Hoy me desperté con esas sensaciones extrañas de antaño, de asco, de--- desprecio absoluto por este mundo, por la realidad.
Estoy asqueado, es como si algo hubiera
contaminado mi mundo interior… como si una peste de afuera hubiera llegado sin
invitación.
¿Es posible que sea por todo lo que viene?
Son días extraños, llenos de politiquerías rascas,
obligaciones absurdas, imposiciones de Estado… no sé, es algo de todo, o de
nada.
La otra semana hay que ir a votar por una
constitución que tiene más cosas negativas que positivas, y lo peor es que me
obligan a votar, y eso me da rabia, ¿Por qué tengo que hacer algo que no
quiero? ¿A eso le llaman «libertad»?, y para no votar tengo que justificarme NO
SÉ DÓNDE. No tengo documentos, en este caso el carné y tengo CERO ganas de ir a
renovarlo o sacarlo, me carga salir y ver tanta gente en las calles. No soporto
ver al ser humano.
Es una suma de todo. Estoy muy asqueado, con ganas
de vomitar, con ganas de desaparecer.
No soporto esta maldita realidad. No es mi mundo… no
es mi mundo.
Nunca pensé que llegaría a vivir en un país bajo
el yugo comunista, bombardeado con discursos de odio, con palabras panfletarias
homosexualistas, de «integración» forzada, de aceptación ciega a la migración
provocada por traidores de la Patria.
Definitivamente me «levanté con el pie izquierdo»,
con una pesadez en los hombros, con los párpados alicaídos, como si fuera Atlas
soportando el mundo a cuestas.
Ojalá fuera invisible, y que solo fuera una voz, un susurro…
Estamos siendo devorados por lo que no existe.
Estamos siendo aplastados por una matriz de
absurdos y de «areneros».
Ojalá esta noche un «agüita» borre de un plumazo
estas sensaciones y me eleve a un estado superior otorgado por el éter.
Quiero huir lejos de esta ciudad para renovar mi
espíritu… ser santificado en los bosques por los ancianos de los días en la
profundidad de la «niebla Unamuna»… descalzo, para sentir a mi madre Tierra y
curarme del horror de pertenecer a este frágil y sacrílego mundo de bestias.