sábado, 22 de agosto de 2020

 

¿Quién de ustedes no está ya harto de estar encerrado sin hacer algo entretenido? – y no hablo de esas entretenciones banales y lúseres como ir a un pub, a una “disco” o a un mall… sino de salir, de escapar lejos… yo tengo unas ganas tremendas de alejarme de mi familia, de la maldita ciudad, huir con unos vodkas y unos whiskys a los bosques de esta hermosa península de Brunswick.

¿Quién de ustedes se ha dado el placer y el gozo de huir unos días para perderse en los suelos patagónicos, para estar lo más lejos posible de cualquier mierda que se parezca a la civilización?

A veces queda esa impresión absurda que el tiempo no solo se ha devorado a sí mismo, sino que en el camino se ha llevado esas impresiones mentales que no se deben olvidar, esas experiencias dulces que no se parecen en nada a los recuerdos… esas impresiones mentales que solo suman y no restan en nada una vida simple… esos momentos fotográficos del alma que pueden sumar una vida corta… pero plena de alegrías.

Este bicho, esta seudo pandemia nos está quitando varias cosas importantes… y si rebobinamos bien nuestra vida, o si alguien se ha dado el tiempo de reflexionar… se habrá dado cuenta que han perdido el tiempo en muchas cosas olvidables y que no valen nada… que conocieron personas que no aportaron nada a su vida… que restaron minutos de su existencia en estupideces…

Necesito unos días para salir de esta burbuja temporal construida por señores siniestros.

Necesito caminar sobre el coirón con un whisky en la mano y un habano en la boca.

Necesito respirar el frío del sur.

Quiero oler la lenga transformándose en otra cosa mientras alimenta mi fogata.

Quiero comer carne asada acompañada de un vino chileno… o devorar con ansias leoninas una centolla bebiendo un vodka… mientras el hechizo de la noche nos bendice con una nevazón hermosa.

Quiero sentarme en el suelo mientras el silencio susurra lentamente entre chispas arrojadas al aire por mi fogata.

Necesito chipe libre para estar lejos de los humanos.

… que una tarde-noche fúnebre me ilumine mientras las llamas de un invierno olvidado se apoderen de los restos de lo que era.

… ¡Un whisky!, ¡cantinero atemporal de las auroras boreales… y nada más!