«Hay algo en el invierno, en el alma de los
cristales, en el corazón de esas viejas lágrimas.
Es un llamado a la ausencia, a la soledad que
es parte esencial de nuestro hado.
Y su presencia es un reflejo de nuestro
abandono en esta bóveda creada para nosotros.
Arriba se mueven los mares... y la vieja patria
se alza sobre las ondas.
Y abajo se sacuden con furia, entre sonidos
secretos y ondas de los mundos abisales.
El secreto está lejos de los viejos muros de
cristal.
Allá están las viejas tierras de atávicos
dioses, mares llenos de monstruos, de secretos y tierras de leyendas.
Tan lejanas, pero cercanas a los sueños de
quienes aún quieren soñar...
Abajo arde la otra tierra, mundo insondable de
los muertos... donde yace el trono de Hela.
Seguimos inmovibles, aunque nos lluevan las
mentiras.
Todo gira en torno nuestro... y las tormentas
se alzan sobre los suelos.
Es el castigo de la Tierra... la natura
bailando entre los ciegos.
Es el edén de los monstruos que se perpetúa
entre signos del inframundo, creado por ofidios frágiles que siguen al
condenado tuerto.
Somos espíritus encerrados en este mundo de
carne y dolor, seguimos siendo prisioneros de la ausencia.
Hay algo en el invierno, en el alma de los
cristales, que ilumina...
Hay algo en su nívea sombra que me cobija...
Hay algo en su mirada mortuoria que sobrecoje.
Arriba está el ojo de siempre, la mirada de
polaris, más abajo el sol y la luna,…
… y si ves en lo profundo puedes trazar las
líneas del compás y la regla, símbolos de la opresión de esclavos demiúrgicos.
Es la esfera prisión... o la necrosis de la
vida que nos llama a combatir las mentiras.
Es la planicie que susurra nuevos viajes para
encontrar nuevos rumbos...
Hay algo en la nieve, en las vestiduras y
corazas de los invisibles, en las espadas flamígeras que llaman a la guerra.
... entre el mundo de arriba y el de abajo...
sigue el ancestral carnaval de las máscaras... nada muta, todo es impávido en
la gleba de los difuntos que expelen tristeza.
Es el fenotipo de la estirpe olvidada, estatuas
de sal que prefieren usar máscaras para olvidarse de su esencia... y para
seguir genuflectándose ante el máshara.
Es la mojiganga ofidia en la tierra de los
necios, donde el loco es el rey...
... y las sombras dictan siempre: Cual es el
rey, tal la grey.
Hay algo en el invierno del páramo súdrico ... en la bruma, en esa
niebla densa olvidada de los bosques...
... hay algo en su mirada, y en el murmullo de
los vientos... que vuela sobre los coirones…
Hay que ver hacia la lejanía, donde se alza la
petra polaria, que yace sobre las tumbas de los olvidados.
Para no olvidar sus voces y su sangre, para no caer
en la constante inframundana del tuerto».
Portada creada por Simon Heath y editada para este artículo por Jarl Asathørn.