sábado, 8 de agosto de 2020

AVP - EL INICIO

 

Hoy rezyklo esta narrativa sobre los comienzos de las guerras entre depredadores y Aliens.
Quienes son fanáticos del comics, o de la saga de películas se deleitarán con esta historia.

AVP: El Comienzo

Por: R.J.B “Rhadamanthys”

Los Biomechanoids, los Primeros Nacidos

Aunque solamente quedan pequeños fragmentos de documentación, los antiguos textos Yaut’jas, hablan de una raza muy avanzada que gobernó en miles de mundos de la galaxia, hace decenas de millones de años. Se rumoreaba que esta enigmática raza, frecuentemente llamada los Biomechanoids, o los "Space Jokey", habían sembrado y cultivado miles de especies diferentes en los fríos y estériles mundos dentro de su dominio. Las tradiciones Yaut’ja mantienen que los Biomechanoids eran una raza pacífica y benevolente, totalmente dedicada al estudio y la propagación de la evolución sensible dentro del universo. No se sabe nada del origen de los Biomechanoids, salvo que no eran nativos de la galaxia que dominaban. Obsesionados con conseguir la forma de vida perfecta, los Biomechanoids se esforzaron en crear una criatura que estuviera definida por una marcada "pureza de forma".

Durante miles de años dirigieron los delicados procesos evolutivos de sus especies en ciernes. A pesar de que sus prolongados experimentos produjeron muchas desviaciones y mutaciones intrigantes, las razas que los Biomechanoids cultivaban nunca satisfacían sus gigantescas esperanzas. Al final desesperados, los Biomechanoids concentraron sus esfuerzos frustrados en el mundo más prometedor de todos los que habían construido, Ne’Ban, un enorme mundo jungla en el extremo de la galaxia, en el que había nacido una raza de seres muy avanzados. Estos seres eran increíblemente adaptables a condiciones naturales y climáticas duras. Su fuerza e inteligencia no tenían igual entre las razas que los Biomechanoids conocían. La raza había desarrollado una sociedad en base a Clanes rudimentaria basada en la caza en grupo y reglas de guerreros. No obstante, su aspecto más característico era su capacidad de aprender de su medio ambiente y de interactuar unos con otros en una comunidad con gran eficacia. Los Biomechanoids estaban complacidos con los avances de su última creación y reconocieron que la nueva raza era el primero de todos sus experimentos en evolucionar más allá de las restricciones salvajes de las formas de vida más básicas. Para distinguir su ascensión en el orden galáctico, los Biomechanoids dieron a la nueva raza el nombre de Yaut’jas o "los Primeros Nacidos".

Los primeros Yaut’jas vivían en armonía, recluidos en el mundo de Ne’Ban durante cientos de generaciones, sin conocer nunca de la existencia de los criadores Biomechanoids que les observaban desde lejos.

Aunque los Yaut’jas eran la especie más avanzada que surgió, los Biomechanoids todavía no estaban satisfechos con sus lentos avances y decidieron que era adecuado llevar la evolución de los Yaut’jas más allá. Los Biomechanoids emplearon otro milenio más guiando sutilmente los pasos de sus hijos, hasta que al final tuvieron éxito llevando a los Yaut’jas a un estado de sensibilidad y conciencia totales. Los Primeros Nacidos gradualmente se convirtieron en seres altamente intelectuales e introspectivos, consiguiendo niveles muy altos, no solo en sus avances culturales, sino también en los avances personales e individuales. Orgullosos con su aparente éxito, los Biomechanoids finalmente se dieron a conocer a los Yaut’jas, sin sospechar en el caos que estaba por venir.

 

La Partida y El Eón de Conflicto

La civilización Yaut’ja se extendió por la faz de Ne’Ban en tan solo unos miles de años, terminando con los clanes rivales acatando un gobierno centralizado. En un intento de discernir la extensión de la evolución de su creación, los Biomechanoids habían bajado de los cielos e integrado en la cultura Yaut’ja. La llegada de los Biomechanoids parece que unió más a los clanes desperdigados, ya que los Yaut’jas, extremadamente contentos, buscaban en sus ancianos creadores nuevas verdades e ideas. Los Biomechanoids se maravillaban por la disposición de los Yaut’jas de sondear los misterios del universo que los rodeaba. Los Yaut’jas abrigaban una sed insaciable de conocimientos que los llevó a desarrollar tendencias radicales y progresivas de estudio científico. A medida que crecía su entendimiento y su conciencia personal, los Yaut’jas se hicieron excesivamente orgullosos y empezaron a dar mayor valor a los logros individuales que al avance comunitario. Los Clanes con más éxito empezaron a aislarse unos de otros, cada uno buscando definir sus propios roles, no sólo dentro de su sociedad inmediata, sino también en el universo más amplio. A medida que los clanes se separaban más y más, los Biomechanoids se tambaleaban de frustración. Especulaban si no habrían presionado demasiado la evolución de los Yaut’jas y con ello echado a perder la pureza de su creación. Muchos Biomechanoids creían que los Yaut’jas habían perdido uno de sus puntos fuertes, ya que los egos individuales habían superado a la primitiva unión comunitaria.

Los Clanes, movidos por búsquedas individualistas, hicieron resurgir sus propios principios y ritos ancestrales para separarse aún más de sus hermanos. Olvidando el tiempo en el que sólo había temor y reverencia ante sus creadores, empezaron a crecer sospechas entre los Clanes sobre el interés de los Biomechanoids en sus asuntos. A medida que pasaban los meses en Ne’Ban, los Yaut’jas empezaron a sentirse más retraídos con sus profesores Biomechanoids, ya que en cada Clan corrían rumores salvajes e infundados sobre la supuesta traición de sus creadores. Intentando separarse completamente del resto de su raza, los clanes empezaron a perder la conexión con su unión primitiva. La ruptura de la empatía de los unos con los otros de los Yaut’jas, fue la causante de la disolución de los últimos restos de unidad y hermandad entre ellos. La separación de la unión psíquica también fue el mayor signo para los Biomechanoids de que los Yaut’jas trágicamente habían perdido el elemento más fundamental de su grandeza.

Convencidos de que habían cometido un grave error presionando su creación "fallida" a demasiada velocidad, los Biomechanoids decidieron abandonar Ne’Ban para siempre. Los recelosos Yaut’jas al oír de la partida de sus creadores, reaccionaron con un ataque precipitado y violento contra las naves-mundo de los Biomechanoids. Cientos de Biomechanoids resultaron muertos a manos de los furiosos Yaut’jas, los mismos que hace tan sólo unas décadas los habían adorado como dioses. Los Biomechanoids repelieron el temerario ataque de los Yaut’jas y con tristeza lanzaron la mayoría de sus naves enormes al vacío sin caminos más allá de Ne’Ban. Los Clanes Yaut’jas que se habían quedado confusas y abandonadas desde la Partida, se volvieron unas contra otras en desesperación. Lo que siguió ha sido relatado como la guerra más sangrienta y violenta que halla tenido lugar en la historia galáctica: El Eón de Conflicto. Las furiosas batallas libradas durante el Eón de Conflicto duraron innumerables generaciones de Yaut’jas, todas ellas dedicadas a perpetuar la culpa de su abandono. A pesar de que no quedan muchos documentos de este "período perdido" de la historia Yaut’ja, está claro que los Primeros Nacidos se convirtieron en legiones frenéticas de asesinos despiadados.

Movidos durante siglos de odio irreflexivo contra sus hermanos, generaciones enteras de Yaut’jas vivieron y murieron sin incluso conocer los legados de su pasado o la unión primitiva que sus antepasados una vez compartieron.

Según cuenta la leyenda, incluso las mayores masas de tierra de Ne’Ban fueron devastadas en la lucha épica entre los Clanes enloquecidas. Parecía que la totalidad; de la una vez gloriosa cultura Yaut’ja; estaba al borde de la completa desaparición.


 Paya: El Camino de la Ascensión

Aunque hubo muchos factores diferentes que llevaron al final del Eón de Conflicto, se cita un descubrimiento sin precedentes como la causa de los cambios radicales de la Segunda Edad. Mientras las enemistades morales seguían cobrándose víctimas en otra generación más de guerreros Yaut’jas, un místico y excéntrico tuvo una idea fundamental. El Místico, cuyo nombre verdadero a quedado olvidado en los anales de la historia, al final recibió el nombre de Paya, o "el que trae el orden". Paya, habiendo estudiado las enseñanzas arcaicas prohibidas de los Biomechanoids, desenterró unos antiguos escritos conocidos como Khaydarin. Los escritos, olvidados por los apresurados Biomechanoids, eran fundamentales para restablecer el orden. Paya fue capaz de canalizar el contenido de los escritos, permitiéndole entender la verdadera naturaleza de su raza. Por primera vez en miles de años, se tocó la fibra sensible primitiva de los Yaut’jas.

Paya, inundado por las emociones que emanaban de cada uno de los miembros de su raza, supo que los Yaut’jas no habían perdido su unión primitiva, simplemente habían olvidado como sintonizarse con ella.

Horrorizado por las emociones bélicas que habían estado destruyendo su raza durante incontables siglos, Paya empezó a buscar una forma de curar los dolores abrasadores de su gente. Reunió a muchos Yaut’jas jóvenes y enseñó a la nueva generación de guerreros la política de la “Cacería”. Estos jóvenes, de repente libres para distanciarse del horrendo conflicto que les rodeaba, pudieron ver claramente que la lucha de su raza era un disparate. Creían que los Biomechanoids habían hecho lo correcto abandonándolos y que, debido a que la "esencia" racial había sido corrompida por el surgimiento del ego, eran, sin duda, una creación fallida. No obstante, el conflicto interno de los Yaut’jas y el tumulto racial no tenía base y estaba hueco. Paya desarrolló un sistema racial de progresión con la esperanza de disciplinar a la nueva generación y evitar que repitieran los trágicos errores de las generaciones pasadas. Siguiendo las teorías de Paya sobre la "corrupción de la esencia" de los Yaut’jas, el Camino de Ascensión pidió a los Yaut’jas que olvidaran sus propios caprichos y se esforzaran por reunificar a su raza comunitaria, una vez tan poderosa.

La mayor esperanza de Paya era que la cacería instalase un nuevo sentido de esencia y vitalidad en la raza Yaut’ja. Poco a poco, muchos Yaut’jas dejaron sus antiquísimas enemistades y se reunieron a las crecientes legiones de la Cacería. Esto marcó el verdadero punto de inflexión del Eón de Conflicto y llevó a la fundación de la Segunda Edad.

A medida que las terribles guerras iban disminuyendo y los Clanes otra vez empezaron a curarse y unirse, la premisa de la Cacería empezó a calar incluso en las raíces más profundas y fundamentales de la nueva sociedad Yaut’ja.


Dae'Uhl: La Administración

La Cacería, principalmente significó definir un sistema rígido de comportamiento, así como también produjo el cambio de una sociedad de Clanes a un sistema de Castas. Todos los miembros de los Clanes Yaut’jas fueron divididos en tres nuevas castas: los Jeitha, los Yin’Mukyha y los Mukyha. Este cambio funcionó para eliminar los últimos restos de viejas hostilidades entre los Clanes y reforzar la resolución de los Yaut’jas para comenzar de nuevo.

La casta de los Jeitha estaba compuesta de ancianos y hombres de estado Yaut’ja cuya principal responsabilidad era gobernar a los Yaut’jas con los dictados de la Cacería.

La Asamblea de Jeitha estaba regida por un pequeño grupo de Ancianos conocido como el Cónclave.

La segunda casta, conocida como los Yin’Mukyha, se componía de la mayoría de la sociedad Yaut’jas.

La tercera casta, llamada los Mukyha, eran los guerreros sagrados y los defensores de Ne’Ban, quienes seguían las disciplinas del Cacería para conseguir los elevados poderes. Bajo el nuevo liderazgo del Cónclave y sus Administradores Jeitha, y armados con el celoso poder de los Mukyha, los Yaut’jas pronto reconstruyeron su diezmado mundo de Ne’Ban, convirtiéndolo en un bullicioso paraíso. Con su creciente prosperidad, que les condujo a redescubrir muchas de las ciencias y estudios que habían perdido, los Yaut’jas machos viajaron por las estrellas. En el curso de unos pocos cientos de años, los Yaut’jas conquistaron cientos de mundos dentro de su rincón de la galaxia y extendieron los frutos de su gran civilización a muchas de las razas más avanzadas que encontraron. Con todo esto, los Yaut’jas, sin proponérselo, tuvieron éxito al reclamar un octavo de los mundos que antes habían presidido los Biomechanoids. De acuerdo con los estrictos códigos de la Cacería, los Yaut’jas asumieron la carga del Dae´Uhl o la "Gran Administración". Siguiendo las antiguas tradiciones de los Biomechanoids, el Dae´Uhl exigía que los Yaut’ja protegieran y salvaguardaran a las razas inferiores que vivían a su sombra. No obstante, a diferencia de sus predecesores, los Yaut’jas no suprimieron su Código de Conducta y solamente cazaron criaturas que fueran un gran reto para ellos, sin poner en gran peligro la existencia de la raza entera. Siempre atentos contra amenazas xenomórficas, los Yaut’jas observaban de cerca a sus pupilos que no sospechaban nada. Pero, igual que los Biomechanoids muchos milenios antes, los Yaut’jas mantuvieron su presencia oculta a las razas inferiores que tenían a su cuidado. Muchos cientos de especies crecieron y prosperaron en los diferentes mundos de su espacio, si saber nunca que estaban secretamente vigilados desde las alturas.

 

La Humanidad y la Llegada de los Kainde Amedha

Los Yaut’jas fueron testigos silenciosos de la portentosa llegada de la Humanidad. Aunque los Yaut’jas no estaban seguros del origen vagabundo de los Humanos, sabían que esos volátiles seres de vida corta serían interesantes de estudiar. Pasaron dos siglos en los que los Yaut’jas observaron y ayudaran a crecer a los colonizadores Humanos en ciernes, que tuvieron éxito creando colonias rudimentarias. Aunque su tecnología era inferior a la de los Yaut’jas, se adaptaron a su mundo. Los Yaut’jas encontraban a los Humanos fascinantes porque luchaban constantemente los unos con los otros, y aun así florecían y progresaban en sus tecnologías e industrias a pasos agigantados.

Los Yaut’jas estaban alarmados por la velocidad a la que los Hombres acababan con los recursos naturales de su mundo. A los ojos de los Yaut’ja parecía que los Hombres no tenían respeto por el delicado equilibrio de la naturaleza. La raza humana logró superarse y tocó la faz infinita del universo en un salto muy grande que sorprendió a los Yaut’jas aún más.

Un viaje Yaut’ja encontró pruebas que marcaron una cierta perdición para los desventurados Humanos. El Alto Guerrero Ka'Tor-rath, acompañado por su famoso Clan Guerrero, encontró una cantidad de pequeñas construcciones biológicas flotando cerca de los límites del espacio Yaut’ja. Después de una inspección más de cerca, Ka'Tor-rath dedujo que los organismos alienígenas indescriptibles, eran en realidad sondas de espacio profundo. Aunque Ka'Tor-rath no podía averiguar su punto de origen, estaba claro que se estaban dirigiendo al sector Koprulu de las colonias Humanas.

Ka'Tor-rath llevó de vuelta las sondas vivientes a Ne’Ban para su inmediato estudio. Los extraños alienígenas no se parecían a nada de lo que habían visto los Yaut’jas hasta entonces. Las respectivas psicologías de las sondas estaban creadas aparentemente para el viaje y reconocimiento a través del espacio profundo. En un intento por discernir su procedencia, los Yaut’jas enfocaron toda su tecnología al estudio de esta nueva forma de vida. Los Yaut’jas no se lo podían creer cuando descubrieron que las sondas alienígenas respondían rápida y naturalmente. Su sorpresa se vio aumentada por el hecho de que sólo las criaturas nacidas de la biogenética de los Biomechanoids podían tener tan asombrosa capacidad. Más alarmante era la vaga corriente de pensamiento que se repetía una y otra vez en los cerebros minúsculos de las sondas: "Encontrar Huéspedes"... "Erradicar"... "Aprender"... "Evolucionar"...

Los Yaut’jas especularon que las sondas eran los precursores de una gran y nueva forma de vida ideal para su coto de caza en la galaxia. Si las criaturas estaban creadas con tecnologías Biomechanoids, serían muy avanzadas y extremadamente poderosas. Para los Yaut’jas estaba claro que esta nueva Raza constituía un peligro palpable para todos los seres vivientes y que, estuviera donde estuviera, el grueso de la raza, debía estar buscando huéspedes.

Los Yaut’jas empezaron a enviar exploradores avanzados para buscar en las rutas espaciales circundantes cualquier signo de invasores alienígenas. Ka'Tor-rath reivindicó que bajo los dictados de Dae´Uhl, era la responsabilidad elegida de los Yaut’jas proteger a las razas bajo su observación, pero sin duda alguna presentaban una fuente maravillosa para demostrar sus habilidades según la Cacería. No obstante, el Cónclave discutía que, si la "inútil" raza de los Humanos ya había sido infestada por alguna amenaza nueva, deberían ser quemados y erradicados. Comenzó un gran debate entre los Jeitha y los Mukyha sobre como deberían implicarse en el inminente aprieto de los Humanos. En lo único en lo que estaban de acuerdo las dos castas era en que las criaturas estaban indudablemente creadas con las ciencias Biomechanoids. Y si era cierto que estaban creadas por los Ancianos, sería mejor que los Yaut’jas estuvieran en guardia. Se acordó enviar a Ka'Tor-rath y su fuerza expedicionaria a controlar los mundos Humanos, intentando discernir la severidad del peligro inminente. Para ello, Ka'Tor-rath dirigió a su nave de mando y a casi un centenar de otras enormes naves de guerra al sector Humano de Koprulu.

 

El Principio del Fin

A la llegada al sector Humano, los exploradores de Ka'Tor-rath encontraron evidencias de que la misteriosa amenaza alienígena había empezado a causar bajas en las colonias Humanas. En una inspección más cercana, Ka'Tor-rath encontró que la colonia limítrofe de Odiseey IV estaba infestada por organismos alienígenas. La superficie entera de la colonia estaba cubierta por una sustancia espesa que erosionaba sin pasar la corteza del planeta. Para empeorar las cosas, los "alienígenas" mismos habían infestado o matado a la mayoría de los colonos humanos. Ka'Tor-rath, horrorizado por la devastación, solo podía preguntar por qué los Humanos no se habían apresurado a ayudar a su mundo asediado.

El Cónclave, al oír de la suerte de la colonia ordenó inmediatamente a Ka'Tor-rath que quemara el planeta entero para acabar con la infestación. Sabiendo que el fuego erradicaría toda la vida del planeta, Ka'Tor-rath, lleno de tristeza, obedeció a sus maestros.

Las pesadas naves de guerra Yaut’ja cargaron sus armas y abrieron fuego sobre la confiada colonia. Esta costosa táctica tuvo éxito, destruyendo la infestación alienígena, pero todavía había algunos mundos cercanos que, sin duda, también estaban infestados. Ka'Tor-rath fue ordenado a quemar esos mundos y cualquier otro emplazamiento Humano que tuviera la mínima posibilidad de infestación. Trasladando su flota a la segunda colonia infestada de Nueva Delia, Ka'Tor-rath empezó a dudar de la moralidad de sus órdenes. Los guerreros Humanos, cogidos totalmente por sorpresa, por el ataque inicial de los Yaut’jas sobre Odiseey IV, lanzaron una flota de naves estelares para interceptar a la flota de Ka'Tor-rath. La flota Humana se preparó para defender la colonia de los Yaut’jas justo cuando Ka'Tor-rath ordenaba a sus naves que se apartaran y retiraran. Ka'Tor-rath, luchando contra sus dudas interiores, no podía destruir Nueva Deli o la flota que había venido a protegerla. Buscó una forma de derrotar a los alienígenas sin eliminar arbitrariamente a la humanidad en el proceso. De esta forma, Ka'Tor-rath se negó a cumplir las órdenes genocidas de sus Maestros. Permaneció con su flota fuera del alcance de los censores Humanos, esperando y observando mientras la presencia alienígena seguía.


El Gran Experimento

Decididos a perfeccionar sus conocimientos científicos sobre la evolución en la Biotecnología, la antigua y enigmática raza conocida como los Biomechanoids viajó al distante mundo limítrofe de Ne’Ban. Las enormes junglas de Ne’Ban habían producido la raza más avanzada conocida por los Biomechanoids. Creyendo que podrían dirigir la evolución de esa raza hasta la cumbre de la perfección física, los Biomechanoids empezaron con sus experimentos biotecnológicos. La raza que los Biomechanoids acabaría llamando "Yaut’jas" evolucionó rápidamente y disfrutaba de lo que sus creadores llamaron "una pureza de forma".

Desgraciadamente, los Biomechnaoids llevaron demasiado lejos sus experimentos. La inherente esencia y la capacidad sintiente de los Yaut’ja se desarrolló con demasiada rapidez, produciéndose una amarga disensión y burla entre ellos y sus creadores. Los Biomechanoids llegaron a la conclusión de que la "pureza de forma" que ellos buscaban crear había sido contrariada por un problema de esencia, y de ahí que decretaran que los Yaut’jas eran, en realidad, una creación "fallida". Los Biomechanoids abandonaron a sus hijos y estos fueron lanzados al vacío.

 

El nacimiento de los Kainde Amedha

Tras viajar miles de años luz por el interior del ardiente núcleo de la galaxia, los Biomechanoids acabaron asentándose en el volátil mundo de cenizas de Aikos.

Los Biomechanoids decidieron continuar con su Gran Experimento de evolución, sólo que esta vez ignoraron sus dogmas en cuanto a la forma física y se centraron principalmente en la búsqueda de una "pureza de esencia". Estacionados en sus enormes naves muy por encima de las tierras áridas de Aikos, los Biomechanoids empezaron una vez más a desafiar las artimañas del destino.

Los Biomechanoids consiguieron más éxito con su segunda empresa de lo que ellos podrían haberse imaginado, trabajando esta vez para acelerar la evolución de la forma de vida más insignificante de Aikos, una raza de insectoides en miniatura conocida como los Kainde Amedha. Gracias a las manipulaciones Biotecnológicas de los Biomechanoids, los Kainde Amedha sobrevivieron a las continuas tormentas de su mundo y evolucionaron. A pesar de ser extremadamente pequeños y de su incapacidad para manipular físicamente su entorno, los Kainde Amedha se adaptaron y sobrevivieron.

Los Kainde Amedha desarrollaron la habilidad de "enterrarse" en la carne de las especies indígenas menos vulnerables de Aikos alimentándose de los nutrientes contenidos dentro de los fluidos vitales de sus anfitriones, los Kainde Amedha aprendieron a "fusionarse" parasitariamente con sus criaturas anfitrionas. Y cuando fueron capaces de controlar los procesos metabólicos y anatómicos de sus anfitriones, los Kainde Amedha añadieron una etapa más de crecimiento, utilizaron sus nuevos cuerpos para manipular sus entornos.

A medida que los Kainde Amedha incorporaban a más y más criaturas anfitrionas en sus rebaños, empezaron a asimilar sus diversos procesos y cepas genéticas. La química de los Kainde Amedha empezó a mutar y a adaptarse al volumen del nuevo material genético que estaba siendo procesado.

Pero pronto los Biomechanoids descubrirían algo muy alarmante. De alguna manera, los Kainde Amedha habían desarrollado la habilidad de tomar algunos patrones y características de sus anfitriones. Tras un sorprendente corto espacio de tiempo, las especies evolucionaron hasta parecer una sola raza terriblemente voraz.

 

La Supermente

Los Biomechanoids, recordando demasiado bien que sus fallos con los Yaut’jas fueron el resultado de accionar con demasiada rapidez la capacidad sintiente de las especies en desarrollo, decidieron seguir otro camino con los florecientes Kainde Amedha. En su intento por evitar los peligros potenciales de diferentes egos, los Biomechanoids estructuraron el sentir colectivo de los Kainde Amedha dentro de una "Supermente" unificada. La Supermente se convirtió en un ser sintiente que representaba los instintos e impulsos primarios de todas las cepas Kainde Amedha.

Con el tiempo, la Supermente desarrolló los rudimentos de personalidad de un intelecto avanzado. Aunque la Supermente dirigía las acciones de todas las criaturas de la colmena, lo hacía a través del uso de agentes secundarios.

La Supermente creó una nueva raza Kainde Amedha para facilitarles la comunicación directa con sus creaciones. Estos Kainde Amedha Reinas eran grandes versiones de los insectoides originales Kainde Amedha, y fueron diseñados para procesar y ejecutar las distintas funciones de la Supermente. Cada Reina tenía un único objetivo, como por ejemplo "defender la colmena", "buscar cepas potenciales", "producir más guerreros" o "erradicar toda forma de vida". A las Reinas se les dio entonces la posibilidad de construir sus propios enjambres de colmenas y llevar a cabo sus supuestas agendas. Con el tiempo, estas desarrollaron personalidades que correspondían a sus impulsos primarios. Sin embargo, las Reinas seguían siendo genéticamente incapaces de neutralizar o ignorar las órdenes de la Supermente.

Las Reinas supervisaban las actividades de los Zánganos a lo largo de las cadenas de recursos de la Colmena. La Supermente no solo dirigía a los guerreros Kainde Amedha al ataque, sino que además planeaba sus ataques contra sus enemigos.

Como los enjambres seguían creciendo y fortaleciéndose, la Supermente empezó a pensar en su propio futuro, y se dio cuenta que en pocos siglos su raza había conseguido asimilar toda forma de vida indígena de Aikos. La Supermente; supo entonces; que, para poder seguir desarrollando el enjambre, los Kainde Amedha deberían salir de Aikos. Y así fue como empezó a explorar el espacio exterior con sus sentidos en busca de algo – de cualquier cosa que les permitiera salir de este mundo. Y esa oportunidad llegó pronto. Una forma de vida viajera del espacio pasó por el sistema Aikos, y la Supermente la invocó.

Atraídas al desolado mundo por una señal, éstas fueron rápidamente asimiladas por el enjambre. La existencia de colmenas súper-densas y la capacidad de existir en el vacío reforzó la reserva genética del enjambre. Pronto los guerreros Kainde Amedha estuvieron en condiciones de sobrevivir en el espacio.

De este importante momento en el desarrollo de los Kainde Amedha fueron testigos los Biomechanoids. Los Kainde Amedha habían conseguido no sólo sobrevivir sino retener la pureza de sus terribles esencias. Los Biomechanoids supieron que habían conseguido su objetivo.

 

La caída de los Biomechanoids

El orgullo de los Biomechanoids por sus logros acabó siendo su perdición. La Supermente, mientras se expandía lentamente por el vacío del espacio, tomó conciencia de las enormes naves-mundo que se cernían amenazadoramente por los cielos de Aikos. Los Biomechanoids, a pesar de mantener a la Supermente estrechamente vigilada se quedaron horrorizados al descubrir que esta ya había roto sus enlaces psíquicos, escondiéndose efectivamente de su vista.

Su necesidad de consumir y de alimentar a sus crías, llevó a la Supermente a lanzar sus enjambres Kainde Amedha especiales contra los desprevenidos Biomechanoids. La antigua raza hizo todo lo que pudo por cambiar el curso del continúo ataque de los Kainde Amedha, pero al final todos sus esfuerzos fueron en vano. Oleada tras oleada de enjambres Kainde Amedha martillearon los cascos de las naves Biomechanoids hasta que estos empezaron a debilitarse. Y en solo unas cuantas horas más, los Kainde Amedha habían destruido las defensas de sus creadores y habían aniquilado a la flota Biomechanoid.

Como gran parte de la raza Biomechanoids fue consumida por el violento torbellino genético de los Kainde Amedha, la Supermente conoció las percepciones de sus maestros. La Supermente procesó a miles de seres sintientes dentro de sí, haciéndose mucho más poderosa de lo que jamás se habría imaginado.

Diseccionando las memorias de los Biomechanoids, la Supermente conoció las múltiples razas que en uno u otro momento habían entrado en contacto con esta antigua raza. Los Biomechanoids poseían una detallada historia genética de cada raza, ofreciendo a la Supermente un claro conocimiento de sus respectivas fuerzas y debilidades. Y lo que es más importante, la Supermente supo de una raza extremadamente poderosa que vivía cerca del borde de la galaxia, conocida simplemente como los Yaut’jas. La Supermente sabía que los Yaut’jas y Kainde Amedha acabarían participando en un inevitable y apocalíptico conflicto.

 

El Determinante

Los Kainde Amedha abandonaron el ardiente y estéril mundo de Aikos y sembraron el terror y la ruina en todos los planetas por los que pasaron, en su largo camino hacia el mundo de los Yaut’jas. A medida que avanzaban lentamente por la vacía oscuridad y entre las estrellas, los Kainde Amedha tan sólo asimilaron a las razas más fuertes con las que se encontraron. El enjambre siguió creciendo, aumentando de tamaño y de potencia. Durante su avance, la Supermente enviaba sondas de espacio-profundo que exploraban por delante del enjambre, buscando nuevos mundos a saquear.

A pesar de sus innumerables victorias, la Supermente estaba muy molesta. La Supermente sabía que los Yaut’jas se habían convertido en una raza casi inmortal, capaz de desolar y distorsionar el mismo tejido de la realidad a su antojo. Y aunque buscó una forma de contraatacar el enorme poder de los Yaut’jas, no encontró ninguna respuesta entre las cepas genéticas que devoraba.

Al borde de la desesperación, la Supermente hizo un increíble descubrimiento. Una de sus sondas de espacio-profundo había transmitido la posición y estadísticas vitales de una raza que ocupaba una serie de mundos no descritos, justo debajo de la sombra de los Yaut’jas.

La nueva raza, llamada Humanos, estaba a sólo unas pocas generaciones de convertirse en un poder radical. Pero la Supermente también sabía que la Humanidad seguía estando en sus estados infantiles, con escasa capacidad hasta para defenderse a sí misma contra sus voraces enjambres. Aunque fuera una especie de corta vida y de aspecto frágil, la Supermente sabía que la Humanidad sería el determinante final de su victoria sobre los Yaut’jas. Si pudiera asimilar la potencia de los Hombres, la Supermente podría luchar contra los Yaut’jas al mismo nivel.

Y así fue como los enjambres Kainde Amedha se pusieron lentamente en marcha hacia los florecientes mundos de los humanos. El viaje duró sesenta años, pero al final, el norme y extendido enjambre Kainde Amedha llegó a las fuerzas del Sector Humano de Koprulu. A través de sus exploradores, la Supermente descubrió que los Humanos moraban en una docena de mundos diferentes dentro del Sector. Sembrando la atmósfera de los planetas, con las básicas colmenas de esporas, la Supermente empezó a tramar su plan maestro que le permitiría esclavizar a la Humanidad. Las esporas cayeron gradualmente a la superficie de Odiseey IV y lo saturaron de mortales alienígenas.

Aunque los colonos Humanos no tenían ni idea de que los Kainde Amedha habían infestado el suelo de su mundo, los Kainde Amedha empezaron a descender en la superficie del planeta y a construir sus extrañas estructuras y colmenas.

Cuando la infestación de la colonia estaba muy avanzada, la Supermente envió a sus voraces niños a los otros mundos cercanos. Insidiosos y escurridizos en sus tareas, los agentes de la Supermente pronta habían plagado los mundos coloniales de Odiseey IV, Nueva Deli, New Dallas y Lv 421. Pero desde el exterior del frío vacío del espacio, emergió una enorme flota de naves bélicas Yaut’jas para luchar contra las invasoras fuerzas Kainde Amedha. La Supermente, ansiosa por aprender el máximo posible de los enigmáticos Yaut’jas, permitió que estos detuvieran el plan de infestación inicial. Manteniendo a sus voraces guerreros en la bahía, la Supermente observó cómo los Yaut’jas arrasaban la colonia de Odiseey IV. Aparentemente, los Yaut’jas eran conscientes de que las colmenas de esporas ya habían arrasado el planeta, y para evitar más plagas quemaron todo el planeta.

Acción tan decisiva agradó a la Supermente, que estaba maravillada de cómo los Yaut’jas lo habían arrasado todo con tanto estilo y poder. Sabiendo que el conflicto venidero sería el mayor desafío de su existencia, la Supermente retiró sus fuerzas para observar cómo reaccionaban los Yaut’jas, y la Humanidad.