«Es… patético… que a nadie le importe nada.
… es penoso que lo real; para los borregos; no sean
más que símbolos que no escapan a 2 metros de sus putas narices.
Ciegos, imbecilizados, domesticados,… nadie ve las
correas… solo aquellos que tienen vista. Ver no es mirar, mirar no es ver.
Sigue esta especie en su incansable tributo a lo
imbécil, a lo asqueroso… y es obvio, nadie quiere ir contra las corrientes… y
menos cuando no eres salmón.
Sigue, sin penurias ni contradicciones el baile de
los ahorcados.
La «tek» lo ha transformado todo. Mentes (ya
mediocres), vidas (si es que alguien puede llamar vida el ‘ovejismo’), los
tiempos lineales… que aman.
La vida es una estática, no más que una onda de
radio.
Lo ancho suplió lo alto.
Nadie ve esta realidad.
Nadie…
La vida es solo un espejismo, opacado por la «luz».
Sigue, sin penurias ni contradicciones la eterna
danza de los estúpidos que creen que lo saben todo. Defienden lo que creen
entender, tal vez, lo que les gusta. Nadie que se precie borrego puede atacar
ni cuestionar su «realidad»… su «vida».
El caudal de la seudo vida es como el curso de los
viejos ríos.
Arrastran cadenas que no son de su prisión.
Esclavos de viejas huestes… campanarios de
catedrales oxidadas.
Lo alto suplió lo ancho.
Ciegos, imbecilizados, domesticados,…
Debemos purificarnos en las letanías de los bosques,
bajo el canto primigenio de los hermanos.
Oler el humo de los huesos, bajo el aliento de los
muertos.
Estoy lejos de este mundo…
Invoquen a viejos dioses… para no lograr nada.
…
respiremos vacuidad,
Tal
vez, para cambiar la Tierra.»
Foto final:
nate-rayfield