Engañados aún en pleno siglo
21 por demonios de Botero que viven entre papeles verdes, expelidos por el ano
del diablo.
Siguiendo parámetros inútiles
dictados por seres inútiles… caminando hacia el borde, mientras las señales aúllan
en medio de economías moribundas, políticas absurdas y dictámenes krakenianos,
todos ellos sumando angustias y restando libertinajes y millones de vidas.
Temerosos de monstruos
microscópicos creados en laboratorios de la muerte. Experimentos infaustos para
probar ingenierías sociales.
Escapando de la realidad
adversa en mundos virtuales asquerosos, drogas llenas de excrementos e
inmundicia, drogas sintéticas, porneas y otras basuras.
Enarbolando nuevas banderas y
símbolos repugnantes, soñando que bajo esos estandartes cambiarán lo que no
quieren cambiar. Mentiras tras mentiras, temerosos de las invasiones de la
media luna, del gran oso o quemados por el sol naciente.
Sirviendo a dioses negros, a
familias rotas, a sueños mórbidos, a políticas rapiñeras, a mercados de
esclavitud, a egos, a máscaras.
Encaminados a la fuerza para
aceptar un nuevo orden, mientras siguen las órdenes de quienes manipulan las
divisiones.
Lacerados por la madre
Tierra, los siniestros y los creadores. Castigos crueles, unos antojadizos… el
de la Madre Tierra es por justicia.
Fingiendo que todo está en
orden, como ciegos caminando entre vidrios.
Indolentes con los otros,
para proteger los techos de vidrios y la falsa vida que fue construida por los «iluminados».
Nada es lo que parece, y
apenas avizoran los horizontes que se acercan, llenos de flamas, humo tóxico y
cuerpos negros expelidos por la guerra futura. Se vienen tormentas antes y
durante el décimo que es duodécimo. Abastecerse como si llegara el invierno,
como ardillas que han abierto el tercer ojo.