“Hay que purgar la Tierra de los
bastardos.
Hay que destruir sus templos de oprobio.
Las grandes mansiones deben nadar en
sangre, para purificar los recuerdos.
Los monstruos que mancillaron la historia
deben ser colgados boca abajo.
Hay que romper las cuerdas del destino.
Hay que matar a los seudos dioses.
¡Que ardan en los templos oscuros!
¡Que los suelos reciban su sangre amarga!
¡Que por fin haya justicia!
¡Que los vigilantes teman desde arriba!
¡Que por fin decidan acabar con la
humanidad!
¡Jamás volverían a ser sus vasallos!
¡Que se sacudan las galaxias!
¡Que los universos nos teman!
¡La guerra ya ha sido desatada y pueden
escribir otro libro de vida!
¡Que nunca sepan la duración de las
generaciones.
Que revelen sus misterios a la nada.
Que conozcan la multiplicidad del fuego.
Que se olviden de la ligereza del viento.
Que exploren los límites de las esferas
de negación.
Y que escudriñen las profundidades de la
oscuridad.
Hay que purgar la Tierra de los
bastardos…!”