecía ser la única salida. Sin embargo, al acercarse,
se dieron cuenta de que estaba bloqueada por una figura alta y espeluznante.
Era el payaso principal de la carpa, con su maquillaje grotesco y
su sonrisa retorcida que parecía desafiar a la muerte misma.
- «¡No podrán escapar de mí!» exclamó el payaso, con una voz que
helaba la sangre.
IV
El giro inesperado
En un último acto de desesperación, el grupo decidió enfrentarse al
payaso, sabiendo que su vida estaba en peligro. Con valentía, se abalanzaron
sobre él, luchando con todas sus fuerzas para derrotarlo.
Pero el payaso era más fuerte de lo que parecía, y en cuestión de
segundos, los había inmovilizado a todos, mirándolos con sus ojos fríos y
vacíos.
- «Ahora son míos», susurró el payaso, con una sonrisa macabra en
su rostro.
De repente, la habitación comenzó a girar a su alrededor,
envolviéndolos en una vorágine de colores y risas estridentes. El grupo se
aferraba desesperadamente entre sí, sabiendo que estaban a punto de enfrentarse
a un destino peor que la muerte.
Y en medio de la oscuridad y el caos, la risa del payaso resonó una
vez más, marcando el final de su aventura en la Carpa Encantada.
EL CIRCO DE LAS PESADILLAS
Había una vez un circo abandonado en las afueras de un pequeño
pueblo. El Circo de las Pesadillas, como lo llamaban los lugareños, era un
lugar oscuro y siniestro que había sido olvidado por el paso del tiempo. Se
decía que en ese circo habitaban seres malignos disfrazados de payasos, cuya
única misión era sembrar el terror entre aquellos que se atrevieran a entrar en
sus dominios.
I
La llegada al circo
Una noche de luna llena, un grupo de amigos decidió aventurarse en
el Circo de las Pesadillas. Intrigados por las historias que habían escuchado,
se adentraron en el terreno baldío donde se alzaba la carpa del circo. A medida
que se acercaban, podían sentir una presencia inquietante que los envolvía en
un aura de miedo y suspenso.
- «¿Están seguros de que queremos hacer esto?» preguntó Laura, la
más temerosa del grupo.
- «Vamos, no seas cobarde. Será una experiencia emocionante»,
respondió Alex, el líder del grupo, tratando de infundir valor en sus amigos.
II
La carpa del terror
Al entrar en la carpa del circo, los amigos se encontraron con un
espectáculo macabro. Las luces parpadeantes iluminaban a los payasos que se
movían de forma espeluznante por el escenario. Sus sonrisas pintadas en los
rostros parecían más siniestras que alegres, y sus ojos brillaban con una
malicia insondable.
- «Esto es demasiado ‘creepy’ para mi gusto», murmuró Carlos,
sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.
De repente, uno de los payasos se acercó al grupo y les ofreció un
globo en forma de corazón.
- «¡Bienvenidos al Circo de las Pesadillas! ¿Les gustaría ver un
truco de magia?», preguntó con una voz chillona y perturbadora.
III
El truco de magia
Los amigos asintieron con cautela, sin saber qué esperar. El payaso
sacó un pañuelo rojo de su bolsillo y lo agitó en el aire. En cuestión de
segundos, el pañuelo se convirtió en una serpiente venenosa que se deslizaba
amenazadoramente hacia ellos.
Gritos de terror llenaron la carpa mientras los amigos intentaban
huir de la serpiente. Sin embargo, todas las salidas estaban bloqueadas y se
encontraron atrapados en medio del espectáculo macabro de los payasos.
IV
La revelación
De repente, las luces se apagaron y una voz grave resonó en la
carpa.
- «Bienvenidos al Circo de las Pesadillas, donde la diversión se
convierte en pesadilla y la magia en horror», dijo la voz.
Cuando las luces se encendieron de nuevo, los amigos vieron a los
payasos rodeándolos, con sonrisas malévolas en sus rostros. Fue entonces cuando
se dieron cuenta de que los payasos no eran humanos, sino seres demoníacos que
habían estado esperando por ellos.
V
La lucha por la
supervivencia
El pánico se apoderó del grupo mientras los payasos los rodeaban,
listos para llevar a cabo sus macabros planes. Laura, la más valiente de todos,
sacó un encendedor de su bolsillo y prendió fuego a la carpa en un intento
desesperado por escapar.
El fuego se propagó rápidamente, envolviendo a los payasos en llamas
y permitiendo a los amigos abrirse paso hacia la salida. Corrieron a través de
las llamas y finalmente lograron escapar del Circo de las Pesadillas, con el
sonido de risas diabólicas persiguiéndolos en la oscuridad de la noche.
VI
La reflexión
A medida que se alejaban del circo en llamas, los amigos se
detuvieron para recuperar el aliento y procesar lo que acababan de vivir. Se
miraron unos a otros, con los ojos llenos de horror y asombro.
- «Nunca más volveré a subestimar las historias de terror», dijo
Laura, temblando de miedo.
- «Creo que hemos aprendido la lección de la peor manera posible»,
agregó Carlos, con la voz temblorosa.
Y así, los amigos continuaron su camino de regreso al pueblo, con
el recuerdo del Circo de las Pesadillas grabado en sus mentes para siempre.
Sabían que nunca más se atreverían a adentrarse en un lugar tan oscuro y
siniestro, donde la diversión se convertía en pesadilla y la magia en horror.
Fuentes:
cuentomania.net
Edición final: V.D.M.