miércoles, 24 de enero de 2024

Paranormal Effect N°2



EL ENTE DE DORIS BITHER

El Ente; la película; cuenta la historia de Carla Moran, tras la que se oculta una persona real: Doris Bither.

Doris era una mujer de Culver City, California, Estados Unidos, viuda y que tenía 4 hijos a su cargo.

Esta mujer acudió en 1974, desesperada, al departamento de parapsicología de la Universidad de California, porque, según Doris, desde hacía un tiempo era agredida por una entidad invisible que abusaba sexualmente de ella.

Los científicos pensaron que se trataba de la somatización de un trastorno psiquiátrico, a pesar de que la mujer presentaba en todo el cuerpo hematomas y marcas de dientes, dado que en el pasado había sido víctima de abusos sexuales.

Cuando entrevistaron a la familia, el hijo mayor le contó que, una noche, al oír gritar a su madre, fue a su habitación y la vio agitándose en la cama, pero al ir ayudarla una fuerza invisible lo lanzó hacia atrás con violencia y al caer se rompió un brazo.



Esta fotografía de un extraño nimbo de luz fue tomada durante las investigaciones que este grupo de científicos realizó sobre el caso.

Sin embargo, poco pudieron hacer, y Doris siguió sufriendo estos ataques, a pesar de que se llegó a mudar hasta en 5 ocasiones, aunque el fenómeno fue decreciendo con cada mudanza y finalmente paró.

 

 

HORA DE PESADILLAS



«Mi madre siempre se quejó de que tenía un montón de pesadillas, pero nunca decía de qué trataban sus sueños. Un día mientras estábamos en el mall, sugerí que esperara en el patio de comidas mientras estaba comprando nuestra comida. Cuando regresé con nuestra comida, ella tenía una extraña expresión en su rostro, así que le pregunté si estaba bien. Ella dijo que estaba bien, así que terminamos nuestra comida y nos fuimos.

Mientras bajábamos por la escalera mecánica para irnos, me di la vuelta para hablar con mi madre, y casi me da un infarto porque detrás de ella había un hombre vestido anticuadamente sujetando uno de los hombros de mi mamá y mirándome con una expresión muy enojada. Miró el impacto en mi rostro de inmediato y me gritó, preguntándome qué andaba mal. Cuando le conté lo que había visto, comenzó a llorar y dijo: "acabas de describir al hombre que intenta matarme cada noche en mis sueños"».

Ana Carolina Paris

 

 

FUI VIOLADA POR ÍNCUBOS

14 de febrero de 2010 a las 8:52



Quiero compartirles mi experiencia:

«Siempre, desde muy niña he sufrido el acoso de seres invisibles, sin embargo, aprendí a hacerme la desentendida, incluso me apegué mucho a una religión con el fin de deshacerme de esa maldición, no ha faltado quien, me haya dicho, que debo dedicarme a la adivinación, y las que me lo han sugerido son gente que me topo en la calle y no conozco.

La experiencia de la que hablo me sucedió hace unas semanas; ahora ya casada, me he sentido muy deprimida, pues mi matrimonio no iba muy bien.

Una noche me enojé mucho con mi pareja y le dije cosas horribles, y sentí esas presencias.

Al día siguiente me reconcilié, pero él tenía que hacer un viaje, así que me quedé sola.

Me acosté a tomar una siesta por la tarde, y después de tres horas, lo cual fue mucho; desperté porque me empecé a sentir rara; sentí un letargo, mucha debilidad, el cuerpo pesado, y fue cuando empecé a notar que mis piernas estaban en el aire, sentí como dos fuertes manos la levantaran como si de papel se tratara, sin embargo las sentía pero no las veía, mi cuarto ya estaba obscuro pero todo lo que había en él era visible.

Antes de que pudiera hacer algo sentí como a la orilla de mi cama estaban de pie varios seres, pude notar que emanaban una luz amarilla casi invisible, eran varios y parecían estar tocándose una especie de pene.

Todo era muy confuso, pero no podía hablar, tenía los brazos separados hacia arriba, mi cadera seguía siendo levantada; lo que parecían manos, eran cálidas e inmateriales; sin embargo podía ver una figura de luz tenue en medio de mis piernas, entonces sentí que algo entraba en mi vagina, era grueso y cálido, no era húmedo, lo sentí más bien como si se tratara de energía pura.

Mis piernas temblaban pero eso me seguía penetrando, lo hacía suavemente, mi cuerpo se tensó y siguió subiendo hasta que solo las puntas de mis pies y parte de mi cabeza y brazos quedaron en la cama, de pronto algo similar entro en mi boca, era muy grueso, pude notar que mi rostro se deformaba ante la presión, no podía cerrar la boca, de hecho la tenía abierta hasta más no poder. Sentí como otros seres me acariciaban mientras esos me penetraban agitadamente, mi cuerpo se contraía, y ahí fue que me di cuenta que estaba sintiendo placer a pesar de mi miedo.

No hice nada para impedirlo, aún no estoy segura que pudiera hacer algo, me sentía sin voluntad alguna.

Después de que esos dos seres me cogieran por varios minutos, otros tomaron su lugar, pude sentir como el segundo que me penetró la vagina, se acostó totalmente sobre mí, sentí su calor en mi pecho y cerca de mi rostro, pero no podía verlo, y sentí como que me hiciera el amor; ninguno de ellos fue violento, de hecho diría que me trataron con dulzura.

Sin embargo, hubo un momento en que sentí como esa energía que me metían por la vagina me llegaba demasiado adentro, la sentía moverse dentro de mi vientre, confieso que me convulsioné en orgasmos.

También sentí que me penetraron analmente pero muy suavemente, apenas lo percibí.

Estuvieron cogiéndome cerca de dos a tres horas, siempre en la misma posición, turnándose unos después de otros, podía sentir cuando cambiaban de lugar, y que eran seres distintos, pues la forma en que se movían para cogerme era distinta; sin embargo todos era inmateriales.

Sentía como esa energía que me metían por la vagina me llegaba al vientre y la que entraba en mi boca me tensaba el rostro y llegaba a mi garganta, en un constante mete y saca.

Sé que es difícil de creer, pero es una experiencia real, la verdad no pude evitar disfrutarlo, llegué a varios orgasmos, pero aún me da miedo recordarlo.

Durante varios días después de eso, seguí sintiendo en mi vientre diversas sensaciones como si algo de esa energía hubiera quedado ahí.

Hice muchas oraciones y hasta ahora siento como que se han mantenido alejados, sin embargo debo confesar que fue increíble, y me siento culpable por haberlo disfrutado.

Investigué un poco y supe que algunos seres así les llaman «íncubos», no sé si hayan sido de ese tipo, lo que sí sé es que la experiencia que pasé fue real, después de eso no me levanté hasta el otro día, totalmente agotada.

 

Testimonio de Vanessa Salas

 

 

EL PERRO DEL DIABLO

17 Octubre 2017



Yo no creía en eso de la ouija hasta que lo vi con mis propios y no creerás lo que te voy a contar.

«Hace unas semanas, tuvimos que contratar a una nueva niñera, todo parecía ir con normalidad y las niñas parecían haberse acostumbrado a ella. Pero todo cambió cuando comencé a notar que algo extraño estaba sucediendo al interior de nuestra casa. Estábamos un tanto desesperados, porque María, la persona que trabajaba para nosotros al cuidado de nuestras hijas, la niñera, de un día para otro renunció sin dar explicaciones.

Llevaba poco más de 2 años con nosotros y jamás tuvimos un problema con ella.

Así que rápidamente tuvimos que contratar a alguien mediante una agencia de empleos, ya que por razones obvias, nuestras niñas, no podían quedar solas en la casa.

La primera semana todo transcurrió bien con la nueva persona, hasta que comencé a notar que algo no andaba del todo bien.

Yo tengo por costumbre, el guardar alimentos congelados en la nevera que se encuentra en el sótano de la casa, ya que me permite ahorrar en cierta medida.

Mensualmente, me encargaba de revisar que no faltara nada e iba reponiendo lo que se consumía.

Esa semana en particular, había comprado todo tipo de carnes, ya que se venían las fiestas de fin de año y tenía que aprovechar que los precios aún se mantenían bajos.

Unos días después, fui a la nevera a buscar algo y noté que faltaban unos cuantos kilos de carne. Lo consulté con mi esposa y ella me decía que seguramente yo estaba confundido.

Me quedó la duda de que si la nueva niñera tenía algo que ver con el extraño suceso.

Esa vez, hice la vista gorda y lo dejé pasar, pero con el correr de los días, noté que cada vez faltaban más y más piezas de carne.

Definitivamente alguien se estaba robando la comida y la principal sospechosa era esta mujer, ya que era la única persona ajena a la familia y que tenía acceso a la nevera.

Para estar completamente seguro, decidí inventariar todo y llevar un control exacto de lo que ingresaba y salía de aquella nevera.

Pasaron unos 3 o 4 días y fui a comprobar la nevera nuevamente y la sorpresa fue enorme.

Faltaban 6 kilos de carne congelada y un pollo entero.

Así que esa misma tarde, encaré a la señora Marta y le expliqué que todos pasamos por necesidades en algún momento de la vida y que su actuar no era el correcto.

"Todo habría sido diferente, si me hubiera pedido ayuda y yo no se la habría negado, pero ahora la confianza se ha roto y tendré que despedirla".

Ella me insistía en que jamás se robaría algo, pero yo no le creí.

Aún me siento mal por haberla despedido de esa forma…

Al día siguiente me mandaron a otra persona desde la agencia y me aseguré de que sus antecedentes fueran de lo más fiable.

Todo iba bien durante esos días, pero la situación se estaba tornando un tanto extraña.

Fue cuando bajé al sótano para ir a buscar unas latas de cerveza y de pura curiosidad, abrí la nevera para ver si todo se encontraba en orden.

Esta vez faltaba el pavo que tenía congelado para Navidad y 6 kilos más de carne.

¡No podía ser!

Un tanto ofuscado por la situación, le pedí a esta persona que me diera sus explicaciones, pero ella me decía que yo estaba cometiendo un error y que ella no había sido quien había sacado los alimentos de la nevera.

Se me acercó al oído y mirando para ambos lados, con la clara intención de no quería que nadie más escuchara y me dice con un tono bastante misterioso:

-- “Es el perro del diablo”.

-- ¿Qué? – le respondí.

-- El que se está comiendo la carne de la nevera es el perro del diablo. - me replicó.

 

Ya estaba perdiendo la paciencia, le solicité que tomara sus cosas y que en ese preciso momento se largara de nuestra casa y que no se molestara en volver.

La señora tomó sus pertenencias y se retiró por el corredor murmurando quién sabe qué cosa.

Esa misma tarde, pasé por una cerrajería y le pedí al encargado que me fuera a instalar una cerradura para mi nevera. Ya no quería volver a pasar por lo mismo una vez más.

Aproveché de comprar todos los víveres que faltaban en la despensa y la nevera quedó completa hasta más no poder.

Esa noche me fui a acostar como de costumbre, pero no podía dejar de pensar en lo peculiar de la situación.

Poco faltó para quedarme dormido, cuando escuché un fuerte golpe proveniente del sótano.

Fui a coger el arma que guardaba celosamente en el armario y bajé sigilosamente por las escaleras, cargando entre mis manos aquel pesado 9mm.

A mitad camino, podía escuchar claramente como algo masticaba mientras jadeaba profusamente.

Cuando llegué al último peldaño, encendí la luz de la lámpara colgante y… grande fue mi sorpresa el ver que la puerta de la nevera se encontraba abierta de par en par y la cerradura estaba tirada en el suelo, ¡hecha añicos!

Observé a mi alrededor y yo creo que mi ojos casi se desbordaron al ver el montón de restos de carne que se encontraba regada por el suelo, era como si estuviera presenciando una terrible masacre.

No podía creer lo que estaba viendo, aún se podía sentir el olor de la carne fresca que no había alcanzado a congelarse.

Había sangre regada por todo el suelo y restos de carne magullada y con una extraña sustancia gelatinosa que le cubría.

Gotas de sangre discurrían de la nevera dejando en mi perturbada cabeza una terrible sensación que presagiaba que algo terrible estaba por ocurrir.

Fue en ese momento en que se me vino a la cabeza, esa misteriosa frase que me había dicho a voz baja la mujer que acababa de despedir esa misma tarde.

"Es el perro del diablo".

Apenas terminaba de susurrar aquel abominable nombre, cuando por el costado de la despensa, se deja caer estrepitosamente sobre el suelo, unas latas de conservas.

Apenas levanté la mirada, pude ver cómo se hacían notar dos enormes ojos rojos que ardían como la hoguera.

El sonido de las garras que rasgan la cubierta de aquella estantería, me puso en sobre aviso de que debía huir de ese lugar inmediatamente.

Di unos dos o tres pasos para atrás cuando esa cosa saltó velozmente en dirección a la nevera posándose frente a mí, con una actitud desafiante.

El terror que sentí fue tal, que me quedé paralizado, mientras él arma se desprendía de mi mano cayendo sobre el piso, sin poder hacer nada.

Sólo fue unos dos o tres segundos que me observó directamente a los ojos, para luego, dar media vuelta y adentrarse en algo a lo que podría llamarlo como una especie portal interdimensional, que se desvaneció cuando el rabo de la bestia cruzó completamente.

Quedé atónito ante tal suceso, aún tengo en la retina la mirada de la abominable Bestia.

Este animal, parecía ser una especie de perro, pero de un aspecto mucho más aberrante.

Era una mezcla entre un canino y una rata de gran envergadura. Su piel, tenía una tonalidad gris oscura, cubierta por escasos pelos que le daban un aspecto mucho más grotesco.

Por su hocico, relucían dos enormes colmillos, de los cuales, goteaba esa sustancia gelatinosa que se mezclaba con la sangre la carne que la bestia había engullido recientemente.

Ahí me quedé parado, sin poder dar crédito ante lo que mis ojos habían presenciado.

Esa noche, no pegué un solo ojo hasta que amaneció.

En una mano sostenía un vaso de whisky y en la otra el revólver que no fui capaz de manipular.

Llamé a María para tratar de averiguar si ella sabía algo sobre esto y si esa fue la razón del porqué había renunciado.

Ella me confesó que ésta cosa se apareció una noche en que ella se había quedado por tres días en la casa con las niñas, ya que nosotros estábamos de viaje atendiendo un negocio fuera del país.

Esa noche, ella había terminado sus quehaceres y las niñas ya se habían ido a la cama.

Estaba en la sala viendo la televisión mientras se tomaba una taza de té, cuando escuchó unos gritos que provenían de la habitación de las niñas.

Subió velozmente a ver qué estaba sucediendo y cuando abrió la puerta, vio a las niñas llorando metidas debajo de la cama.

Ella trató de calmarlas y las niñas le confesaron que habían hecho algo terrible y que tenían mucho miedo.

Pero, qué era eso tan terrible que habían hecho mis niñas, le pregunté.

Ella bajó un poco la vista y me dice: “estaban jugando con un tablero de ouija señor. A mí me dan pánico estas cosas y sólo me quedé esos días hasta que ustedes volvieran. Pero no tuve el valor para contarles, sólo esperaba que usted lo viera con sus propios ojos y que se decidiera a llevarse a las niñas de ese lugar”.

Cielos, les juro que si no lo hubiera visto con mis propios ojos, no le habría creído nada de lo que me decía.

Después de saber lo que había sucedido, opté por lo más sensato.

Abandonar esa casa ese mismo día para no volver jamás. El juego de la ouija es uno de los más peligrosos de los que se tiene conocimiento, ya que en manos inexpertas, podrían liberar abominables criaturas que habitan esos oscuros y decadentes planos alternos».

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuentes:

historiasquenocontariaamimadre.com

buzzfeed.com (Historia vía Facebook)

enfemenino.com

paranormal.net

Edición final: vikingodemagellan.blogspot.com