jueves, 10 de marzo de 2022

«El colapso de la vieja fe»

 


«El lenguaje de la verdad debe ser simple y sin artificios». (Séneca)

 

Nadie se preocupa, o a nadie le interesa el cómo se está construyendo la sociedad. Y la realidad es que unos pocos han moldeado lo que conocemos hoy, y este modelo que vemos a estas alturas (o bajadas) no es más que el reflejo de las almas de aquellos que siempre intentan hablar o interpretar a un Dios que está más lejos que nunca de este monstruoso mundo donde los valores de ayer son obsoletos.

Lo trágico de todo es que esta aceptación muda y sin cuestionamientos parece cómoda para borregos y ovejas, y quien no acepta este neo modelo de vida es caricaturizado con varias expresiones discriminatorias que terminan mordiéndole la cola a todas estas serpientes rastreras que les dicen a todos qué comer, qué creer y qué seguir.

Debemos sincerarnos y decir; por ejemplo; que la guerra, el homosexualismo, los pañuelos verdes y el aborto, la prostitución y toda la industria que envuelve este negocio de judíos, la pedofilia, el satanismo, la depredadora economía de mercado, la usura internacional de bancos y préstamos, la maquinaria del hambre, la mega industria militar, la política de izquierda, el sionismo «fagositoso», la masonería, la mezcla racial, la eutanasia como alternativa, la infausta secta LGBT+, la arrogancia de las femidiotas, el comunismo sionista, el neo nazismo delincuencial  y muchas otras cosas son el estandarte de lucha de unos pocos seres siniestros apoyados por casi toda la humanidad… y el mutismo es total, y quienes sí lo hacen son perseguidos, degradados y vistos como seres repugnantes, antiglobalistas, antisemitas, conspiracionistas, homofóbicos, etc.

La homo-sapiencia es solo una leyenda, un cuento de otrora, porque esta humanidad ya no tiene visión propia, y cada humano ya bajó demasiados peldaños en la escala evolutiva como para darse cuenta de lo que está pasando, han sido prácticamente robotizados, idiotizados y usados como carne de cañón en toda esta infra industria del pensamiento, y la capacidad volitiva de ir en busca de la verdad o de los valores ha desaparecido casi por completo.

Caminamos por el borde, entre olores bajos, entre orinas callejeras, entre gritos desgarrados de niños que sufren por las guerras, entre escaños políticos que jamás buscarán el bien… escuchando los susurros de los viejos insectos que se esconden detrás del símbolo de Lucifer y que han vivido a expensas de la humanidad, como parasitoides necrófilos de estirpe demiúrgica.

Ahora debemos soportar tanta basura que es casi insoportable no volverse a la espada y al caos, a la guerra por la lógica y la verdad.

Las guerras son por miserias terrenas, ideológicas o «santas», y son fabricadas para el dominio de los gigantes, de los descendientes de nefilims.

La mezcla racial está siendo dirigida para la disolución de las razas, y al final quedará solo una, aquella que sueña con ser hija de Dios, o de dioses… que sueña con el dominio total de la Tierra.

Rompen las fronteras sin nuestro permiso y los gobernantes se venden como prostitutas sedientas de sexo y dinero, y venden sus cuerpos en la penumbra, en ese silencio de cobardes.

Este es el mundo que han creado y este es el mundo que todos admiran: ¡sociedades tolerantes de la inmundicia, encaprichadas con el libertinaje vomitivo, esclavas del vil dinero, sodomizadas por organizaciones parasitarias del judaísmo sionista!

… es el colapso de todo.

… es el colapso de la antigua fe.

 

 

«La condescendencia crea amigos, y la verdad, odios». (Terencio)