«Aún puedo
sentir el llamado de los viejos hermanos, aquellos que han permanecido
inmutables ante el viento, la lluvia y la nieve del sur.
Aún extraño
las llamas, el silencio sepulcral de la soledad patagónica.
El tiempo-no
tiempo devoró hasta la médula a quienes alguna vez profesaron amor, honor,
valentía, saber, lealtad o justicia, esos juramentos están perdidos en un ayer,
en algún lugar invisible de los planos astrales... hoy las causas son otras,
muy lejanas a los verbos sublimes de esos inviernos fríos, llenos de vodka o
conversación.
... son los
temporales de este nuevo mundo que cambiaron los andares.
... es la
inconsciencia la que duerme en los lechos cerebrales de los que alguna vez
entonaron con orgullo sus creencias ancestrales.
Todo se perdió.
Todo se
desvaneció en medio de este caos sintético de vidas binarias.
Casi nada
permanece...
A veces,
mientras llueve llegan esos clamores de antaño, ...solo a veces.
Los mares
negros rugen como bestias, y los esclavos de otras tribus caminan de rodillas
entre sus propias ruinas.
Las
serpientes muerden cada vez más fuerte a los débiles, a los curiosos, a los
incautos y a los enfermos del alma.
¡Cuán fácil
los viejos estandartes se entregaron a la vida robótica que les dieron en
bandeja!
Ahora, solo
permanecen las Eddas, mi propia lucha y este maldito presente que se corroe
entre muertos.
Las
tormentas se llevaron la sensatez, la cordura.
Están
perdidos en un mar de vidrios, lejos de la siguiente costa. Se olvidaron que «las
migas son también pan».
Ahora ya sé
el rumbo, el camino...
Ha sido
demasiado el tiempo perdido en la búsqueda de entender, de juzgar…
Hay que
comenzar de nuevo la marcha, del ocaso al amanecer».
«El héroe
magallánico-vikingo, cuando despierta en él la nostalgia de los bosques de Syðgarð,
se hace consciente y necesita alcanzar a comer del fruto de la existencia
consciente que da la inmortalidad. Pero para ello ha de traspasar los límites
de la muerte, ya que el Jardín de los Guerreros se halla más allá... Más allá
del sur, del muro de hielo, de la muerte –de nuestra vida, de nuestra
felicidad...
Nosotros hemos
descubierto la felicidad, nosotros sabemos el camino, nosotros buscaremos y
encontramos la salida de milenios enteros de laberinto»
Nietzsche/Adaptado por:
Jarl Asathørn