viernes, 9 de noviembre de 2018

Kamp 2018 - La Visión



VERSIÓN DE KREVALORA

Ya pasaron unos días desde que regresamos del esperado campamento. 
No queda más que hacer un resumen del mismo.
Partimos el día jueves 1º del mes en curso, y como siempre, empezaron con los dramas psicológicos.

Boromhyrr estaba más que choreado, estaba furia con el resto, porque andaban puro weviando con preguntas inútiles como:
¿Qué llevan? ¿Qué copete llevan?... etc.

Se suponía que partiríamos entre las 16.30 y 17.30, pero cuando llegamos a la casa de “Boro”… estaba Víctor con presión alta y quería dormir un poco… yo estaba más que lateado, si hubiera sabido que iba a estar toda la tarde sentado, me quedo en mi caverna tirando con mi mina y luego subo.

La weá es que se seguían sumando weás lúseres… el jota estaba desaparecido y más encima el aweonao no llamaba. La weá es que al final partimos como a las 19.40 horas. El tiempo atmosférico estaba entre lluvias o lluvias pasajeras.

Y todavía faltaba que el pelao comprara cosas. Cue-cue-cue. Siempre falta algo.

Yo esperaba a mis camaradas trolles, y llegaron a media leña. Y partimos primero.

Ahora los dejo con Yarr Asathørn para que cuente lo que vivió en el auto de ellos (los humanos).


VERSIÓN DE ASATHØRN

Yo, al igual que Krevalora, estaba lateado y con tuto. Pero, al tiempo lúser, buena cara, no queda otra.

Boromhyrr, antes de partir había encargado sushi para llegar al campamento a comer algo en caso de lluvias. 
En nuestros bosques nunca se sabe.

Con el paso de los días, ya he olvidado los detalles.

Llegamos tarde al sector donde estableceríamos nuestro “camp”. 
Lo positivo hasta ese momento es que llevaron un generador y pudimos armar las carpas entre sombras.

Hacía frío, pero la fogata ayudó a “calentar los huesos”. 
La calma apareció lentamente… y las revoluciones descendieron como la temperatura que se movía entre los hermanos árboles. 

Cuando uno llega, lo primero es sacudirse la ciudad de mierda del cuerpo y de la mente.

Luego le pusimos “combustible” al cuerpo: sushi, vodka y vino (a gusto del consumidor). 
Era nuestra primera noche, y se desvanecía rápido. 
Nos quedaba el viernes, sábado y parte del domingo. 
Ya todo mejoraba, pausadamente... a veces demasiado lento.

Siempre quedan preguntas en el tintero:

¿Por qué no aprenden a acelerar las cosas y las dilatan tanto?

¿Es ya mala cueva que siempre que queremos ir de camping aparecen los problemas de compras atrasadas, falta de dinero y la falla de algún imbécil?

¿Será el sino de nosotros tanto “problema”?
Ya se transformó, de mala manera, en una especie de “costumbre” o “tradición”.

El resto de los días estuvimos viendo los alrededores y en algunos momentos nos quedamos contemplando los bosques, mientras bebíamos vodkas y tabaqueábamos.

Lo que pretendíamos hacer no se hizo, no por falta de tiempo, sino por falta de actitud.

La compañía no es la de antes.

Todo cambió para mal.

Esto no quiere decir que el campamento fue malo. 
Fue normal. 
Nada extraordinario. 
Esto lo veo ahora… desde la distancia.

Con ‘Boro’ nos bebimos un whisky… él lo hizo porque sí, no es un gran admirador del “agua de vida”… y nos fumamos un habano cubano. 
Ese momento fue bacán. 
Esos son los minutos atesorables, los que para mí… son minutos de real vida. 

Luego me bebí la mitad del whisky. 
‘Boro’ prefiere el vodka.

Las tardes estuvieron tranquilas, casi sin viento.

Los hermanitos menores volaban mientras sus cantos engalanaban los frescos aires del sector. 
Ahora recuerdo que mientras llegábamos vimos un chingue y varios conejitos. Hermosos hermanitos. 
No alcancé a sacarles fotos porque se escondían rápido.

No hay más cosas que rescatar de un campamento quieto, medido y relajado.

He aquí 3 fotos que saqué del ambiente:




¡HAIL SUDRI FOREST!