“Hay que purgar la Tierra de los monstruos.
Hijos de Leviatanes y viejas serpientes.
Ellos son los dueños del mundo, de las
mentiras, de las muertes y plagas. Han hecho ingeniería inversa de la creación,
poniéndose coronas y tronos que no les pertenecen.
Han creado iglesias de la falsedad,
han hecho de la Tierra una esfera,
del espacio un dibujo,
sueñan con el orden, cuando venden el
caos.
Compran países,
bancos, industrias,
compran el hambre y se alimentan de la
muerte y el dolor.
Mienten, y los corderos les creen,
todos felices bajo el carnaval siniestro
de seudos iluminados.
La humanidad sigue danzando “La ruina de
los ciegos”,
y ellos los venden y compran a su antojo,
bajo el modelo del nuevo orden de las
eras.
Hay que vencer a los hijos de Saturno,
desencadenar a los dioses de la guerra
que devoran monstruos.
Hay que purgar la extensión de la Tierra…
de las artes negras y de los brujos.
Los ofidios deben ser devorados por las
musarañas
de los subsuelos.
La Tierra es un manto que se debe
proteger
de los nuevos faraones de las tinieblas.
Su aliento corrompe el aire,
sus ojos la vida y existencia,
sus brazos golpean el suelo extendido,
sus piernas se arrastran entre pirámides
verdes y símbolos.
El abismo está cada vez más cerca de
todos…
las puertas del inframundo se abren con
cada paso,
con cada minuto.
Las gárgolas rugen bajo las luminarias,
la humanidad perdida entre ser bestias o
dioses.
Hay que purgar la Tierra de los engendros,
de aquellos que descienden de los gigantes.”