La
noche se cierne sobre la ciudad como un manto oscuro, y mientras Ethan
Blackwood avanza por las calles desiertas, la sensación de desvelo lo envuelve.
Cada paso que da resuena en el silencio, un eco de su propia existencia en un
mundo que parece haber olvidado su conexión con lo natural. Las luces
fluorescentes parpadean, creando sombras danzantes que parecen burlarse de su
soledad.
Ethan
siempre había sentido que había algo más allá de la superficie brillante de la
tecnología. En su interior, una voz susurrante le decía que la vida, en su
forma más cruda, estaba luchando por salir a la luz. A medida que se adentra en
un callejón oscuro, el aire se vuelve más denso, cargado de un aroma a humedad
y descomposición. Es un recordatorio de que, a pesar de los intentos de la
humanidad por dominar la naturaleza, ésta siempre encuentra la manera de
reclamar lo que es suyo.
De
repente, un zumbido familiar interrumpe sus pensamientos. Al levantar la vista,
se da cuenta de que un enjambre de mosquitos se agita en el aire, atrapados en
una telaraña que brilla débilmente bajo la luz de un farol. Ethan siente un
escalofrío recorrer su espalda. La telaraña, un símbolo de la lucha entre la
vida y la muerte, le recuerda que, aunque la ciudad se esfuerce por mantenerse
intacta, la naturaleza siempre encuentra una forma de infiltrarse.
Mientras
continúa su camino, Ethan se encuentra con un viejo edificio en ruinas, sus
paredes cubiertas de hiedra y moho. El contraste entre la decadencia de la
estructura y la vitalidad de la vegetación lo fascina. Se detiene, observando
cómo las raíces se aferran al concreto, rompiendo la barrera que la humanidad
ha intentado construir. En ese momento, comprende que su propia existencia está
entrelazada con este ciclo de vida y muerte, de crecimiento y descomposición.
Sin
embargo, una sensación de inquietud lo invade. Algo en el aire ha cambiado. Un
murmullo, casi imperceptible, parece llamarlo desde las sombras. Ethan se
vuelve, buscando la fuente de esa sensación, pero solo encuentra la oscuridad.
A medida que avanza, la voz se intensifica, resonando en su mente: «No puedes escapar de
lo que eres».
De
repente, un movimiento rápido en la esquina de su visión lo hace detenerse. Un
par de ojos brillantes lo observan desde la oscuridad. Ethan siente su corazón
latir con fuerza mientras la figura se acerca, emergiendo de las sombras. Es
una criatura, una mezcla de humano y naturaleza, con piel cubierta de musgo y
ojos que reflejan la luz de la luna.
—¿Quién
eres?
La
criatura le responde:
—«Soy
el eco de la decadencia, el guardián de lo que has olvidado. La ciudad no es
solo cemento; es un organismo que respira, que se alimenta de tu negación».
Ethan
retrocede, pero la criatura extiende su mano, señalando las raíces que crecen a
su alrededor.
—«Mira
todo este lienzo. Cada grieta, cada sombra, es vida. La muerte no es el final,
sino el comienzo de algo nuevo».
Ethan
siente una conexión con el ser, como si estuviera viendo un reflejo de sí
mismo. La ciudad a su alrededor comienza a vibrar, y las luces fluorescentes
parpadean como si respondieran a su miedo.
—Quizás
he estado luchando contra el ciclo. Quizás, en lugar de resistir, debería
aprender a fluir con él, responde Ethan.
—«¿Por
qué temes a lo que no puedes controlar?» pregunta la criatura, su voz un eco de la
tierra misma. «La
decadencia es solo un cambio de forma».
Ethan,
paralizado por el miedo y la fascinación, se da cuenta de que ha estado huyendo
de su propia naturaleza, de la verdad que se encuentra en el ciclo de la vida.
La criatura se acerca más, y en su mirada, Ethan ve el reflejo de su propia
lucha interna.
—«Ven», dice la criatura,
extendiendo una mano cubierta de tierra y musgo. «Deja que te muestre lo que realmente
significa ser parte de este mundo».
—Es
hora de aceptar lo inevitable, reflexiona Ethan.
Con
un último vistazo a la ciudad iluminada, Ethan Blackwood da un paso hacia
adelante, dejando atrás las luces artificiales y el zumbido del aire
acondicionado. En ese momento, se siente libre, listo para abrazar la oscuridad
y descubrir la verdad que se oculta bajo la superficie de su existencia.
La
ciudad, con sus luces y sombras, se convierte en un recuerdo distante mientras
se adentra en el abrazo de la naturaleza, donde la vida y la muerte se
entrelazan en un ciclo eterno.
Escrito por:
NAIra M. Wizz.
Historia
basada en la música de C.G.
Agregados y Edición final:
Jarl Asathørn.
Portada e
imagen de la criatura creada con IA.