«Lo intangible, aquello que determina lo inexistente sigue
con apetito voraz, y la humanidad sigue caminando subyugada entre vidrios,
mientras el banquete de los gigantes deja huellas profundas de sangre y muerte
en la línea de la vida.
Siguen solos y abandonados, la fe permanece martirizada como
ladrón rendido a su suerte.
La Tierra llora, grita y se sumerge en un horizonte lúgubre
creado por los hombres de verde, por los monstruos que adoran pirámides, adrenocromo
y el arcaico ojo que todo lo ve.
Siguen en penumbras mortíferas, prefieren estar de rodillas
ante el palacio de los reyes crueles, en silencio, atormentados, confundidos y
desolados por la incertidumbre.
Emisiones del inframundo…
… letanías de Saturno.
¿Dónde están; pregunto de nuevo; los índigos, los cristales y
otras especies que debían elevar la conciencia de la humanidad?
¿Dónde se encuentran los dioses que piden y piden genuflexión
eterna pero que no hacen nada por nadie?
¿Dónde queda el mérito de ser un hombre de barro…?
¿… en el barro donde se auto ahoga o en su condición de
alzarse por sobre todo sin ayuda divina?
La humanidad... sigue caminando entre espinas, mientras los
espectros siguen usando el planeta como su patio de diversiones funestas.
¿Cuándo se sacudirán los mares de espejos?
¿Cuándo arderán los templos de oprobio?
¿Cuándo caerán los leviatanes que usan la estrella de Apolión?
¿O la humanidad terminará crepitando bajo las llamas nucleares
bajo el sol umbrío del silencio?».
