«Ya nadie camina en este oscuro mundo, deambulan...
marchan como muertos hacia Helheim.
Las calles son laberintos mortales, faunos y bestias
cazan entre las sombras.
Lo natural, lo identitario desaparece con el
globalismo tartárico.
El planeta extenso se transforma en una sombra, una
cornucopia de entropía, distopía, vejez valórica y muerte.
La Tierra envuelta en un obscurantismo sempiterno, sin
cambios posibles.
Protohumanismo en un carnaval grotesco de ignorancia y
mentiras.
Lo natural, lo identitario desaparece con las
genuflexiones a los oscuros estados, presidencias y votaciones.
A paso lento... luchando contra los viejos demonios de
siempre... aquellos que siembran el multiculturalismo forzado... que ven el
mundo externo a ellos como corral para el ganado.
Ofidios rastreros perversos que siembran el mal.
No es fácil el sacrificio, la ruta está llena de
piedras negras, pantanos y musgos.
Todavía no llega la guerra... y cuando llegue será
cruel.
Han construido una sociedad vacía y sin alma, los
actores siguen manoteando en las tinieblas mientras las sociedades se sumergen en un
protomundo deconstruído cada vez más peligroso...
Ya nadie camina en este siniestro páramo, deambulan...
marchan como muertos sin ojos hacia Helheim».