jueves, 7 de diciembre de 2017

P.E.L.C.D.S. : (IV)



Hay situaciones, actitudes, miradas, personalidades y voluntades que no cambian, tal vez, que no van a cambiar. 
Es como alimentarse siempre de basura… sabes lo que estás comiendo, sabes de que te alimentas… pero te nutres de todas maneras… es, quizá, soñar a ser niño, esperar en el aburrimiento, o en la esfera donde el tiempo no se mueve… para ver qué pasa, para esperar con angustia algo que nos asombre entre tanto mal, aguardar por un poco de luz entre tantas sombras, una gota de agua sucia entre tanta vastedad de arena.

Hay personas que nunca van a cambiar, por más que lo intenten… si es que intentan cambiar. No hay peor enemigo que aquel que miramos al espejo cada mañana, tarde o noche.

Hay sujetos que inundan el ambiente con su vocabulario negro, de su boca solo salen cuervos y buitres y vomitan carroña. Son seres… entes más que humanos, y que viven de la basura social, viven de sus genitales, y sus recuerdos solo huelen a semen y a órganos reproductivos.
Ellos no tienen nada… solo son mentes inferiores llenas de excremento gonádico y angustias.

Algunos sueñan con lo material, como si en ella viniera implícita la felicidad. Sus almas tienen valor, pero valor que duerme en monedas. 
Nadie compra la paz, nadie la quiere… la tranquilidad es un buen pasar, manejar un auto y vestirse con ropajes caros. 
Lo que el hombre no puede pagar no tiene valor, y por lo tanto, no merece todo el esfuerzo ni toda la lucha que requiere lo que no tiene precio, lo que no te da de comer.

“Prefiero morir de pie sin tener nada de este mundo que morir arrodillado teniéndolo todo”

Las guerras personales son para valientes y se combaten en lo profundo de la tierra.

Nadie sabe que el perfeccionamiento abre un portal hacia lo más oscuro del subsuelo terrestre. 
Lo real ha sido transformado en mitos.

Busca la piedra de la formación. 
Busca la piedra de la formación.

Esta colina lo ve todo. Aquí se escucha lo indisoluble, incluso el aleteo de los abejorros.

Hace tiempo… deambulé entre fuegos fatuos hasta encontrar la Catedral… allí había silencio, como en esta colina… nadie oraba, nadie guiaba… rompí el vitral… ese fue el primer paso… y viajé al fondo de la tierra.

Los bosques lo escuchan todo. 
El río del antiguo druida se oscureció de tanto vómito humano.

Hay personas que nunca van a cambiar, por más que lo intenten… si es que alguna vez quieren cambiar. 

No hay peor creyente que aquel que no distingue el pecado de la libertad.

Tanto vacío tiene el corazón del hombre que lo vuelve ciego.
Tan seguro de su autocontrol y sin embargo no sabe hacia dónde ir.

Tanta promesa abrazada a Dionisio… promesa que se desvanece en los brazos de Morfeo.

Un lugar es territorio apartado del control, olvido entre piernas escamosas, reino asegurado y congelado, oídos de Sofía sacrificados por los susurros de Lilith.

Los ojos de la serpiente sobre sus cabezas, esperan retribución dentro de un saco con monedas de oro.

El hombre no busca los reales cambios, sus promesas son aguas estancadas.

“Es mejor vivir con honor en la soledad que morir en deshonor abrazado al mundo” 

Las entrañas de la tierra son terribles. Prefiero caminar en esas tinieblas que bajo la luz cegadora que nos regala la ciudad.

No es extraño jurar a tontas y a ciegas… la conveniencia es fruto del abandono.

Estas son palabras de vida, huelen a miedo… hasta el diablo se disfraza de cordero.

Sin la brújula del cambio no se puede pretender discernir lo no conocido.

Viaja al fondo de la tierra… y busca la piedra de la formación.

Esta colina lo ve todo. Aquí se escucha lo indescriptible, incluso el aleteo de los muertos.

En la oscuridad lo distingo todo… veo el corazón y la mente del hombre atrapada entre cuerpos sucios y danzas.

Veo el alma del hombre clavado en las espinas del oprobio debajo de este lugar, en los valles de la muerte, donde el cemento es selva.

Desde esta zona apartada en el tiempo mental, bajo el signo del misterio puedo verlo todo.


No te olvides que nada escapa de los ojos vigilantes en la Colina del Silencio.