«Nada tiene
sentido.
... debemos
marchar sin adoraciones fantasmas, ni de rodillas...
... debemos
buscar nuestros propios senderos, sin esperanzas, ni fe... solo iluminados
desde el interior de la tierra.
... tal vez,
si dejáramos de pedir tanto, de rogar tanto... podríamos avanzar sin tantos
temores, ni vacilaciones.
Es un mundo
ofidio, siniestro, lleno de locura y crueldad. Creada por los mismos hombres,
para «beneficio» de aquellos sin voluntad, para aquellos sin valor...
Heredamos
tiempos de oscurantismo, desorden, caos, guerras absurdas por líquidos negros, por tierras y por egos.
Permanecen
los viejos imperios, y todos creen que son parte de la vieja historia... y no
es así, han estado siempre, con otros ropajes, con otras máscaras, con otros
nombres, pero siguen siendo los mismos.
Pocas cosas
tienen valor real en este viaje entre vidrios rotos, cruces con sangre, lunas
genocidas y símbolos de poder llenos de luciferinas luces que huelen a
volcanes, ... y es difícil proteger al agonizante valor cuando ha sido
masticado y luego vomitado entre excrementos de barbaries que bailan sobre
arcoíris y pañuelos verdes...
Han cambiado
las X y las Y...
Han
transformado en un culto la estupidez.
Han
contaminado la gleba, y se han apropiado de ella... la gleba no tiene reyes, no
les pertenece a principados, es hija de la vieja madre y de nadie más.
Solo hay
oscuridad y nieblas negras.
Recuerdo que
alguien de una tribu diferente, llamado Salustio dijo que: "Sólo unos pocos prefieren la libertad; la
mayoría de los hombres no busca más que buenos amos". Y es cierto, en
estos pantanos de fantasía solo los miserables de la especie humana siempre
buscan seguir los mandatos de sus amos, y lo entiendo, ellos no pertenecen a mi
estirpe de guerreros, no son de aquellos que sueñan con Valhöll, nunca han
bebido hidromiel y menos han comprendido las viejas palabras.
... nada
tiene sentido en esta vida llena de serpientes y cobardes.
Aquí,
sentado en mi propio bosque, rodeado de la anciana Nebulah... saco mi espada
para la batalla final, para luchar contra Jörmungandr, contra Fenrir y sus
hijos, ...
... es el
Ragnarök, es el Ragnarök... es la caída de las sociedades, y es el ocaso de los
dioses ofidios».
«Trabajamos en la oscuridad.
Nos esforzamos para derrotar al mal que de otra manera nos destruiría.
Pero si tu carácter es tu destino, la lucha no es elección sino
vocación.
Pero el peso de esta carga a veces nos hace vacilar violando la frágil
fortaleza de nuestra mente, dejando entrar
a los monstruos que están fuera.
Y nos quedamos solos mirando fijamente al abismo frente al rostro
sonriente de la locura».
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